übersexual
Hace tiempo escribí acerca de lo metrosexual. Actualizaré hoy esos conocimientos. Resulta que, después de que largas filas de hombres y semi-hombres esperan su turno en el salón de belleza, los “expertos” (Who the fuck are they? ¿Expertos en qué?) han determinado que la mujer dejó de gustar del hombre depiladito y con uñas relucientes y está ahora en busca de uno más cochinón que la raspe con su barbita y le haga cosquillas con unas uñas mugrosotas. Ese “nuevo” hombre se denomina übersexual. Sí, señores, tomado directo del alemán. Y este espécimen se distingue del macho común en que, a pesar de su barriga fofa y su atuendo mal combinado, gusta de cambiar pañales, lavar trastes y escuchar música romántica con su pareja. Digamos que es un macho querendón. Aquel metrosexual quedó en el pasado para la heterosexualidad masculina, que no canina ni felina, pues lo que para los hombres está out, para las mascotas está in. Así encontramos ahora que los alimentos de canes y micifuces están adicionados con vitaminas y otros menjurjes con la finalidad de “belleza y salud” que garantiza, no perros o gatos con rayitos o pelambre a lo Ricky Martin, pero si unas mascotitas más bonitas y calillitas que compensen ahora lo desgarbado de su mejor amigo, el hombre übersexual.