Fecha: 17 de julio de 2004-20 (1984)
Por un momento creí que escuchaba a Yuri. Me emocioné.
"Pasa ligera, la maldita primavera. Pasa ligera, me maldice sólo a mí..."
Pero no, era otro remake.
Tal vez en estos tiempos en que los niños saben usar las computadoras desde los dos años, este procedimiento de regrabar canciones del pasado parezca inofensivo; pero para mí, que vengo de los tiempos de Menudo, Michael Jackson y 1984, esto es una reescritura de la historia y, por lo tanto, una manipulación (paranoia incluída).
"Creen que yo no me doy cuenta, lo que pasa es que ya no quiero más problemas con su amor..." La ficción que narra Orwell en 1984 contiene las predicciones más acertadas que jamás se hayan hecho acerca del futuro de la humanidad. Nostradamus le queda corto. El oficio de su personaje Winston Smith es el oficio más común en la actualidad: reescribir el pasado. Sólo que en la obra de Orwell esto se hace de una manera seria y secreta, mientras que en nuestro tiempo se realiza de una manera abierta y "divertida".
¿Cómo se reescribe el pasado? Con el retro, el remake, el comeback.
El pasado se reescribe actualizándolo como a un estado financiero. Traduciéndolo al presente. Reescribiendo la historia a través del cine, de la música, de la moda. El presente es la prueba de que existió el pasado, y cuando este pasado es reformulado con los métodos actuales, automáticamente se anula. Si el simple acto de narrar un hecho histórico ya lo invalida, el acto de re-representarlo lo elimina.
Una adolescente que escuche a La factoría cantando: "Yo necesito saber, si tú me quieres..." jamás pensará en Rocío Dúrcal. No existe el antecedente en su mente; y a nosotros, veteranos, el recuerdo nos ha sido distorsionado.
Esto es a nivel musical, y pudiera parecer inofensivo; pero recordemos la reescritura de la historia en películas como Zapata, de Alfonso Arau, en la que el contacto con nuestro pasado se vuelve una broma de mal gusto. Incluyamos en esta categoría a todas la películas de época que no tratan de un acontecimiento histórico de importancia, pero que describen todo un modo de vida que existió hace décadas o centurias. Para la mayoría de los espectadores, ésa será la única referencia de las costumbres de ese pueblo en ese determinado período de tiempo.
Ni hablar de la reescritura de la historia en los mismos libros de historia, en los archivos de la nación, en los libros de texto. Las profecías de Orwell se han cumplido a tal grado que ahora, el Gran Hermano (nuestro presidente Fox) ha considerado la eliminación de la época prehispánica en los libros de texto. Tal vez así pretenda eliminar nuestra "tradición" indígena de adorar a los extranjeros como si fuesen dioses. Tal vez, cuando crezca la generación de los niños mexicanos con el eslabón perdido de sus raíces indígenas, posea el orgullo de los pueblos europeos (porque, obviamente, no puede tenerlo de los pueblos indígenas de los que proviene) y desprecie a los estadounidenses como lo hacen los franceses. Dudo que funcione Mr. President.
La reescritura de la historia también se realiza a través de la reconstrucción de la arquitectura antigua. Al caminar por Guanajuato después de haber visitado veintiocho veces Disneylandia, se tiene la sensación de que la Alhóndiga de granaditas es un juego parecido a los Piratas del caribe, y que el centro de la ciudad es una copia de Main Street U.S.A., o tal vez del centro comercial del hotel Caesar's de Las Vegas. La historia inmersa en las construcciones originales se anula al colocarse en el mismo plano. Cuando todo es re-producido, lo producido pierde su valor.
La historia se ha detenido, menciona Orwell. Y esa es precisamente la característica promordial de la postmodernidad. No hay nada hacia adelante. El tiempo transcurre en una constante variación de las representaciones del pasado; un reciciclaje de la historia que contribuye a que "todo permaneza exactamente como está".