martes, mayo 31

OPCIONES


Escribir narrativa es tan sólo el preámbulo de algo superior. Ese algo es la práctica de la peluquería.

Centenares de años ha sudado la literatura para captar la narrativa oral de manera fiel. Sólo tipos de la talla de Rulfo lo han logrado, sin embargo lo que ofrecen es una estupenda versión literaria de la oralidad, más nunca una fidelidad total a ésta. Por el contrario, los peluqueros, estilistas, peinadoras y demás, poseen una habilidad narrativa completa, es decir, que involucra al cuerpo, tanto el suyo como el de quien escucha la historia. Sus cambios de una historia a otra (a lo García Márquez, diría el Ello literario) son asombrosos, el tono de la voz, el entusiasmo y la capacidad para delinear personajes con dos o tres detalles son geniales. Nada que ver con esos insípidos esfuerzos intelectuales de quien decide fabricar a toda costa a un apuesto Frankenstein. Es claro que para trascender del estudio al salón de belleza deben cumplirse horas de entrenamiento, de oído agudo, de inventar pretexto tras pretexto para escuchar al maestro.

Por eso, hace unos días, en una peluquería, mientras tomaba en mis manos a Gombrowicz, me vi obligada a dejarlo para escuchar asombrada a una de esas maestras. Creo que desde ese momento decidí dejar de leer.



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Hace unos días escuchaba en la estación Radio Latina un recuento de lo que ha sido la feria del libro en Tijuana desde el 2002 hasta la fecha. Fue muy extraño oír en la voz del locutor los nombres de los escritores que han estado y estarán en la feria cuando, durante muchos años solamente lo he escuchado mencionar a Paulina Rubio, Alejandro Sanz y Sin Bandera. Incluso tuvo que hacer un preámbulo en el que llamaba al auditorio a “ponerse serio y cultural”. Sin duda, la literatura requiere con urgencia de mayor auditorio, pero esta ingerencia en una estación de radio se da cuando en la feria del libro del presente año los conciertos musicales casi igualan a las presentaciones literarias. El espectáculo es necesario para convocar y la literatura no lo ofrece.

Tal vez, habrá que repensar la estructura social sin modificar la literatura. Las masas deben volverse literarias.

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Sentada en una banca, bajo un árbol y frente al mar, leo uno de esos libros filosóficos denominados comúnmente “difíciles”. Lo disfruto. Pasa frente a mí una niña de seis años en uniforme quien tira del brazo de su madre y le lloriquea que quiere bajar al mar. La madre solamente la sujeta y no le presta mucha atención, pues el bebé que trae en los brazos ha tirado el chupón y llora sin parar.

Me observo. Qué holgazanería. El afán de conocimiento es la más fácil de las existencias.

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Vivir bajo la emisión de dobles mensajes es la condición esencial para la esquizofrenia. La esquizofrenia es la energía individual vuelta contra sí mismo. El espectáculo emite todos sus mensajes en forma paradójica, de modo que la única opción contra éste sea la autodestrucción. “Sé delgado” y “elige tu combo biggie” se transforma en bulimia. En una escisión constante en la cual el desgaste se produce entre las fuerzas a favor y en contra de quien las posee, mientras en el exterior los movimientos económicos, sociales y políticos se perciben ajenos. No hay ningún peligro en otorgar toda la libertad a quien está demasiado ocupado consigo mismo y sus demonios; con el esquizojuguete personal más entretenido del milenio.

sábado, mayo 21

MALAS PALABRAS


Para todos los que nos regodeamos en criticar al sistema (o en conservarlo, que es lo mismo), existen dos palabras abominables, a las cuales atribuimos todos los males humanos.

TRABAJO y CONSUMO

Y la utopía es vivir sin contaminar nuestras acciones angelicales con estos verbos. El primero denigra, vuelve a quien lo hace un autómata, un esclavo de los esclavos. Cumple horarios, recibe un sueldo, obedece órdenes de sí mismo o de otro. Una vez lograda tan ruin actividad, acude a los macrocentros comerciales a deshacerse de su vergüenza transformándola en objetos con los que satisface necesidades inexistentes, meramente creadas por la publicidad.

Desolador.

¿Es necesario el trabajo? Los millones de "creadores" frustrados alrededor del mundo se rehusan a trabajar, incluso en su obra. El esfuerzo es un término del siglo XIX, y nadie quiere dejar de ser posmoderno; aunque esto signifique crear en la mente, ser en la mente, rascarse la panza en la mediocridad mientras se critica a quien trabaja.

Adquirir tomates y pasta de dientes en el supermercado es consumir, y es necesario. Consumir es necesario. El problema del consumo es cuando éste se vuelve espectáculo, entretenimiento. Cuando nos relacionamos -como dice Debord- a través de ello. El ir de compras como actividad familiar, el ver películas como manera de convivir con la pareja, el adquirir para suplir carencias que no tienen que ver con eventos, imágenes, sonidos u objetos.

No rechazamos a un amigo cuando está enfermo. Trabajo y consumo están enfermos, pero son vocablos que fueron generados en la salud. Ahora, contaminados, forman una unidad complementaria de la que es difícil escapar. No imposible.

La ecología también debería encargarse de la contaminación que sufre el lenguaje con el capitalismo. La contaminación ligüística nos ha llevado a rechazar palabras que nos permiten crecer y desarrollarnos en todos los ámbitos. Sin ellas, hemos llegado hasta aquí.

miércoles, mayo 18


Lenguaje y otros obstáculos


La polisemia es el principio de la globalización. Un solo signo que incluye varios significados. Un solo signo que sueña con incluir TODOS los significados. El “lugar común” de todos los significados. Si el lenguaje inició con la intención de expresar un yo singular, y esa presunción fue negada en Hegel, ahora pretende retomar de nuevo ese camino. En el lenguaje global de lugares comunes, se tiende cada vez más a la generalización; esto lleva la intención subyacente de conseguir que una palabra lo nombre todo. Pero una vez nombrado, la palabra no será necesaria y desaparecerá.

El lenguaje camina hacia su autodestrucción. Prueba de ello es el metadiscurso, pues, sólo puede hablarse de algo cuanto esto está a punto de desaparecer.


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El plural sólo existe en el lenguaje. Fue diseñado para negar. Cuando se utiliza la generalización se habla de una irrealidad, pues ésta carece de una correspondencia existencial.


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El acento regional de un idioma es un disfraz. Y como todo disfraz, hace evidente una carencia, tal como la voz de chica adolescente de Mike Tyson muestra su debilidad oculta tras su cuerpo paquidérmico. El acento se mezcla con el tono de voz para ocultar/evidenciar a quien lo utiliza. Así cuando escucho a un bronco norteño mexicano patear al mundo con cada palabra que pronuncia, sé que tiene un miedo terrible a mostrar la sensibilidad que experimenta como debilidad; ésta amenaza cada vez que habla con asomarse, y hacerlo caer en ridículo frente a los demás actores parlanchines de bigote. Lo mismo sucede con el rimbombante y cantado acento del centro que clama la atención de cuanto ser vivo alcance a escucharlo; todo un despliegue de artificios de quien desea hacer notar su importancia, pues teme, a cada segundo, que sus oyentes escuchen el susurro quedo y lastimero de quien pide perdón por existir.


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"Crear es aligerar, es descargar la vida. Inventar nuevas posibilidades de vida. El creador es un lengislador –bailarín."

Gilles Deleuze, Nietzsche

domingo, mayo 8

HACIA ADENTRO


La repetición muestra algo que busca ser resuelto. Nada más cierto si escuchamos a quienes viven en las calles hablando con nadie y siempre del mismo tema. La característica principal de alguien es su petición; repite su patrón esperando en silencio que alguien lo escuche. Así como la Historia. Si es cierto que ésta ha llegado a su fin, ahora tan sólo se repite. Vuelven los sistemas derrocados, el conservadurismo, las modas. Bastará simplemente observar las repeticiones incesantes de la historia para atender su reclamo. Sólo así la pausa que experimentamos en la evolución desaparecerá.


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El miedo es de quien lo trabaja.


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No es válido lamentarse de los inconvenientes de la ciudad en la que se vive. Cada ciudad tiene características propias que son compatibles con la propia neurosis. Quien está dispuesto a establecer contacto real con el otro, buscará existir en un sitio en el que el ritmo de vida lo permita. Los que por el contrario, contamos las horas en las que nos relacionamos con esos seres extraños de existencias incomprensibles, elegimos las ciudades frenéticas. Así podemos culpar al tráfico, al tiempo cada vez más reducido, a las grandes distancias, incluso a las filas para ir al vecino país, con tal de no asumir que si elegimos vivir aquí, es porque en realidad no deseamos tener tiempo, ni la posibilidad de una cercanía, que estamos aquí para no estar; y que esta ciudad es el lugar perfecto para hacerlo.