AÑO NUEVO, TIERRA NUEVA
Habrá que hacer ajustes en este año. Tres microsegundos en los relojes. Un nuevo mapa para el continente asiático. Otra forma de vida para los millones que perdieron su hogar, trabajo, familia.
Una catástrofe está construida por miles, incluso millones, de historias. No es una calamidad mundial, es una calamidad personal elevada a la n potencia. La historia de cada habitante de ese país se dividirá en antes y después del 26 de diciembre del 2004. Historias que han sido vividas por otros, en otros continentes, en otro tiempo, con el mismo dolor. Que ya han sido escritas.
Tal vez estás muriendo y ya nada te importa.
En la nada, el gris, las islas casi desaparecen entre el agua. Óvalos negros con forma de hojas esconden el desmoronamiento del universo. Las islas de Key West desapareciendo en el océano.
Ya no tienes nada qué decir. No sabes qué hacer. Toda tu vida ha sido un desastre. Sujetándote de cualquier amorío que llegaba por la dulce vida hasta que se volvía tan agrio que tenías que vomitar e irte. Entonces te recuperabas, como te recuperas de una cruda, cogiendo el siguiente trozo de culo que pasara por ahí y que no fuera tan indefenso o demandante que te forzara a percibir la realidad.
En el fin del mundo. Casi nadie viviendo en esta grisura perpetua de Florida. Puede no ser el paraíso, pero no apesta a la mierda de tus sueños. No hay mucho para ponerte a soñar en esta grisura.
No hay más que decir. Eres un trozo de carne entre otros trozos de carne. Es como cuando estabas en el hospital. El doctor no podía meter la aguja en tu vena para sacar sangre. Cada vez que metía la aguja en tu brazo, la vena desaparecía. Te sentías como un trozo de carne y no te importaba. Viste al doctor ver gente viviendo y muriendo y gritando y al doctor no le importaba si tú estabas muriendo o gritando. Así que a ti no te importó si estabas muriendo o gritando.
Ya no tienes idea de lo que importa. Cada día volteas al océano y ves un pequeño barco desaparecer entre la grisura. Un pequeño barco oscuro descendiendo entre las aguas turbulentas.
Kathy Acker, Literal Madness
Traducción de Mayra Luna