No estás Zoloft
Si el mundo te parece un lugar nefasto para vivir. Si crees que existe un complot diseñado para alejarte de tus seres queridos y acercarte al trabajo. Si piensas que las personas con las que te relacionas son falsas y solamente desean algo de ti. Si tienes miedo de salir de tu casa para no encontrarte con un cobrador. Si te cansas de gastar todo tu sueldo en ir al cine, tomar y comer en restaurantes y comprar ropa. Si ves las noticias o tus emails y decides dejar de usar pasta de dientes, champú, tinta para la impresora, aceite vegetal o azúcar, porque son un peligro aún mayor que el asteroide que probablemente aniquilará la tierra. Si decides mejor quedarte a leer cuando vienen a la ciudad los Rolling Stones. Padeces una terrible enfermedad.
Social Anxiety Disorder.
No traduciré el término para evitar que una pavada de ese tipo contamine al español.
Me quedé atónita cuando, en un canal norteamericano vi la caricatura de unas pequeñas bolas blancas con ojos. Una de ellas se sonrojaba al estar junto a las demás y se retiraba a un rincón. Esto, por supuesto, era una enfermedad; y para ello, anunciaban la cura perfecta: Zoloft. Un medicamento diseñado para sanar tan tremendo mal. Un medicamento que no transformará tu realidad, pero permitirá la percibas transformada.
Pastillas para dormir. Pastillas para adelgazar. Pastillas para defecar. Pastillas para coger.
Un cuerpo anquilosado.
Jamás se atribuirán las consecuencias del estilo de vida predominante en los países industrializados a su causa real. Si te golpeo y sangras, debes padecer hemofilia, pues no hay razón para que suceda eso; anda, toma este medicamento. Lo terrible no es que se les llamen enfermedades, ni que se elaboren medicamentos para “combatirlas”. Lo terrible es que haya quien se lo crea y las consuma. La razón para ello es el pecado original de nuestro tiempo: la comodidad. Como es más fácil utilizar las escaleras eléctricas o el elevador, los uso. Ya después tomaré medicamento para las consecuencias de una vida sedentaria.
Zoloft parece una creación Orwelliana. O, a lo Baudrillard, una nueva manera de simulación de la realidad. También la solución al grito de “quítenme esta soledad” de Juan Gabriel. O cualquier otra mofa o sesuda conclusión. Pero ya está físicamente disponible en las farmacias norteamericanas, y tal vez ya en algunas mexicanas. Peor aún, tal vez el empleado falsamente sonriente del Blockbuster, ese de la cara extraña y las palabras mecánicas. El que no pudo responder a nuestra pregunta hasta que se cercioró en la computadora, sea uno de los “felices” clientes que ya disfruta Zoloft de la vida.
Un ciudadano del mundo.