sábado, junio 12

Has it no (humanity) ended up contaminating the world (of which it is, nevertheless, an integral part) with its not-being, its way of not-being-in-the-world?

Jean Baudrillard

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Me levantaré e iré a mi padre...

"En el principio era el Verbo(...)y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". Al hacerse carne, se olvidó al Verbo. La evolución continuó, como continúan desarrollándose los hijos: lo más lejos posible de su origen. El origen es el Verbo. La carne reinó por ser lo opuesto. La carne durante siglos y siglos. Alabanza a la carne, utilización del cuerpo hasta casi destruirlo.

Llegó el cáncer.

El cáncer es olvidar la muerte. El cáncer es el recordatorio de nuestro origen inmortal: origen verbal. Unas células que olvidan desintegrarse y continúan multiplicándose indefinidamente, aún fuera del cuerpo. El cáncer nos recuerda al Verbo, y vamos hacia él.

El camino hacia el Verbo, por ser un camino de retroceso, es infinitamente más veloz que el camino hacia el cuerpo. En unas cuantas décadas de intentar la reconciliación con el origen, se ha avanzado lo que para el cuerpo tomó decenas de siglos. La información viaja a velocidades gigantes.

El sexo corporal se está volviendo caduco frente al cibersexo . Toda la utilización del cuerpo camina hacia la obsolescencia. La tecnología permite retroceder sin freno, ser información, vivir en la mente.

La época actual, lejos de ser transgresora, es la más tradicional. Hemos tenido tanto miedo de continuar la evolución siendo seres sexuados, que preferimos lo andrógino. De ser mortales, que buscamos la inmortalidad. De ser corporales que, como hijos pródigos, regresamos corriendo con los brazos abiertos al Verbo, declarándonos incapaces de llegar a la madurez humana que, lejos de ser una anulación de capacidades, es una integración de las mismas. Pero tenemos miedo de ser adultos. Mucho, mucho miedo.