sábado, febrero 4


Demasiado


Existe demasiado. Solamente demasiado. No es una multitud ni una acumulación. No tiene ejemplos. Ni siquiera causas. Simplemente existe a la vez, caóticamente. No es demasiado pensar, ni demasiado alcohol. Ni demasiados productos o discursos. Ni siquiera demasiado espectáculo.


Demasiado aturde y confunde. Demasiado paraliza. Demasiado incluso puede ser nada. Una nada que petrifica. Demasiado conecta siempre. No puede estar solo. Demasiado necesita demasiado. Demasiado al pasado. Demasiado coloca sobre un punto todo lo que no está. Demasiado produce vacío. Ausencia. Demasiado no llena huecos, los produce.

Nada es demasiado. Nunca es demasiado. Éstas son frases totalmente ciertas. Demasiado aniquila porque nunca está en el presente. Porque demasiado impide el contacto. Demasiado es sinsentido y duración.

Pero demasiado es una orilla. Un borde. El precipicio. Demasiado es la aproximación a una frontera. La cercanía del límite. Del fin. Demasiado es cerca, pero no ahí.

Demasiado obliga el deseo del futuro. Vislumbrar el sitio donde termina.

Desgraciadamente, demasiado es cíclico.

Demasiado no es, solamente está. Demasiado está en el lenguaje.