miércoles, enero 29

LAUNDRY DAY

Hoy tuve grandes pérdidas. Salí a lavar mi ropa y, sin querer, hice un recorrido por un pasado que creí existente, y que fui borrando mientras conducía.

Recuerdo haber estado de pequeña varias veces en esa lavandería. Recuerdo los juegos y los dulces; es más, tengo fotografías estando en ese lugar. Pasó el tiempo y dejamos de ir. Sin embargo, el saber que el lugar estaba ahí era una certeza, nunca hubo razón para regresar a ver si aun existía. La ciudad cambió, demolieron varios de los locales de esa área y, sin que lo hiciera consciente, algo de mí sabía que la lavamática estaba ahí, esperándome.

Hace unas horas tomé mi ropa sucia y salí hacia allá. Pasé frente al lugar y ví un restaurante . Dudando de mi memoria, regresé de nuevo, dos calles más abajo: nada. Pensé que tal vez la habían cambiado de sitio, probablemente en las calles intermedias. Seguramente esa cadena de restaurantes, o la de renta de videos compraron el local y tuvieron que reubicarla. Estuve casi veinte minutos dando vueltas por el área, y la lavamática nunca apareció. Fue extraño: paso por ese lugar mas de tres veces por semana y nunca me dí cuenta que la lavandería no estaba.

Tenía que buscar otras opciones, así que recurrí a mi memoria (el ser más mentiroso y destructivo que conozco) y me sugirió que fuera a un centro comercial, a una lavanderia en la que nunca había estado, pero de la que recordaba el aroma a ropa limpia y la imagen de las secadoras girando a un solo ritmo, mientras esperaba una pizza en el local contiguo, al lado de mi padre. Entré al estacionamiento buscando el lugar: habían demolido la mayoría de los locales y, en su lugar, nuevo edificios eran construidos. Al salir de ahí, le pregunté a la mujer de la caseta por la lavandería:
--Uy, no. Ya tiene años que la quitaron.

Me preocupé.

En un instante, los sitios instalados en mi memoria estaban desapareciendo físicamente. Quise olvidar mi casa, y a las personas que quiero pues, si las recordaba, seguramente mi memoria las aniquilaría. Sin miedo a borrarla del mapa, recordé una lavandería que ví siempre cerca de la casa de mi abuela, y me dirigí a ella. Estacioné mi auto frente al local. Estaba a punto de abrir la portezuela cuando mi vista reconoció las letras del anuncio: PLANCHADURIA.
Salí huyendo del lugar, desconfiando de todo lo que veía. Pensé en huir a mi casa y esconderme ahí, hasta que mi memoria sanara.
Conduje calle arriba, a baja velocidad, repitiendo en mi mente la letra de la canción que escuchaba para no recordar nada. Entonces, justo a mi lado, ví un centro comercial que no había notado y, dentro de él, una lavandería; una desafortunada lavandería.


sábado, enero 25

BLOG: TEXTOS DESECHABLES
Los textos contenidos en los libros poseen una vigencia a largo plazo. Se leen, se releen. Se dejan reposar, se recurre a ellos de nuevo. Sin embargo, en una sociedad que tiende cada vez más a lo desechable, tienen el riesgo de la extinción. La producción en masa nos ha acostumbrado a consumir y desechar. El mercado se encuentra saturado de productos que deben consumirse a grandes velocidades, por lo que no pueden almacenarse indefinidamente, y con esta finalidad se crean. Los bienes de consumo de hace veinte años eran confeccionados para "durar": automóviles de estructuras pesadas, computadoras, aparatos electrónicos, muebles, todo tipo de artículos diseñados para permanecer con el consumidor por años y años. Sin embargo, el uso de la tecnología ha permitido la construcción de artefactos más ligeros, pequeños y destruibles. Esto obedece a dos razones: a menor vida del producto, mayor consumo; y a que el desarrollo de nuevas tecnologías los transforma en obsoletos en un par de meses.
Por lo anterior, el pretender la sobrevivencia de un texto en medios como los libros es peligroso. Afortunadamente, los textos han encontrado un medio que los pone a la par con el ritmo de consumo actual: el blog. En este medio los textos se producen también en gran cantidad: existe una sobreoferta de textos, y al igual que los bienes de consumo, son más pequeños y ligeros que los de antaño. Su vigencia también es similar; nadie regresa a leer los posts de hace días o meses. El texto se consume con rapidez al ser producido, y se desecha.
HERRAMIENTA DE CONTROL
Una amiga dice que el ser humano es el único animal que espera obtener resultados distintos al realizar las cosas de la misma manera. Esto se puede aplicar también al uso del lenguaje. Las frases hechas que utilizamos en el lenguaje oral, poseen siempre respuestas automáticas. Una agresión verbal se responde con otra, una frase de cortesía, igual. Las conversaciones típicas entre los grupos manejan temas y frases estructuradas que dan la idea de una comunicación satisfactoria, cuando en realidad únicamente se realiza un intercambio de convenciones. Sin embargo, el uso de este lenguaje familiar puede llegar a dificultarnos el obtener respuestas distintas de las que deseamos, al plantear una situación de la que de antemano sabemos la reacción que suscitará. Aquí entra el manejo hábil del lenguaje; y nada tiene mayor efecto que el utilizarlo de manera descomunal. Hoy lo aplicaron en mí, en un restaurante de comida rápida (seguramente estos conocimientos son parte de la capacitación de su personal, y lo utilizan como estrategia para mantener a los clientes "satisfechos").
No se me antojó nada de la junk food de ese lugar, la verdad, pero la idea de hacer de comer se me antojó menos; así que ordené una hamburguesa por el drive-thru. Esperé a que avanzaran los cinco carros que estaban frente a mí para recibir mi hamburguesa. Tocó mi turno, y un hombre de uniforme a rayas ( y aspecto artificial, porque algo raro les pasa a los trabajadores de las empresas transnacionales: los capacitan tanto que los transforman en parte del inmueble; los veo y se me hace imposible que sean tijuanenses normales, seguramente viven en lugares especiales y secretos de la ciudad) se acercó sonriendo a la ventanilla y me dijo:
--Lo siento, pero su hamburguesa se bajó al momento de ordenarla. Si gusta, estaciónese en la línea amarilla y en un momento se la llevo.
Sin cuestionar nada, no pude más que obedecer ante tan grave situación. Me estacioné donde me indicaron esperando que todo saliera bien. En un par de minutos, el habitante de la Tijuana secreta salió y me entregó la hamburguesa. Para entonces yo ya había identificado su estrategia, pero no me quejé: una enseñanza de esas no se obtiene en ningún lado por veintitrés pesos.

martes, enero 21

LOS GUSTOS

Es imposible que la elección de esto o aquello provenga de un lugar misterioso que se encuentra dentro de nosotros: nuestro gustos no son más que reconocimiento, preferencia hacia lo conocido que se realiza consciente o inconscientemente. Ese sabor que preferimos tal vez fue el primero que probamos de pequeños, o probablemente lo asociamos a alguna experiencia placentera que hemos olvidado, pero que sucedió. Los gustos responden a un condicionamiento, no necesariamente impuesto por terceros, que nos orilla a elegir tal o cual cosa.
Poseemos la capacidad de desarrollar gustos a través del tiempo, al ir conociendo y aprendiendo; sin embargo, dichos gustos se ven influenciados por los mismos conocimientos que adquirimos, y que nos guían a tomar preferencias.
Cada nueva experiencia, posee la capacidad de modificar nuestro gustos; pero al igual que con la conducta, podemos elegir si los modificamos o no. Elegir, no generar. Los gustos no son "un proceso mental", si no que forman parte del proceso mental que denominamos Aprendizaje.
EL PRIMERO
Sean buenos o malos, los finales son detestables: permiten conocer el resultado, y lo mejor en la vida es el desconocer. Recordemos cada final que hemos vivido, el último día de esto o aquello y comprobaremos que carece de emoción, aún cuando suponga el final de una situación angustiosa o de sufrimiento.
El final nos deja instalados en el limbo de conocerlo todo, sin la posibilidad de ir más adelante: toda curiosidad ha sido satisfecha. Por esto, la recomendación de vivir cada día cómo si fuese el último es lo más absurdo que he escuchado: vivir cada día un final. Este consejo supone nostalgia y, por consiguiente, cursilería.

Observar las cosas y las personas con la consciencia de que lo hemos hecho durante años, es de lo más tedioso. Asirnos a ellas cómo si fueran a desaparecer mañana, con una actitud enfermiza y ridícula. Yo, quien disfruta glotonamente de los inicios, apoyo una recomendación contraria: vivir cada día cómo si fuese el primero, sin memoria, con el asombro de quien se enfrenta a la vida por primera vez. Desarrollar una convivencia con el otro, no como quien teme perderlo, sino como quien lo descubre y lo valora no por lo que ha sido a través del tiempo, sino por lo que es, en este momento. Un día al que vale la pena levantarse, pues, bueno o malo, nos ofrece la posibilidad de descubrirlo, saboreándolo por ser el primero, el único, el desconocido.
LA OTRA TIJUANA
Esta tarde, mientras recordaba una plática, intenté encontrar un color para cada avenida por la que transité. Y es que siempre es interesante mirar lo mismo con otros ojos, aunque con frecuencia resulte imposible. Sin embargo, tal mirada nos la ofrecen quienes vienen de fuera y se enfrentan ante la realidad que creemos inamovible. Ellos llegan y transforman nuestra visión con sus opiniones, costumbres y maneras de vivir. Esta fusión de visiones es refrescante y nos ofrece un panorama cambiante que de otro modo resultaría insoportable. Es la curiosidad del pueblerino por el forastero, elevada a la décima potencia, lo que mantiene el dinamismo en esta ciudad. La inserción en nuestra mente de esos mundos desconocidos que llegan a nosotros a través de las voces de quienes los habitaron alguna vez, nos obliga a hacer comparaciones con nuestro ambiente, y el comparar invita a analizar, y esto a su vez a re-conocer lo que hemos dado por conocido.
Es obvio que la convivencia con quienes, al igual que nosotros, han tenido como cuna esta ciudad, produzca una mayor identificación que va desde el uso del lenguaje hasta las memorias de la infancia; sin embargo, el enriquecimiento se da en lo distinto, y esto lo aportan con creces quienes provienen de otros sitios, se expresan de otra manera y cuentan con otras memorias.
Hace un par de días, estaba con una amiga que tiene poco tiempo de vivir en Tijuana; yo intentaba darle direcciones para que pudiera llegar sin problemas de mi casa a la suya, cuando me dijo, refiriéndose al boulevard Agua Caliente:
–¿Y subiendo por ahí llego al boulevard rojo?
Tuve sospechas de por qué llamaba así a ese boulevard, pero no quise preguntarle. Colores para las calles: ella observa una ciudad caleidoscópica en la que es posible orientarse por el color, diluyendo así la leyenda negra a través de su mirada, de las miles de miradas que llegan cada segundo a Tijuana, transformándola ante nosotros con sus voces, sus manos y el fluir dinámico de sus diferencias.
VENGANZA
Esto es lo que él quería: un silencio inquebrantable, una masa densa de aire que no fuese traspasada por las impertinencias de la compañía: sólo él y la palabra escrita, para siempre. Ahora lo tiene, y observa sombras que intentan amedrentar su intento por asirse al mundo que le pertenece.
Su mayor anhelo es alejarse de los ruidosos pasos a seguir, los cuales se regodean cuando sus huellas viejas son recorridas de nuevo, con el mismo, cansado ritmo. Nadie los ha visto, pues se esconden en el lenguaje, están en la mente de los hombres en forma de palabras, y se repiten de generación en generación. De eso ha huido, de la palabra hablada. Desde pequeño fue causa de terror, de cien noches de sudor en la cama infantil. Los pasos a seguir (o las palabras), se las repetían desde lejos, desde las miles de voces de antaño que reencarnan en la lengua de las aún vivas. Y en busca de venganza salió esa tarde, consumiendo pensamientos para inundarse de palabras que nunca diría, pues sabe que solamente es dueño de lo que no dice, de lo demás, es esclavo.
La pasta de dientes que compró antes de llegar a su nueva guarida le pareció absurda, pues la utilizaría para lavar el artefacto reproductor de palabras, para mantenerlo en buen estado, y ahora lo único que deseaba era darle el menor uso posible. Ahora sus palabras pasarían directamente de la mente a la letra, para observarlas con cuidado, pues el sonido es rápido y desaparece, sin permitirle tomar a las desgraciadas y hacerlas pagar por todo lo que han hecho; sin embargo, las palabras escritas se quedan ahí, expuestas, temblando de miedo ante la posibilidad de ser sustituidas, reescritas, violadas, eliminadas. Se paran desnudas y vulnerables ante su creador. Por eso decidió dedicar su vida a torturar palabras, así, una a una, pagarían la cuenta pendiente que tienen con él. Así como una vez fue impotente ante ellas y las escuchó desde un rincón del clóset con las manos temblorosas, así las colocaría en la hoja, una a una, observándolas con mirada amenazante, sin hacerles saber si permanecerán enteras o mutiladas, temporalmente o para siempre; disfrutando del exquisito placer de su agonía.

martes, enero 14

AUTORREPARACION
Ya sea que lo consideremos un todo con nuestra mente, o un recipiente en el que habitamos, es inevitable el hecho de que permanecerá con nosotros hasta que muramos. Y pese a esta obvia realidad, lo desconocemos más que a la historia de México. Acudimos con él a la escuela, en donde nos saturan con todo tipo de conocimientos, útiles y no; conocimientos que nunca nos servirán para componer a la masa molecular en la que vivimos, nos movemos y somos.
Me doy cuenta de mi ignorancia con respecto a mi cuerpo siempre que, como hoy, alguna enfermedad me invade y tengo que recurrir a los consejos de un médico para sentirme mejor. A través del tiempo, he elaborado una pequeña lista de medicamentos que me han sido recetados en situaciones similares: para una infección respiratoria, un antibiótico, un analgésico, un antiestamínico y un desinflamatorio; para infección estomacal, un antibiótico, un supresor de naúseas (si hay vomito), un recubrimiento para la flora intestinal y algún analgésico estomacal; gastritis y... en fin, una lista para remediar los problemas más comunes. Creo que todos deberíamos conocer nuestro cuerpo y los remedios para sus enfermedades lo suficiente para ser capaces de prescindir del médico general. Es absurdo que dediquemos casi veinte años de nuestra vida al estudio escolar sin adquirir nociones de cómo reparar el medio a través del cual se manifiesta nuestro pensamiento. El estudio de la medicina debe ser una materia básica en la enseñanza formal, y para los que no la hemos recibido por ese medio, no cae mal interesarnos en éste tema, que además de fascinante, nos permitirá llevar una vida mejor, evitando sufrimientos y gastos innecesarios.

RECETA DE HOY (torceduras y dolor lumbar)
1 ampolleta de Diprospán (desinflamatorio)
3 ampolletas (una cada 24 hrs.) de Mobicox (analgésico y relajante muscular)
1 tableta de tabalón de 400mg. cada 8 hrs. mientras persista el dolor (analgésico, ibuprofeno)
ARTESANÍAS EN PELIGRO DE EXTINCION
No estuve totalmente deacuerdo en dedicar un día de ese viaje a ir a Guadalajara, pues presentía que no era un paseo para disfrutar. Estaba en lo cierto. Llevábamos una hora de camino cuando la plática se encaminó a las verdaderas intenciones: las compras. Iríamos antes que nada a Tonalá; esa especie de tianguis de artesanías que atrae al turismo por sus supuestos precios bajos. Ellas cacaraqueaban como gallinas de las maravillas que seguramente encontrarían en ese lugar, yo sonreía y las escuchaba. Me preguntaron:
--Oye Mayra, y tú que vas a comprar.
--Nada, no tengo ganas de comprar.
Observé su confusión ante mi respuesta, no supieron si reir o enfadarse; y optaron por soltar una risita corta e indecisa. Reí a carcajadas para mis adentros, y añadí.
--No me hace falta ningún adorno en mi casa.

Me gustan las cosas únicas: ese jarroncito escondido al fondo de la tienda que parece haber sido enviado hace tiempo, desde Africa. La canasta tejida a mano, con la peculiaridad que le dan los errores en el tejido. Hace tiempo creí que encontraría eso en Tonalá: verdadera artesanía mexicana, piezas únicas. Sin embargo, la globalización ha influenciado a los artesanos. El éxito de la producción en masa los ha hecho repensar su producción. Reaccionan a las modas, a los gustos del consumidor. Están en su derecho, necesitan vender y así lo logran. Desgraciadamente, el resultado de todo ésto es la repetición. Al igual que en los callejones de Los Angeles, uno camina por los interminables puesto de Tonalá para ver, una y otra vez, los mismos artículos, los mismos precios, lo mismo. Lo que podría parecer bello, termina por cansar la vista.
Caminé cerca de cinco horas por el lugar, observando cómo el par de mujeres que me acompañaban adquirían maceteros, vasos, candeleros, todo tipo de cosas de las que abundaban por ahí. Creo que la mercadotecnia funcionó, pero yo no hubiera encontrado una pieza lo suficientemente singular para atraer mi atención, si no observo con cuidado un tendido, en el que un hombre ofrecía unos collares de piedras negras y cafés.
--De qué son?
--Son semillas de guaje. Mire, son esos árboles que están allí. Alcanza a ver la vainas? pues de ahí son las semillas.
El collar adquirió significado en mi mano, y elegí uno de estructura triangular; el único que encontré sobre la manta extendida sin pretenciones sobre la banqueta.

jueves, enero 9

CUANTITATIVO VS. CUALITATIVO
Hace un par de meses, me ví tentada a instalar un contabilizador de visitas en mi blog. No hay duda en que me interesaba tener noticias acerca de los visitantes de este sitio, sin embargo, algo no me gustó de la forma en presentar la información. Y es que me niego a participar en la tendencia actual de convertir al ser humano en número o estadística (ver post anterior), y para mí, el conteo de visitas es una prueba más de ésto. No importa quién visitó, ni que opinión o comentario tuvo al encontrarse con nuestro blog: importa que es un número más que incrementa el conteo. Si escribimos un blog para ser populares y leídos por las masas, vale más que nuestros post se asemejen a los textos de TVyNovelas; de esa manera Servustats nos dará las mejores noticias.
Por mi parte, prefiero los comentarios y críticas personales, escasas, tal vez, pero con un valor por demás superior al de la cuantificación. Con esto en mente instalé, el día de ayer, mi tagboard.

martes, enero 7

2348164
El papel de número es, definitivamente, el menos apropiado para mí. Entré a telnor para contratar una línea telefónica, con un papelito en la mano que contenía mi número de solicitud. Con pasos cortos y asombrada ante la cantidad de personas que es capaz de albergar esa oficina, me acerqué al escritorio a preguntar por el procedimiento.
--Anótese ahí y espere a que la llamen.
Y creo que tomé la instrucción literalmente, ya qué, después de anotarme, me quedé parada junto a la mesita, esperando. Seguramente creí que un número no debe moverse. Probablemente llevaba unos ocho minutos de inmovilidad y absorción total en mis pensamientos, cuando una señora me regresó al mundo humano gritándome:
--Ay! jajajajaja, yo creí que usté era un maniquí de esos que ponen --y se alejó con la mano en en el pecho y una risa nerviosa.
No pensé una mejor idea que la de moverme, y caminé rumbo a una computadora (atracción natural), para conectarme a internet. La sala estaba cada vez más llena y el murmullo de números crecía. Pero esa computadora se me negaba, me pedía claves, números desconocidos.
--Señorita, señorita! esa computadora es para uso interno, si gusta usar el internet puede pasar a la sala del fondo.
De nuevo, la mejor idea fue moverme de ahí. Caminé entre los cuerpos con la mirada fija en las computadoras. Hice mis cálculos. Comprendí que no escucharía el llamado desde allá y, cómo buen número, decidí sentarme. Tan pronto lo hice, una voz me sentenció:
--Oiga, en ese asiento está mi esposo, no tarda.
Observé mis brazos, mis pies. Revisé el piso. Tal vez alguien notó que derramé unas cuantas letras al caminar, entre el mundo de números. Me instalé frente a los escritorios de quienes me llamarían, y observé la barrera "profesional"que establecían con los clientes. Atendían a la solicitud #2376234, la #2465876, la #2298765 interminablemente. Sus ojos se quedaban fijos en las pantallas, fijos en los documentos.
--Mayra Luna!
Y mi buenas tardes fue respondido con:
--Trae su número de solicitud?
--Sí, 2348164.
Quise ensayar de nuevo mi postura. Tal vez me encorvaría un poco cómo el 3. O cruzaría la pierna como el 4. Pero no pude, y busqué los ojos de la mujer que me atendía, alguna pista humana en su trato. Ella continuaba tecleando sin parar, cuando una compañera suya pasó a su lado y le dijo que iniciaría la dieta. La mujer estiró los labios en lo que pareció ser una sonrisa. Aproveché para iniciar una conversación con el tema más trillado del día: la rosca de reyes. Ella permaneció con la boca amplia y me habló de sus posadas, y los kilos de más, mientras apretaba los ojos y soltaba el cuerpo. No hubo nadie que me molestara mientras disfrutaba de escuchar a esa persona intercambiar lo que hubieran sido palabras numéricas, por letras.

lunes, enero 6

EL OTRO BLOG

Las palabras no dichas. Los deseos no satisfechos. Los libros no escritos. Las ideas no grabadas en un post.
Existirá un lugar a donde sea posible acudir para conocer lo que pudo haber sido? una especie de limbo de pensamientos?
Hoy, mientras comia, generé mentalmente varios posts de lo que observaba-analizaba. Posts que nunca llegarán hasta aqui; por lo menos no tal y como los estructuré en ese momento.Es casi seguro que esto pasa a todos los que escribimos en un blog; probablemente posteamos durante el dia textos más interesantes que los que terminan siendo publicados aquí. Sin embargo, sé que es iluso creer que esos son 'textos', pues los textos solamente se crean al ser escritos. Son simples ideas esperando desdoblarse, transformándose en escritura. Y se quedan ahí, en lo intangible, en el receptáculo enorme de la decidia que engloba siempre la realidad de lo que deseamos, de lo que hubiéramos sido.

viernes, enero 3

VIDA DE INICIOS
El aterrizaje me puso eufórica. Y no por temor a un accidente, si no por la sensación adictiva de un inicio. Bajé del avión a toda prisa; el viento tibio marcó la primera diferencia con mi ciudad de origen: Tijuana. Estaba en el aeropuerto de Morelia, por primera vez. Y es que por encima de lo bello que, según me anunciaron, es la ciudad; por encima del hecho de que llegaba a vacacionar, por encima de todo, algo iniciaba. Observé detenidamente la sala en la que recogería mi equipaje; y el no haberla visto nunca fue lo que más me agradó; salir del lugar y observar ese paisaje, que si bien no tenía nada espectacular, se mostraba ante mí por por primera vez. El recorrido en el auto por entre las rancherías para llegar a la ciudad; el sol que apenas iba despertando sobre los sembradíos.
Y los días se sucedieron en inicios de paisajes y personas; hasta que el veneno de la memoria hizo su efecto. Ahora, ya recordaba los caminos y los lugares clave para orientarme. El viento en mi rostro se fue haciendo familiar, pues era semejante al que recordaba haber sentido el día anterior. Las personas usaban el tono de voz que esperaba de ellas, sus gestos y ademanes; y pronto todo careció de inicios. La memoria encontró la manera de instalar rutinas, familiaridad. Necesitaba huir, lanzarme en busca de otra ciudad, de un camino no recorrido antes por la memoria. Crucé incontables pueblos para llegar a otras ciudades, y cada uno significaba un inicio que pronto, se me fue de las manos: encontré un patrón. Noté ciertas características comunes entre ellos: la calle principal, el centro de la ciudad, la colocación y estructura de sus construcciones, la actitud en los rostros de sus habitantes; ahora cada pueblo me recordaba otro, y visitarlos se convirtió en repetición constante, en una nueva rutina con mínimas diferencias.

Soy adicta a los inicios. Podría viajar indefinidamente, desarrollar una manera de ver el mundo desde todas las perspectivas, lo que fuera con tal de alimentarme glotonamente de inicios. Soy producto de una programación, lo sé. Desde pequeña aprendí que los incios son grandes ocasiones: los primeros pasos, el primer día en la escuela, el primer beso, el primer... todo. Pareciera que el segundo y el tercero y el cuarto no contaran. Y no cuentan, precisamente, porque el recuerdo anterior hace comparaciones y juicios. La tecnología moderna debería --en vez de repetir seres humanos rutinarios (clonación)-- desarrollar un método para extirpar la memoria de los existentes (dejarla únicamente como atributo deseable en las computadoras). Así podríamos disfrutar de una vida conformada, exclusivamente, de inicios.
CIERTO MOMENTO

Sintió que reventaba. Llevaba casi cuatro meses queriéndolo decir, pero la temperatura era siempre inadecuada, los colores de la casa muy pálidos, o su voz demasiado ronca. Caminó veintisiete pasos desde la recámara hasta el comedor, y lo encontró de nuevo muy frío.
Ella armaba una maqueta para la presentación de su proyecto y, con su esmero en el acto, repelía toda acusación o reclamo. Este no era el momento. Caminó doce pasos hacia ella, y observó la luz de la lámpara batirse a muerte con la luz solar, sin lograr el triunfo . Y se sintió esa luz pusilánime y anacrónica, que quiere mostrar el poder que sólo de noche se le otorga.
Por eso tomó las llaves del auto y salió a las tres de la tarde, justo antes de comer. Sintió como sus pulmones se expandían ante la incapacidad de hablar, ante los labios inservibles de siempre. Y, sin rumbo alguno, estacionó el auto frente a una mueblería y tomó un camino cualquiera.
Observó sus pasos, uno a uno. Marcaban huellas absurdas en el polvo adusto. Alguna vez escuchó que esas huellas formaban el mapa de su vida; no lo creía así. Para él, los mapas son elaborados para encontrar algo, y su vida era un constante no encontrar, una búsqueda de nada. Decenas de personas cruzaban su camino, le seguían, le esquivaban. Pensó que seguramente ellas habían encontrado el momento, el sabor en la boca, la textura adecuada del aire entre los dedos; y ahora se dirigían sin remordimientos hacia ese lugar, hacia cierto destino.
Entró a la tienda sin conocer la razón, y observó con detenimiento una cama individual, con cabecera de herraje y colchón multicolor. Llamó su atención de forma inusitada. Se quedó mirándola sin pensar en el tiempo, ni en la razón. Probó el aire entre sus dedos: estaba casi listo. El vendedor lo ayudó a subirla al techo de su auto y, con una sonrisa lenta, casi desesperante, murmuró cuatro palabras desarticuladas. El asintió, pero no por cortesía, si no porque esas palabras habían sido dichas en la hora correcta. Paseó un buen rato su colchón. Deseaba que conociera la ciudad, que se sintiera parte del todo. Y comenzó a alejarse entre más cerca estaba de su casa. Se alejó tanto que se preguntó por la causa del sufrimiento cuando se logra una lejanía semejante.
Tocó el timbre.
Ella abrió sin mirarle a los ojos, y se retiró con rapidez.
Entró.Repentinamente el color de las paredes se acopló a sus palabras, el aire adquirió la consistencia perfecta y el respaldo del sillón, siempre áspero, se mostró condescendiente a la palma de su mano. La invitó a salir a la cochera, a mirar su auto. Ella lo observó sin asombro. Le dijo:
–Me da gusto. Estudié tu mapa, Joaquín, y no lleva a ningún lado. Pero los pasos que diste este día, no aparecen ahí.
Y un gracias resbaló a perfecta velocidad de su garganta a su boca, con cadencia, tocando el viento fuera de su cuerpo con un sonido suave y resuelto. Con el exacto timbre de su voz.

miércoles, enero 1

NEW YEAR''S EVE
Pero que patético y antiglamoroso resultará que escribas en tu blog el 31 de diciembre en la noche, me dije; mejor sigue escribiendo en word y nadie lo notará. Perdí. Así que inicio el año con ésta actividad que, desde que me la tomé algo en serio, ha sacudido y reacomodado mi vida sin pedirme ninguna autorización. Y creo que no es ninguna casualidad el iniciar el año de esta manera; algo hay en esta actividad solitaria que me llama irracionalmente. He escuchado todo tipo de advertencias ante los peligros de la escritura, pero ¿que hacer cuando no se puede hacer nada? Sucumbir. Sucumbir irremediablemente.