Exploraciones domésticas
No tiene caso salir de vacaciones. Ninguna de las expectativas se cumplen. Por más distinto que sea el lugar visitado, nunca será tan extraño como para que valga la pena viajar para llegar ahí.
Propongo la experiencia del encierro. Conocer el sitio doméstico a conciencia. Agotar incluso las propiedades de un tapete, el uso aún no descubierto de la cortina de baño; las conversaciones matinales con la luz de la ventana. No vacacionar hasta conocer cada hebra de nuestra cobija. No salir hasta no recorrer el último milímetro del propio cuarto. Una vez logrado, sería posible, tal vez, aventurarse hasta el jardín.