lunes, enero 24

Clonaciones mentales

Están solos. Solos porque los demás son demasiado semejantes como para soportarlos. Demasiado distintos, por lo que su juicio es inevitable. Habitan la tierra de la alienación. Son fracasados porque no se multiplican.

Imagina que eres lo suficientemente distinto como para sobresalir. Distinto sin ser una amenaza. Nadie teme perder el poder por tus cualidades. Son, digamos, de segunda clase. Pero esas cualidades están a tu disposición para multiplicarte. En un medio en el que lo que se necesita, se inventa, tienes la posibilidad de producir tus propios acompañantes. Y no serán cyborgs o antropoides, sino seres humanos que morirán por ser tú. Un mundo a tu imagen y semejanza.

Sabes que no lo podrás hacer si eres la réplica de otro; sólo que decidas hacerlo en el tercer mundo. Ahí sí puedes ser una repetición de las repeticiones; ahí todo llega diez años más tarde.

Las maneras de multiplicarte son muy diversas. Puedes elegir la vía política y lograr que gran parte de la población te venere y, por ende, se asemeje a ti. Entonces nunca estarás solo. Irás por las calles y habrá siempre alguien que desee estar a tu lado; lo mismo sucederá en el restaurante, en el centro comercial, en el palacio de gobierno; hasta en el escusado habrá alguien acompañándote, dispuesto a limpiarte el culo.

También puedes elegir ser un delincuente. No cualquier delincuente, un Gran Delincuente. Entonces nunca estará solo. Tendrás hombres que te seguirán a donde vayas, quienes te odiarán y te admirarán de igual manera. Y no sólo estarán contigo los que reciban tu pago, también estarán tus réplicas, esos que se vestirán como tú, hablarán como tú, escucharán la música que creen que tú escuchas. Y no te dejarán sólo, porque su mayor anhelo será estar junto a ti.

Olvídate de crimen y política, que son una sola cosa. Si quieres hacerlo como lo hacen los triunfadores, como incluso lo desean los criminales y los políticos, tienes que llamar la atención de tal modo que tu cara sea impresa en revistas, portadas de discos, o en la página cambiante del cine o la televisión. Si no sabes hacer nada, no importa, lo necesario es que tengas la estrategia correcta para que haya miles que quieran ser como tú. Así, cuando salgas a la calle no te sentirás un ser de otro mundo, o una persona normal con una patética vida “cotidiana”. Ellos, los normales, deben esforzarse en mantener relaciones amorosas, amistosas y familiares para no estar solos; eso es demasiado difícil en un mundo como éste, además, eso sólo da satisfacción a otros e impide que quien lo hace sea exitoso, que tenga fama, que su nombre suene en la boca de más de veinte. No te angusties, no tienes que vivir eso; tú sólo necesitas ser proyectado: todos querrán ser tú.

Todos morirán por estar contigo. Aunque no les digas nada. Te seguirán en el aeropuerto, en la calle, en el mercado y en el bar. Jamás estarás sólo. Hablarán más de ti que de sí mismos. Se reunirán en los cafés –ignorando lo que sucede en su casa, lo que sucede en la ciudad, lo que sucede dentro de sí mismos– para hablar de ti, de tu trabajo más reciente, de tu vestimenta, de tu entrevista, de tu nuevo “romance”. Y podrás llegar a su mesa y te dejarán hablar, y estarán contigo todo el tiempo que así lo desees.

No pienses que te irás solo a casa. Habrá miles deseando ir contigo. Sólo extiende tu mano y elige. Es posible que la relación no funcione, pues casi siempre es insoportable estar con uno mismo. Pero podrás intentar con él que sigue, con la que sigue, con todos los tú que hayas logrado fabricar. Cierto, de conocerte se volverán contra ti, se desencantarán. Pero siempre tendrás la ventaja de que afuera, te esperará alguien más.

El objetivo es que el mundo sea tu imagen. Que esté tan lleno de tús como sea posible. Que mueras, y los tús que dejaste continúen reproduciéndose; como los sequels, como el retro, como todo lo que se repite cuando la historia ha llegado a su fin.

Ahora, cierra los ojos. Imagina que sucede y, mientras lo piensas, mírate en tu mente. Observa tu vida. Observa la vida de los cientos como tú. Ahora pregúntate, ¿a quién te pareces? Si puedes responder, continúa imaginando. Eso es todo lo que podrás hacer.