Madres de silicón
Cuando escuchamos acerca de la manipulación de los medios por parte de las empresas; acerca de la corrupción, la violencia, la contaminación y todas esas tragedias que no cesan de repetir los noticieros, pensamos, con justa razón, que qué poca madre. Y esto, es literal.
Si analizamos un poco a la madre estadounidense en contraposición a la madre mexicana, observaremos el porqué del desvío de nuestros vecinos. La mayoría de sus madres, tienen tetas artificiales.
El cuerpo no miente. Más que por su cultura, podemos conocer mejor a una sociedad por su cuerpo. El cuerpo se forma y se transforma, lo social lo precede y lo antecede.
La maternidad de una mujer es representada por sus senos. Así, hay sociedades en que los hombres se ven más atraídos por un trasero que por unas tetas. Los africanos son un ejemplo. No se ven atraídos hacia la maternidad, no lo necesitan; la madre africana es una madre presente. Lo mismo sucede en Latinoamérica. Sin embargo, acá hemos sido influidos por nuestros vecinos ávidos de una madre. Una madre que no quiere serlo y huye.
Y como la cultura occidental permea la mayoría de las demás culturas, lentamente la madre va abandonando más a sus hijos en todo el planeta. La sociedad, hija de esta carencia, reclama con violencia lo que le ha sido negado. Y la mujer, sintiéndose culpable por este abandono, rellena sus senos de silicón, en un intento tecno de compensar su maternidad perdida.