martes, marzo 29


Happening


La suciedad sólo oculta la desconfianza. La incredulidad. Nunca supe que los gorriones me habían declarado un caso perdido hasta que limpié mis ventanas. Sin escrúpulos, sin consideración alguna hacia mi persona, el gorrión que todas las mañanas visita mi jardín, levantó el vuelo. Sin una sonrisa como la que cualquiera de nosotros reconocería, pero con una sonrisa, aceleró su aleteo y se estrelló contra el vidrio. Cayó.

Los animales no poseen ninguna nobleza. Son como cualquier artista. Todo ese dolor del choque, de la caída, lo soportó tan sólo para hacerme saber que creía más posible que un trozo de firmamento de pronto hubiera ocupado el hueco en mi pared, a que la ventana permaneciera ahí y estuviera limpia.

Vaya manera de hacer arte.