miércoles, mayo 31


La deconstrucción de la urbe


Ya salió la revista Replicante no.7
Por ahí está mi texto Ciudades sintagmáticas y ciudades conmutantes: semiología de una simbiosis. Este número acerca de las ciudades, sus estructuras y distopías está interesantísimo. ¡Comprénlo!


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domingo, mayo 14

Hacia la recuperación de las obras maestras de la mente

Si se recopilaran entre los escritores todos los libros que existen “ya terminados” en sus mentes, el mundo de las obras literarias se volvería un espacio infinito.

Y es que, muy a tono con el pensamiento de Pessoa “¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas / –Sí, de verdad altas y nobles y lúcidas– / Quizá realizables / No verán nunca la luz del sol real ni llegarán a oídos de la gente?” los mejores libros no son los que están impresos, sino los que habitan en el pensamiento de sus creadores. Los libros escritos son obras del azar, de una elección fortuita de un Rulfo o un Proust.

La tecnología ha sido injusta con estos escritores mentales (que no porque no escriban como hasta hoy concebimos ese acto, significa que no sean escritores), pues no los ha provisto de un medio adecuado para que transfieran sus obras, utilizando algún método más considerado con sus habilidades de representación que un obsoleto teclado. Es necesario que la tecnología avance lo suficiente para que podamos tener acceso a estas magníficas obras. No creo que el formato para su representación deba ser la escritura, pues estos libros generalmente consisten sólo en una o dos frases que encierran en sí obras de mayor grandeza que cualquier Quijote. El problema es que, para su lectura, es imperioso prescindir de las palabras y retomar el símbolo; donde una imagen mental dice mucho más que doce tomos juntos.

Si esto es logrado por la ciencia, toda la literatura del futuro consistirá tan sólo en la comprensión colosal del universo que contiene una gran idea.

domingo, mayo 7

LA CRUDA
Una estrategia de las sociedades de control


La crudas son un método de autocontrol instaladas en nosotros para mantener el orden social. Es por eso que, si ponemos atención, no es un caldo de mariscos o unos chilaquiles lo que cura una cruda. Las crudas se curan pensando.

Al pensar, la cruda va cesando poco a poco. Lo que sucede al pensar es que las conexiones neuronales desestibilizadas durante la embriaguez reestablecen su orden.Así perdemos esa sensación desagradable, pero al mismo tiempo construimos de nuevo en nuestra mente la estructura cuadrada y fija que rige normalemente nuestra vida. Estructura que habíamos creído perder durante la borrachera.

Por evitar esto, recomiendo seguir el consejo de Baudelaire:

Y si alguna vez os despertáis en la escalinata de un palacio, en la verde hierba de un foso, en la mustia soledad de vuestro cuarto, habiendo disminuido o desaparecido la embriaguez, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, gime, rueda, canta y habla, preguntadle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el reloj os responderán:

"¡Es hora de embriagarse! Para no ser esclavos martirizados por el Tiempo, embriagaos, embriagaos constantemente. De vino, de poesía o de virtud, a vuestro antojo"


O bien, si por algún motivo es imposible seguir este consejo, es preciso seguir uno aún más difícil: evitar el pensamiento después de una borrachera. Tal vez soportemos una cruda que durará varios días, pero tarde o temprano cederá. Días después, al finalizar la próxima borrachera, nuestra mente conservará su desorden previo y sumará el nuevo. Mientras continuemos utilizando este método y dejando de pensar, llegaremos al punto más aterrador para la sociedad de control: eliminar por completo el consciente que nos reprime. Liberados de la carga de pensar, deambularemos con el insconsciente abierto en todo momento. Es cierto, el manicomio será una posibilidad. Pero ya nada limitará el éxtasis de vivir tal cual somos a cada instante.

miércoles, mayo 3

DESDE ABAJO


Entre más se hunde la mano en realidad, ésta se aleja más. Entre más fijamente se observa algo, esto se vuelve más difuso. El deseo de penetrar es impulsado por el deseo de atravesar. Porque quien penetra demasiado, atraviesa; regresando de nuevo al vacío del cual partió.

No existe otra cosa que el vacío. Ésa es la profundidad.


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Si solamente está el muro, es mejor hablar con el muro. El muro no responde, es cierto, pero tampoco se irá.


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Hace mucho tiempo que recuerdo, que regenero, que reinvento. Hace mucho tiempo que estoy ciega.

°

Es bien sabido que el arte de saberse fracasado no es visto con buenos ojos, pero ¿quién, mientras espera silenciosamente a que el ocaso de la muerte disuelva sus tendones, no experimenta la risa ajena de aquel que le ha bebido demasiado la vida?
Porque el fracaso no se consigue en soledad, sino que es obtenido a través del vampirismo. Alguien se nutre de quien cae irremediablemente. Una sombra tediosa que impide el ascenso. Una vieja letanía de aquel que, saciado hasta la gula en su existencia, muerde un sabor nauseabundo cada vez que ingiere. El fracasado, por su parte, sin duda, goza la libertad de comer.


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Si un rayo descendiera para inventar en mí la satisfacción, ese rayo regresaría al firmamento insatisfecho por no haber cumplido su labor.


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Dices que éste es el único lugar. Digo que único es demasiado.

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Hilos como luces que desean entablar conversaciones con los hombres. Hombres como arañas mudas, ciegas, enmarañados entre los hilos.

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Porque cada vez que llegamos, aparece de nuevo la visión irrisoria del camino de regreso.

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No hay mar que por quién no venga.