Aguante olímpico
México se ha destacado siempre en las olimpiadas por su participación en caminata. Las dinámicas del país se representan desde la alimentación hasta el desempeño olímpico. La caminata es un deporte de resistencia. Si algo sabe hacer el mexicano, es aguantar. Aguantar a los españoles, a los gringos, al PRI, a la iglesia, a los machos. Pero el aguante del mexicano no es a costa de sí mismo; es a costa de su patrón.
Al mexicano le gusta llegar, pero llega despacito. Si le pagan por obra terminada, tardará trescientas caguamas más del tiempo previsto, pero terminará. La caminata se ajusta muy bien a su ritmo de vida. Lento pero seguro. El mexicano, lo sabemos, es un hacker por tradición. Si no existe, lo inventa; si existe, se lo roba. Aquí en México, las estrategias para controlar a los empleados aplicadas en otros países encuentran la horma de su zapato. El mexicano aguanta porque chupa de a poquito, como las chinches. En caminata, también somos uno de los paises que más amonestaciones recibimos. Tan pronto se voltea el patrón, corremos o flotamos. Tan pronto voltea, caminamos. Estamos plenamente conscientes de que quien no transa, no avanza. No logramos la medalla de oro pero nos hacemos notar. No somos país de primer mundo, pero nos codeamos con ellos.
Ana Guevara es una anomalía. Destaca en competencias de velocidad. Esta corredora norteña parece haber olvidado el sentido de la palabra pachorras. Cada vez que gana, el país entra en crisis. Definitivamente, esta chica debe ser un producto de la globalización.