Murmuro
Escribo más –nos decíamos en el teléfono– cuando hay en mi maleta un cúmulo de exámenes que me aguardan. La escritura como escape. Ese "no estar haciendo lo que se debe". Y lo que se debe hacer es eso –me decía él–, mientras miraba los niños que jugaban bajo su ventana, las mujeres y hombres que subían a sus autos con destino a vivir. –Y yo encerrado escribiendo– murmuraba. Entonces, si escribir es también fuga ¿Cuál es el destino? No lo hay –ahora me lo digo yo–, pues no hay destino en las fugas. Las fugas sólo son impulso, la dirección no interesa.
Sin duda, es mejor no saber a dónde se va. ¿Y acaso alguien lo sabe?
–Es abrir puertas –dice su escritura. Ya no utiliza palabras, abre puertas. Se escapa tras ellas.
Si el lenguaje es muro, es la posibilidad de una puerta. Hay quien sólo ve el muro. Y transforma el muro. Pinta el muro. Añade partes al muro. Incluso recombina sus bloques. Y lo llama arte. Escritura. Pero permanece encerrado en la habitación de las convenciones. También existe aquel quien ve en el muro una posibilidad.
Murmuro. Repetición. Escritura. Canto a la pared hasta que abra.
No importa que se halle detrás.