Y volver, volver, volver… a lo mismo
Esas canciones que tanto disfrutamos, que nos llegan hasta el alma, debemos agradecerlas a eso por cual nos identificamos tanto con ellas. Eso que nos invita a escucharlas una y otra y otra vez más, hasta que sangra la herida.
Es ese ingrediente que no puede faltar para que funcione una canción: la neurosis.
Aquí algunos ejemplos y su correspondiente traducción:
Por tu maldito amor, hoy quiero reventarme hasta las venas…
Chantaje de suicidio. Culpar al otro por la incapacidad de enfrentar la propia vida.
Vida, devuélveme mis fantasías…
Relación que terminó porque una de las partes, lejos de establecer contacto con su respectiva pareja, lo hacía con una imagen idealizada de la misma.
La de la mochila azul, la de ojitos dormilones, me dejó gran inquietud y bajas calificaciones…
Culpar al otro de los fracasos propios. Búsqueda de justificaciones para permanecer irresponsable.
No me vuelvo a enamorar, totalmente para qué…
Amenaza. Chantaje. Generalización, “todos son iguales”. Visión pesimista del futuro.
Aquí tienes las llaves de mi alma…
Pedir al otro que se haga responsable de la propia vida para posteriormente culparlo de nuestros males.
Mío, ese hombre es mío, con otra pero mío, mío, mío…
Negación de la realidad. Deseos insatisfechos de control.
Amiga tú, la misma de ayer, la incondicional, la que no espera nada…
Incapacidad de observar la manipulación del otro que ha adoptado una actitud de víctima. Idealización absurda de una mujer para evitar el compromiso.
Hasta ahí la traducción. Debo que ir a subirle al radio.