miércoles, febrero 4

Dream On

Disciplinas como el Budismo intentan reinstalar los modos de ser de la naturaleza en el hombre, quien cada vez más va en contra de sus procesos. También algunas corrientes psicológicas lo desean, tal es el caso de la Gestalt. Todo parece excelente, el único problema (y no es el lugar común) es el dinero.

En la naturaleza no hay dinero. Cada quien toma lo que necesita. Roba, mata, se pelea por el alimento o lo obtiene libremente del mundo vegetal. Esto permite el equilibrio ecológico y el buen funcionamiento de las cadenas alimenticias.

La moda es “cuidar el ambiente”, ser “ecológicos” y slogans ridículos por el estilo. Mientras el dinero no se elimine, ninguno de los problemas sociales logrará ser solucionado; por el contrario, mientras esta invención se acumule cada vez más en un número menor de individuos, la violación de la naturaleza será mayor. Lo benéfico de todo esto es que, tan necesario es que la humanidad regrese a su estado original y tan imposible ir en contra de las leyes naturales que, como toda colonia animal sobre poblada, buscamos frenéticamente nuestra aniquilación. Lo sabemos bien, a pesar de el incremento en las expectativas de vida, los jóvenes sienten esa presión a eliminarse, a terminar los más pronto posible con lo humano que existe en ellos, a evitar la reproducción y matar a los productos de su vientre, matar su pensamiento con drogas o diversión. Posiblemente a simple vista observemos hombres por todos lados, pero podemos estar seguros que lo que observamos es cada vez menos humano. Lo humano debe desaparecer, y con ello el dinero.

¿Podemos imaginar una sociedad sin dinero? Una sociedad tecnológica y civilizada, pero amonetaria, en la que ni siquiera el trueque es permitido. Cada quien se procura los bienes estrictamente necesarios. El almacenaje sólo es válido para los tiempos de escasez, como en el caso de las hormigas. En una sociedad así, la cultura sería la primera beneficiada, pues el hombre suspendería el desperdicio de su pensamiento en alimentar máquinas para controlar y administrar la riqueza, y una era de iluminación iniciaría.

Por supuesto que lo anterior suena totalmente como una utopía y desde la visión actual lo es. Pero una vez que la llamada “humanidad” pierda por completo su cualidad “humana” y se autodestruya, las nuevas formas de vida se verán obligadas a existir de esta manera. Unos miles de años tal vez, pues si los nuevos organismos evolucionan otra vez con características humanas, puede ser que retornen a lo mismo, y el dinero, de nuevo, los aniquile.



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Ahora comprendo la razón de mi ocasional rechazo a la vida: algo de mí extraña su original estado inerte mineral.




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”Se puede no tener dinero, pero nunca ser pobre; ser pobre es un estado mental independiente a la riqueza”

–Mesero de un restaurante argentino.




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POST LITERARIO UNIVERSAL


Hace semanas que tengo nostalgia de Sinaloa. El problema es que, ni soy de ahí, y si he ido fue solamente una noche a Mazatlán, y una tarde mientras me bajaba a comer un pollo al carbón para proseguir mi viaje de regreso a Tijuana.

Dicha nostalgia se manifiesta en unas tremendas ganas de escuchar tambora en vivo y, después de unos tequilas, bailar al ritmo de esa deliciosa música con cerveza oscura en mano. Ya para eso de las cuatro o cinco de la mañana, ir por un caldo de mariscos y unas tostadas de ceviche.

En fin, se supone que pensar es crear. No tardaré en narrar en este medio los resultados de mi noche sinaloense wannabe.