domingo, marzo 4

POLIGLOSIA


Aprender un nuevo idioma requiere de una vuelta a la infancia. Cualquier método de aprendizaje que pretenda enseñar "al adulto", fracasará. Un nuevo idioma presenta la posibilidad de adquirir una nueva cosmovisión. Para ello, la enseñanza de un idioma nuevo se apoya en la construcción de una identidad, tal y como sucede en las primeras etapas de la vida. Es preciso diferenciarse de lo que está afuera para poder hablar de ello. Esa es la condición de la existencia del lenguaje, la separación.

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La poliglosia es una herramienta útil contra el imperialismo. Ya no deseo poseer a aquel a quien comprendo. Ser monoglótico es una característica de los imperios. Lo es también el viajar únicamente dentro de su propio territorio. Desconociendo la otredad, la experiementan como amenazante y desean destruirla. Bastaría el aprendizaje de los idiomas de los países invadidos para abandonar la invasión.

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El aprendizaje de un idioma distinto, en sus inicio, permite apreciar el habla como un flujo y no como una serie de segmentos. Las letras que conocemos se mezclan de maneras incomprensibles dando la impresión de fundirse unas con otras. Experimentar ese maravilloso momento inicial del aprendizaje de un idioma equivale a los primeros momentos de una relación amorosa, en los que todo fluye y nada se comprende. Posteriormente, con el conocimiento de las palabras, estas comienzan a fragmentarse, y se pasa del flujo al significado. Llega el compromiso. Y con ello, la etapa de construir.

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Existen estudios que aseguran que aprender un nuevo idioma produce el olvido de palabras en la lengua materna. De ahí que un nuevo idioma abra la posibilidad de la transformación. Grandes escritores han preferido idiomas ajenos para la construcción de su obra. Y es que, cuando la necesidad de metamorfosis apremia, un nuevo arsenal de palabras abre la posibilidad de que alguien distinto emerja en nostros. Aquel que, en nuestra lengua materna, dormía.