LA CRUDA
Una estrategia de las sociedades de control
La crudas son un método de autocontrol instaladas en nosotros para mantener el orden social. Es por eso que, si ponemos atención, no es un caldo de mariscos o unos chilaquiles lo que cura una cruda. Las crudas se curan pensando.
Al pensar, la cruda va cesando poco a poco. Lo que sucede al pensar es que las conexiones neuronales desestibilizadas durante la embriaguez reestablecen su orden.Así perdemos esa sensación desagradable, pero al mismo tiempo construimos de nuevo en nuestra mente la estructura cuadrada y fija que rige normalemente nuestra vida. Estructura que habíamos creído perder durante la borrachera.
Por evitar esto, recomiendo seguir el consejo de Baudelaire:
Y si alguna vez os despertáis en la escalinata de un palacio, en la verde hierba de un foso, en la mustia soledad de vuestro cuarto, habiendo disminuido o desaparecido la embriaguez, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, gime, rueda, canta y habla, preguntadle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el reloj os responderán:
"¡Es hora de embriagarse! Para no ser esclavos martirizados por el Tiempo, embriagaos, embriagaos constantemente. De vino, de poesía o de virtud, a vuestro antojo"
O bien, si por algún motivo es imposible seguir este consejo, es preciso seguir uno aún más difícil: evitar el pensamiento después de una borrachera. Tal vez soportemos una cruda que durará varios días, pero tarde o temprano cederá. Días después, al finalizar la próxima borrachera, nuestra mente conservará su desorden previo y sumará el nuevo. Mientras continuemos utilizando este método y dejando de pensar, llegaremos al punto más aterrador para la sociedad de control: eliminar por completo el consciente que nos reprime. Liberados de la carga de pensar, deambularemos con el insconsciente abierto en todo momento. Es cierto, el manicomio será una posibilidad. Pero ya nada limitará el éxtasis de vivir tal cual somos a cada instante.