viernes, diciembre 8

Ya no te acuerdes de aquel ayer (ni de los hoteles de cinco estrellas)

"El PRD pide al PAN que olvide lo sucedido el 1 de diciembre e inicien un diálogo" anunciaba un noticiero esta mañana. Justo cuando los mexicanos creíamos que no podía seguir algo peor después de la vergüenza internacional de la noche del 30 de noviembre —noche en que los diputados evidenciaron lo que significa para ellos su labor (y sus ganas de integrarse a "La academia")—, justo después de esto, el PRD ¡lo consigue de nuevo! Pide que todo aquello se olvide y declara su amor incondicional al PAN.

Hace un par de días unos analistas políticos aseguraban que el país estuvo al borde del Coup d´État con lo sucedido en San Lázaro. Qué optimistas. Es claro que no estamos listos para algo así. Era más que evidente que Calderón haría su voluntad y el PRD su berrinche. De regreso al futuro.

Tal vez ahora que se ha anunciado un recorte del 30% a la cultura puedan llegar a generarse movimientos más radicales, profundos y perdurables. El pensamiento mexicano deberá despertar de los laureles en los que dormía. Esta estrategia le funcionó perfectamente al PRI durante décadas: apoyad a los artistas y callarán. Sabía bien que los mejores caldos de cultivo para la creación son los ambientes opresivos, no los libres. Aquellos que condenan y denostan la creación generan la mejor creación de la época. El ser humano aún permanece en la primaria. Dibuja y escribe poemas para enfadar al maestro estricto. Si se le deja libre, no hace más que jugar.

Para muestra, basta el PRD como botón.

sábado, diciembre 2

Presidencia Virtual

La política ya no es parte de la realidad. La toma de posesión de Felipe Calderón es un síntoma claro. El hecho que el nuevo presidente estuviese a punto de ser exprimido de la tribuna en San Lázaro, no sólo fue por un capricho de los perredistas, sino que fue una señal clara del camino que ha elegido y recorrido la política mexicana: el camino de Televisa y TVazteca. El camino del espectáculo.

Las elecciones pasadas fueron claramente virtuales. La realidad que se generaba era únicamente para ser televisada. Obviamente esto no iba a permanecer solamente en la campaña, ni tampoco se generó con ésta. La política virtual es sólo un fragmento del enorme monstruo del espectáculo. Sea famoso en un día, feliz con una llamada, presidente con un spot, delgado con una pastilla o sabio con un noticiero: el espectáculo es nuestra forma de vida. Y esa vida se desarrolla en un espacio. Y en ese espacio habitamos más felices que en el tangible. La política regula entonces tal espacio (o imagina que lo hace, porque en ese espacio nada es realmente regulable, pues las leyes vienen del exterior; las hacen aquellos a quienes "realmente" beneficia el espectáculo).

Es mejor gobernar en un espacio armonioso que en uno conflictivo. Es mejor dar el informe presidencial o el discurso posterior a la toma de posesión ante un público que imaginariamente me escucha con avidez, que ante un grupo de revoltosos que grita: ¡traidor, traidor! o ¡espurio, espurio! Los rostros reales que se vayan a la jodida. Odiosa realidad. Yo prefiero los fieles y serenos televidentes (que no conozco).

¿Tendría algún caso buscar bienestar en un sitio desolado? ¿En un sitio en el que ya nadie quiere estar? Es mejor mudarse al sitio de mayor popularidad. Sólo que, como todo lo que sucede en el espectáculo, la política, al mudarse para allá, también es una puesta en escena. Ahora satisfechos de su papel, los diputados y toda la corte burocrática canta feliz en la tribuna canciones de Joaquín Sabina, disfrutando con ello de los mejores ratings televisivos de esa noche. ¿Y el problema de Oaxaca? ¿Y los secuestros? ¿Y los cientos de hombres y mujeres que van rumbo a la frontera para buscar un lugar donde su salario les permita comer? "Popocatépetl", como dijera Carlos Loret del Mola, cronista del espectáculo político en Televisa. Noticeros como el suyo son el elemento motor de la política virtual. El proyector final.

Preparémonos entonces para un sexenio virtual. Un sexenio en el que Felipe Calderón exportará el país entero mientras vemos la televisión. En el que la mayor diversión serán los noticieros y, Francisco Ramírez Acuña, nuevo Secretario de Gobernación, será más popular que Alejandro Fernández. ¿Y los perredistas? Los perredistas serán como hasta hoy, los extras de la película. Eso sí, sin ellos, no sería posible la filmación.


¿Y la realidad? Un espacio nefasto en el que suceden los asaltos, las manifestaciones y los secuestros. Ése que atravesamos mientras vamos de una pantalla a otra.