lunes, abril 11


Evaluando huecos


–Tú juzgas la obra en base a lo que no es; júzgala por lo que es.

Tiendo a defender con ahínco mi punto de vista, pero esta vez guardé silencio.

Es obvio que mirar a través de los huecos de algo nos impide observarlo. Es obvio que observar las carencias de una persona nos impide observar a la persona. Es obvio que observar nuestras carencias nos impide vernos. Y si bien es desolador no observar nada ni a nadie, es aún más alarmante la manera en que compensamos esas “carencias”.

Alguien que se siente estancado en su vida, probablemente lo resuelva comprando varios pares de zapatos.

Si percibo la realidad llena de huecos, es porque así me percibo; aunque esto sea una falacia. Envidio al otro por la única razón de que no soy él; Pessoa lo sabía bien. Y si no soy él, por lo menos puedo comprarme una camiseta igual.

El objetivo de la mercadotecnia ya no es la creación de necesidades, sino de ausencias. En esos huecos debe haber algo y es necesario adquirirlo. Una personalidad más alegre. Un amiga delgada. Popularidad. Una religión. Otro cabello. Esos calcetines. Un hijo.

Pero para dejar de ver a través de los huecos y observar lo que está, es necesaria una reeducación de la percepción; muchos güevos y una manera de experimentar que no sea comparativa. Pero tenemos tanto miedo de mirar de frente la tierra sobre la que vivimos, que preferimos cubrirla con asfalto.

Así, cuando pienso en Tijuana, pienso en una ciudad llena de baches.