Filtro cerebral es un artefacto inexistente formado de palabras cuya finalidad es la bùsqueda de nimiedades.
viernes, febrero 21
SEÑALES
Es difícil perderse en los E.U. El pais es un gran parque de diversiones donde todos los juegos estan señalados con números y colores. Los mapas funcionan:Sí, they actually work! En los viajes que he realizado a algunas de sus ciudades, nunca me he perdido. Lo acepto, tengo una relación especial con los mapas: nos entendemos muy bien. Además, en todo el país, las salidas de los freeways están numeradas (con excepción de california). La situación es ideal, sin embargo, en la ausencia de un mapa, es imposible dar con un lugar.
Es fácil perderse en México. El país en un mediano parque de diversiones donde todos los juegos están descompuestos y desgastados. Los mapas no funcionan: No, they don´t work here! En los viajes que he realizado a algunas ciudades, siempre me pierdo. Lo acepto, tengo una relación especial con los mapas: nos entendemos muy bien (ahora que las hojas que me han entregado en lugares como Guadalajara o Aguascalientes no son mapas, son emulaciones del sistema linfático de algún extraterrestre). Además, en todo el país, la carencia de señalamientos es frecuente (incluyendo Baja California; aunque la verdad, ha mejorado bastante de unos años años para acá). La situación es caótica, sin embargo, en la ausencia de un mapa, es posible dar con el lugar.
¿Qué?
Pues si, el habitante del país vecino, acostumbrado a que se le guíe, olvida por completo la ruta que lo llevó a su destino, motivo por el cual le es imposible dar direcciones a quién las requiere. El habitante de nuestro país, caracterizado por su adaptación a las condiciones de un medio hostil, conoce el paisaje que recorre para llegar a su destino; identifica construcciones, tiendas, escuelas: puntos de referencia que utiliza para guiar a quien lo necesite. Por otro lado, a nuestros vecinos les resulta difícil referirse a sitios específicos ya que en todas las rutas habrá un Blockbuster, un 7-Eleven, una gasolinera Chevron y una Wal-Mart. He aquí la razón de la mejora de los señalamientos mexicanos en la última década: El TLC.
martes, febrero 18
ENDANGERED
 Tuve ganas de platicar con alguien al llegar a mi casa después de ocho horas de deambular por la ciudad. Me presenté las opciones que tenía:
1.-Hablar conmigo, lo cual no supone un monólogo, ya que siempre desarrollo ideas y argumentos para descartarlas.
3.-Hablar por teléfono con alguien.
4.-Entrar al messenger
5.-Leer blogs.
2.-Ir de visita a casa de algún amig@.
6.-No hacer nada.
 Descarté la primera opción porque tenía ocho horas haciéndolo, además, quería recibir información distinta a la que genero. La segunda era absurda: ¿acaso no estoy diciendo que estoy harta de deambular por la ciudad? y todavía me propongo salir ¡que estupidez! La opción del teléfono me resultó más atractiva, sin embargo representaba un doble esfuerzo físico: sostener el teléfono y hablar, así cómo el esfuerzo mental de mantener un diálogo coherente.
El messenger sonó tentador: cero traslados, cero voz; requiriendo un esfuerzo físico del que obtengo placer: teclear. Buena opción.
 Pero ahí estaba el esfuerzo mental, la necesidad de un diálogo lógico; la cuestión de ceder tiempo para la escritura del otro; en pocas palabras: demasiado esfuerzo para enterarse del contenido cerebral de una persona.
 Me parecieron demasiadas las prácticas necesarias para conocer el pensamiento ajeno; lo malo es que lo deseaba: estaba harta del mío. Consideré la quinta opción: esfuerzo físico mínimo (mover el mouse), cero retroalimentación (entro, te leo, me voy) y necesidades cubiertas. ¿Por qué no habían creado ante los blogs? Uno pierde su tiempo conversando, yendo a cafés, a bares, a lugares románticos, soportando los gestos de nuestro interlocutor y su actitud; gastando dinero, saliva, paciencia; todo por el deseo de escuchar su pensamiento y enfrentarlo al nuestro para no sentirnos "solos".
 Elegí esa opción (no hacer nada resultaba demasiado) y penetré al pensamiento de una docena de personas: gratis, sin esfuerzo, sin estrés, sin dieta y sin ejercicio. Obtuve resultados tan satisfactorios como los que prometen en los infomerciales. Y no hay que ponerse dramático: si, la práctica aisla, pero es válida y cumple su función. Adiós a las relaciones que necesitan del cuerpo. Adiós al cuerpo ¿quién necesita una masa que vive de ingerir, desechar y dormir, robándonos tiempo valioso? Por eso me encanta el blog, porque se vuelve un aliado de las tecnologías que ponen al cuerpo en peligro de extinción.
EFECTOS POSTPOST
 Generalmente sucede al revès, uno vacìa la supuesta experiencia en un texto (post, en este caso); esta experiencia se modifica al añadirle situaciones que no sucedieron para volverla interesante; entonces estamos ante un texto ficticio que se derivò de un hecho real. Nuestro recuerdo ha sido modificado en su proyecciòn exterior, sin embargo, sabemos que nos hemos quedado con la verdad, con esa verdad que nadie conocerà (como si tal cosa fuera posible).
 El problema inicia cuando la pràctica se vuelve habitual y, como a cualquier mitòmano, nos es dificil distinguir los recuerdos reales de los modificados por medio de la escritura. El problema no serìa tan grave si la lucha entre ambos permaneciera en la mente, pero cuando desciende a la experiencia pràctica, nos encontramos ante todo un fenòmeno.
 Ayer escribìa sobre las cualidades de los conductores tijuanenses, su capacidad de ceder el paso al automovilista y al peatòn. Todo iba bien, hasta que salì hoy de mi casa rumbo al centro de la ciudad. Un deseo incontrolable de dar el paso me invadiò. Todo mundo era digno de que yo me detuviera. Los carros que iban atràs de mi no cesaban de molestarme con sus claxons. ¿Còmo justificar mi comportamiento ante ellos? Seguramente nadie tenìa un blog: no me comprenderìan.
 Continuè la pràctica todo el camino, siendo fiel a mi post, pensando en la repercusiòn conductual que puede ejercer el inventarse en un texto, el cual, màs astuto que nosotros, termina siendo quien nos inventa.
 Generalmente sucede al revès, uno vacìa la supuesta experiencia en un texto (post, en este caso); esta experiencia se modifica al añadirle situaciones que no sucedieron para volverla interesante; entonces estamos ante un texto ficticio que se derivò de un hecho real. Nuestro recuerdo ha sido modificado en su proyecciòn exterior, sin embargo, sabemos que nos hemos quedado con la verdad, con esa verdad que nadie conocerà (como si tal cosa fuera posible).
 El problema inicia cuando la pràctica se vuelve habitual y, como a cualquier mitòmano, nos es dificil distinguir los recuerdos reales de los modificados por medio de la escritura. El problema no serìa tan grave si la lucha entre ambos permaneciera en la mente, pero cuando desciende a la experiencia pràctica, nos encontramos ante todo un fenòmeno.
 Ayer escribìa sobre las cualidades de los conductores tijuanenses, su capacidad de ceder el paso al automovilista y al peatòn. Todo iba bien, hasta que salì hoy de mi casa rumbo al centro de la ciudad. Un deseo incontrolable de dar el paso me invadiò. Todo mundo era digno de que yo me detuviera. Los carros que iban atràs de mi no cesaban de molestarme con sus claxons. ¿Còmo justificar mi comportamiento ante ellos? Seguramente nadie tenìa un blog: no me comprenderìan.
 Continuè la pràctica todo el camino, siendo fiel a mi post, pensando en la repercusiòn conductual que puede ejercer el inventarse en un texto, el cual, màs astuto que nosotros, termina siendo quien nos inventa.
lunes, febrero 17
WHAT YOU SEE IS WHAT YOU GET
 Me resulta facil criticarlos porque nunca he durado más de un mes en uno, sin embargo, el hecho que no dure es seguramente mi aversión a lo que representan.
 El cuidado del cuerpo es sin duda parte escencial del cuidado de uno mismo, tan importante como el cuidado de la salud mental y espiritual. Ejercicio y buena dieta mantienen en buen estado el medio a través del cual nuestro pensamiento se abre paso en el mundo:sí, lo he dicho bien, nuestro pensamiento. El asunto es que, en ausencia de éste, el cuidado se reduce a conservar la masa corporal como fin en sí mismo. Una sociedad en la que el individuo se construye a través de la retroalimentación de la imagen que proyecta, es mercado óptimo para el cultivo del cuerpo. La televisión nos presenta imágenes de cuerpos perfectos a los que debemos aspirar. Las revistas presentan cuerpos anoréxicos como el ideal femenino. La información fluye a toda velocidad en letreros, anuncios y aparatos: what you see is what you get. Entonces iniciamos el camino tortuoso de las dietas que no funcionan, pues al tiempo que recibimos la información de "tienes que tener este cuerpo", recibimos la otra de "tienes que tragarte esta hamburguesa; no te limites ¡go large! ¡all you can eat!, pero luego te vas al spinning ¡eh! ¡tienes que bajar esas lonjas! ¿que van a decir de tí cuando te vean en bikini? "
 Recientemente Tijuana se ha vuelto sede de varios mega gimnasios. Aun no terminan de construir uno de ellos y ya tienen vendidas cientos de membresías. En los ya instalados, cada mañana, tarde y noche, decenas de cuerpos se "relajan" ejercitándose en ese ambiente cerrado que ofrece un paraíso artificial y costoso ( yo me pregunto cómo pagan tanto por estar respirando el olor de traseros ajenos cuando sería tan sencillo caminar por la ciudad, obteniendo así tanto el deseado ejercicio, como la variedad de olores). Este cultivo del cuerpo hizo preguntarse a Carlos Monsiváis "¿Y cuando todo estén buenos y buenas, van a querer parecerse a mí?" Mientras esto llega, siguen en aumento las nuevas casas de construcción personal; antes llamada iglesias, después universidades, ahora gimnasios.
CEDA EL PASO
 Anteriormente me quejaba con frecuencia del caos vial que existe en la ciudad. Trasladarme de un lugar a otro suponía proferir insultos durante el camino y regresar con un tumulto de quejas; sin embargo, el panorama de otra ciudad logró un cambio en mi relación con el tráfico.
 Hace un par de meses que transitaba por las calles de Morelia, una ciudad cuya edad es cuatro veces mayor que la de Tijuana, y que ha crecido a un ritmo mucho más lento. Con sus calles y avenidas bien trazadas, uno podría suponer que el tráfico fluye sin dificultad, lo cual es cierto si uno llama a eso el conducir respetando lo menos posible las reglas de tránsito. Al inicio creí que ese comportamiento era solamente de quienes me hacían el favor de transportarme por la ciudad, pero cuando escuché en el radio una exhortación a los automovilistas a respetar los altos que decía "de uno en uno", comprendí que el hecho era generalizado. Días después asocié el mensaje a los letreros colocados bajo los altos de disco que exhibían la misma frase. El estar a punto de ser atropellada un par de veces acabó con cualquier duda que tuviera al respecto, y me recordó visitas anteriores a ciudades del centro del país, en donde cruzar la calle es un acto suicida.
 Ya de regreso en Tijuana, el contraste me puso feliz: puedo confiar en los conductores (no todos, ya sé, pero la mayoría) ante un alto de disco, y cruzar unas calles con estadísticas extremadamente inferiores en lo que respecta a peatones atropellados; yo por supuesto, realizo la misma práctica, y me pongo cursi al escuchar una voz que me grita: Estás en Tijuana! cada vez que alguien me da el paso en alguna intersección.
 Anteriormente me quejaba con frecuencia del caos vial que existe en la ciudad. Trasladarme de un lugar a otro suponía proferir insultos durante el camino y regresar con un tumulto de quejas; sin embargo, el panorama de otra ciudad logró un cambio en mi relación con el tráfico.
 Hace un par de meses que transitaba por las calles de Morelia, una ciudad cuya edad es cuatro veces mayor que la de Tijuana, y que ha crecido a un ritmo mucho más lento. Con sus calles y avenidas bien trazadas, uno podría suponer que el tráfico fluye sin dificultad, lo cual es cierto si uno llama a eso el conducir respetando lo menos posible las reglas de tránsito. Al inicio creí que ese comportamiento era solamente de quienes me hacían el favor de transportarme por la ciudad, pero cuando escuché en el radio una exhortación a los automovilistas a respetar los altos que decía "de uno en uno", comprendí que el hecho era generalizado. Días después asocié el mensaje a los letreros colocados bajo los altos de disco que exhibían la misma frase. El estar a punto de ser atropellada un par de veces acabó con cualquier duda que tuviera al respecto, y me recordó visitas anteriores a ciudades del centro del país, en donde cruzar la calle es un acto suicida.
 Ya de regreso en Tijuana, el contraste me puso feliz: puedo confiar en los conductores (no todos, ya sé, pero la mayoría) ante un alto de disco, y cruzar unas calles con estadísticas extremadamente inferiores en lo que respecta a peatones atropellados; yo por supuesto, realizo la misma práctica, y me pongo cursi al escuchar una voz que me grita: Estás en Tijuana! cada vez que alguien me da el paso en alguna intersección.
martes, febrero 11
REALITY SHOW
 Sin duda la televisión nos ha entrenado lo suficiente. Presenciamos en ella todo tipo de situaciones: desde las más cursis y estúpidas hasta las más enfermizas y violentas; y a base de imágenes vamos perdiendo nuestra capacidad de asombro. No es raro escuchar:
--¿Qué le pasó?
--Fíjate que lo descuartizaron en la casa de arriba y lo tiraron en el bote de la vecina
--Ah, órale.
 Diariamente vemos en "El mexicano: segunda sección" encabezados que nos narran hechos violentos que suceden a diario en la ciudad. Recibimos tanta información que somos incapaces de procesarla, lo cual es saludable, ya que si tomásemos conciencia de lo real de los hechos, seguramente viviríamos atormentados. Desgraciadamente la exposición a un volumen tan alto de violencia nos vuelve insensibles; y cuando los hechos se registran en presencia nuestra, la apatía aprendida se transforma en inacción.
 Eran aproximadamente las doce del día; el bulevar Agua Caliente estaba repleto de autos, y las banquetas de peatones. El semáforo se puso en rojo a la altura de la calle Ermita. Recorrí con la mirada los autos, observando a los conductores enfadados, entonces volteé hacia la banqueta: un hombre corría calle abajo, con la cara y la camisa llenas de sangre; tras él, otro hombre hacía el intento de alcanzarlo y, en treinta segundos, lo alcanzó. Lo golpeó hasta cansarse, primero de pie, luego sobre la banqueta. Los transeúntes rodeaban la escena (oh incomodidad! ) y continuaban su camino. Nadie, nada, nunca. Otro hecho violento, en vivo sí, pero ¿y?
Aun así, algunos peatones lo comentaron:
--¿Viste el show?
--Sí.
--¿Qué onda eh?
--Sepa.
--Orale.
 Sin duda la televisión nos ha entrenado lo suficiente. Presenciamos en ella todo tipo de situaciones: desde las más cursis y estúpidas hasta las más enfermizas y violentas; y a base de imágenes vamos perdiendo nuestra capacidad de asombro. No es raro escuchar:
--¿Qué le pasó?
--Fíjate que lo descuartizaron en la casa de arriba y lo tiraron en el bote de la vecina
--Ah, órale.
 Diariamente vemos en "El mexicano: segunda sección" encabezados que nos narran hechos violentos que suceden a diario en la ciudad. Recibimos tanta información que somos incapaces de procesarla, lo cual es saludable, ya que si tomásemos conciencia de lo real de los hechos, seguramente viviríamos atormentados. Desgraciadamente la exposición a un volumen tan alto de violencia nos vuelve insensibles; y cuando los hechos se registran en presencia nuestra, la apatía aprendida se transforma en inacción.
 Eran aproximadamente las doce del día; el bulevar Agua Caliente estaba repleto de autos, y las banquetas de peatones. El semáforo se puso en rojo a la altura de la calle Ermita. Recorrí con la mirada los autos, observando a los conductores enfadados, entonces volteé hacia la banqueta: un hombre corría calle abajo, con la cara y la camisa llenas de sangre; tras él, otro hombre hacía el intento de alcanzarlo y, en treinta segundos, lo alcanzó. Lo golpeó hasta cansarse, primero de pie, luego sobre la banqueta. Los transeúntes rodeaban la escena (oh incomodidad! ) y continuaban su camino. Nadie, nada, nunca. Otro hecho violento, en vivo sí, pero ¿y?
Aun así, algunos peatones lo comentaron:
--¿Viste el show?
--Sí.
--¿Qué onda eh?
--Sepa.
--Orale.
lunes, febrero 10
REPARACIONES
 Cuando entré, los dos jugaban a los carritos. Me recargué sobre el mostrador para esperar a que saliera el sastre a atenderme. El mayor de ellos, un niño de unos ocho años gritó: ¡Papá! y continuó jugando. El que parecía su hermano --de unos seis años—no detuvo su juego: sin importarle mi presencia, armaba emocionado su pista de carreras. Yo los observaba sin disimulo, disfrutando de cómo una actividad tan sencilla podía entretenerlos tanto. Sin embargo, el mayor volteaba de vez en cuando a mirarme, y movía su juguete con timidez: a tan corta edad, ya había perdido la espontaneidad al tomar conciencia del “que dirán”.
 Minutos después salí de la sastrería y conduje por el tramo de la calle sexta donde se instalan varios carroceros independientes. Uno de ellos levantó un martillo para ofrecerme el servicio. Si fuera así de sencillo, pensé, estacionaría el auto para pedirle que reparara mi cerebro, así podría ignorar de nuevo el ojo que mira, como niño de seis años.
 Cuando entré, los dos jugaban a los carritos. Me recargué sobre el mostrador para esperar a que saliera el sastre a atenderme. El mayor de ellos, un niño de unos ocho años gritó: ¡Papá! y continuó jugando. El que parecía su hermano --de unos seis años—no detuvo su juego: sin importarle mi presencia, armaba emocionado su pista de carreras. Yo los observaba sin disimulo, disfrutando de cómo una actividad tan sencilla podía entretenerlos tanto. Sin embargo, el mayor volteaba de vez en cuando a mirarme, y movía su juguete con timidez: a tan corta edad, ya había perdido la espontaneidad al tomar conciencia del “que dirán”.
 Minutos después salí de la sastrería y conduje por el tramo de la calle sexta donde se instalan varios carroceros independientes. Uno de ellos levantó un martillo para ofrecerme el servicio. Si fuera así de sencillo, pensé, estacionaría el auto para pedirle que reparara mi cerebro, así podría ignorar de nuevo el ojo que mira, como niño de seis años.
LAS VENTAJAS DEL CONSUMO NACIONAL
--¿Ese es Alberto?
--Sí, ¿Cómo lo ves?
--Como nuevo, parece otro ¿qué le pasó?
--Déjame te cuento: pues resulta que a él, como a todos los de su secta, lo pusieron en un tobogán cuando nació. Fué a la escuela y tuvo sus amigos; sacó buenas calificaciones y jugó en el equipo de basquet. Se deslizó perfectamente en su tobogán: estudió mercadotecnia y se casó con una chava de tobogán similar.
--Pero eso lo que hacen todos los de la secta de los toboganes, y parecen zombies. Y pues Alberto…
--Ah, pero es que tú no sabes. Antes de la crisis, esa secta importaba sus toboganes de Europa, de Roma para ser más exactos, y nunca tuvieron problemas.
--¿Problemas de qué?
--El tobogán de Alberto se rompió.
--¿Queeé?
--Era hecho en México.
domingo, febrero 9
EXTREME WEATHER ALERT
Se invita a la población a que tome sus precauciones: se espera que, a partir del mes de febrero, el invierno en Tijuana sea de los más crudos que se han registrado en la historia.*
* Información proporcionada por su ex-amigo, el verano, quien ya se hartó de cubrirle el puesto mientras el otro se la ha pasado borracho todo diciembre y enero
.
UNICA SOLUCION
En el parque, en la banqueta, sobre el trampolín de la alberca; frente a la televisión, en el cine, contando chistes idiotas frente a la familia; en las tiendas, restaurantes, en la cama, en el mercado, recibiendo visitas de amigos igualmente enfadados; en el hospital, el asilo, la iglesia o la cantina, en la silla de siempre afuera de la casa.
Esperando que los números representantes del tiempo aceleren el ritmo.
Lunes.
La rutina, de nuevo, nos ha salvado.
En el parque, en la banqueta, sobre el trampolín de la alberca; frente a la televisión, en el cine, contando chistes idiotas frente a la familia; en las tiendas, restaurantes, en la cama, en el mercado, recibiendo visitas de amigos igualmente enfadados; en el hospital, el asilo, la iglesia o la cantina, en la silla de siempre afuera de la casa.
Esperando que los números representantes del tiempo aceleren el ritmo.
Lunes.
La rutina, de nuevo, nos ha salvado.
viernes, febrero 7
AQUI Y AHORA
La creaciòn verdadera responde a las condiciones cambiantes del medio. En un ambiente invadido por la publicidad no podemos si no aprender de sus estrategias para mantenerse inovando tanto en formas como en medios con el fin de llegar efectivamente a su mercado objetivo, y esto es logrado a travès de un anàlisis exhaustivo del entorno social: conocer antes de actuar, responder a las necesidades que aun no se manifiestan pero que se van gestando al tiempo que la sociedad se transforma.
Serìa absurdo utilizar campañas publicitarias que funcionaron hace dècadas, por esto, los mercadòlogos se sitùan en el momento presente, adoptando el lenguaje y los medios que le son propios, o desarrollando otros para los cuales la sociedad està preparada.
Aplicando las estrategias mercadològicas a la escritura, èsta debe estar al tanto del presente para generar textos en los que, en su fabricacaiòn, se considere lo que sucede en el entorno del autor, y que puedan competir en un medio cada vez màs electrònico, en el que el lenguaje visual parece superar al escrito, de tal forma que la escritura, segùn Charles Bernstein (refirièndose a la poesìa), sea tan o màs entretenida que la televisiòn.
El ignorar lo anterior y utilizar en la escritura formas y estructuras que funcionaron en el pasado por haber estado precisameante conectadas a su realidad en ese momento, resultarà en lo mismo que utilizar en el presente un anuncio publicitario de hace dos dècadas: un producto totalmente anacrònico.
MOTIVACION (?)
Ayer caminaba por los pasillos de Sams Club, cuando escuchè, proveniente de las oficinas de lugar, el siguiente coro:
--Dame una “S”
--Ese!
--Dame una “A”
--A!
--Dame una “M”
--Eme!
--Dame una “S”
--Ese!
--¿Que dice?
--Sams!
--No se escucha.
--Sams!
--Tres veces.
--Sams! Sams! Sams!
(Aplausos)
Quise vomitar. Me avergoncè de escucharlo. ¿Es eso lo que se llama “Motivaciòn de Personal”? Una empresa transnacional burlàndose de sus empleados bajo el pretexto de “motivarlos”, concepto que no significa otra cosa que presionarlos a trabajar màs con el mismo sueldo utilizando medios no costosos que atentan contra la dignidad de la persona.
Alguna vez creì en los recursos humanos y en su capacidad de brindar un ambiente de trabajo adecuado. Desgraciadamente este puesto es propio de empresas grandes que lo utilizan como un medio de control, y no còmo el vehìculo para establecer relaciones adecuadas con el personal y estar al tanto de sus necesidades.
Recuerdo el tiempo en que iniciè mi trabajo en ese puesto, entusiasmada de estar al servicio del personal, sòlo para descubrir despuès que tendrìa que hacerles firmar pagarès que protegìan al patròn, negar prèstamos cuando sabìa perfectamente que eran viables, dar la cara para anunciar la noticia de que el pago del salario se postpondrìa una vez màs; todo esto mientras elaboraba los manuales de bienvenida y proyectos de motivaciòn que incluìan bonos de asistencia y membresìas en tiendas de mayoreo. Insultante. No durè seis meses en es trabajo. Desgraciadamente, el renunciar a mi puesto no cambiò nada en las condiciones laborales de ese lugar, y de ningùn otro.
El aumento en las manifestaciones en la capital del paìs y en otras ciudades, es el resultado de este ignorar la dignidad de la persona humana tranformàndola en “fuerza de trabajo”, que puede manipularse mediante tècnicas denigrantes còmo la utilizada en el almacen SAMS, en donde ponen en ridìculo periòdicamente a las personas que fungen como sus empleados, con actividades tan estùpidas còmo la que mencionè al inicio de este texto.
Ese dìa huì del lugar para no escuchar los coros de Sams! Sams!; desgraciadamente, todo esto continùa sucediendo porque quienes nos damos cuenta de ello, preferimos fingir que no sucede... y huir.
La creaciòn verdadera responde a las condiciones cambiantes del medio. En un ambiente invadido por la publicidad no podemos si no aprender de sus estrategias para mantenerse inovando tanto en formas como en medios con el fin de llegar efectivamente a su mercado objetivo, y esto es logrado a travès de un anàlisis exhaustivo del entorno social: conocer antes de actuar, responder a las necesidades que aun no se manifiestan pero que se van gestando al tiempo que la sociedad se transforma.
Serìa absurdo utilizar campañas publicitarias que funcionaron hace dècadas, por esto, los mercadòlogos se sitùan en el momento presente, adoptando el lenguaje y los medios que le son propios, o desarrollando otros para los cuales la sociedad està preparada.
Aplicando las estrategias mercadològicas a la escritura, èsta debe estar al tanto del presente para generar textos en los que, en su fabricacaiòn, se considere lo que sucede en el entorno del autor, y que puedan competir en un medio cada vez màs electrònico, en el que el lenguaje visual parece superar al escrito, de tal forma que la escritura, segùn Charles Bernstein (refirièndose a la poesìa), sea tan o màs entretenida que la televisiòn.
El ignorar lo anterior y utilizar en la escritura formas y estructuras que funcionaron en el pasado por haber estado precisameante conectadas a su realidad en ese momento, resultarà en lo mismo que utilizar en el presente un anuncio publicitario de hace dos dècadas: un producto totalmente anacrònico.
MOTIVACION (?)
Ayer caminaba por los pasillos de Sams Club, cuando escuchè, proveniente de las oficinas de lugar, el siguiente coro:
--Dame una “S”
--Ese!
--Dame una “A”
--A!
--Dame una “M”
--Eme!
--Dame una “S”
--Ese!
--¿Que dice?
--Sams!
--No se escucha.
--Sams!
--Tres veces.
--Sams! Sams! Sams!
(Aplausos)
Quise vomitar. Me avergoncè de escucharlo. ¿Es eso lo que se llama “Motivaciòn de Personal”? Una empresa transnacional burlàndose de sus empleados bajo el pretexto de “motivarlos”, concepto que no significa otra cosa que presionarlos a trabajar màs con el mismo sueldo utilizando medios no costosos que atentan contra la dignidad de la persona.
Alguna vez creì en los recursos humanos y en su capacidad de brindar un ambiente de trabajo adecuado. Desgraciadamente este puesto es propio de empresas grandes que lo utilizan como un medio de control, y no còmo el vehìculo para establecer relaciones adecuadas con el personal y estar al tanto de sus necesidades.
Recuerdo el tiempo en que iniciè mi trabajo en ese puesto, entusiasmada de estar al servicio del personal, sòlo para descubrir despuès que tendrìa que hacerles firmar pagarès que protegìan al patròn, negar prèstamos cuando sabìa perfectamente que eran viables, dar la cara para anunciar la noticia de que el pago del salario se postpondrìa una vez màs; todo esto mientras elaboraba los manuales de bienvenida y proyectos de motivaciòn que incluìan bonos de asistencia y membresìas en tiendas de mayoreo. Insultante. No durè seis meses en es trabajo. Desgraciadamente, el renunciar a mi puesto no cambiò nada en las condiciones laborales de ese lugar, y de ningùn otro.
El aumento en las manifestaciones en la capital del paìs y en otras ciudades, es el resultado de este ignorar la dignidad de la persona humana tranformàndola en “fuerza de trabajo”, que puede manipularse mediante tècnicas denigrantes còmo la utilizada en el almacen SAMS, en donde ponen en ridìculo periòdicamente a las personas que fungen como sus empleados, con actividades tan estùpidas còmo la que mencionè al inicio de este texto.
Ese dìa huì del lugar para no escuchar los coros de Sams! Sams!; desgraciadamente, todo esto continùa sucediendo porque quienes nos damos cuenta de ello, preferimos fingir que no sucede... y huir.
lunes, febrero 3
MI CLIMA Y YO
Uno de mis sitios preferidos es weather.com.Hace años obtenía la información climatológica de los segmentos incluídos en los noticiarios; después descubrí The Weather Channel, precisamente en el ¨97 cuando tuvimos una prolífica temporada de lluvias gracias a "El Niño". Recuerdo ver con emoción una mancha verde (en la imagen de satélite) que se aproximaba del océano pacífico hacia la costa de los Estados Unidos, calcular el tiempo en que la lluvia estaría en Tijuana cuando ya había tocado Los Angeles; predecir, conocer de antemano lo que pasaría.
Pronto comencé a observar cuidadosamente la predicción del tiempo que hacían en este canal y, al descubrir el patrón de comportamiento de la imagen de satélite, pude predecir cuando llegaría la lluvia sin esperar a los pronósticos.
Con la llegada de weather.com abandoné la televisión (y de hecho aún la tengo abandonada). El revisar el comportamiento climatológico en este sitio permite ver predicciones hasta de diez días en unos segundos: sencillamente orgásmico.
Mi comportamiento siempre me pareció normal ¿que hay de malo en informarse acerca del clima de la ciudad? ¿o de la ciudad a la que vas a ir de viaje? nada. Sin embargo, me empecé a preocupar ante las caras de asombro de quienes conocían mi fijación. Entonces indagué en mi cerebro para encontrar las posibles causas a esta afición: ambientes controlados. Esta mentalidad es producto de mi cercanía a una sociedad en la que las eventualidades son detestables y difíciles de manejar. La idea de existir en un ambiente controlado es lo más seguro y deseable para ellos; consumen pólizas de seguro a millones y productos que les prometan no presentar sorpresas desagradables. Del mismo modo, un clima impredecible es una molestia, una falta de control sobre un ambiente que, aunque también incontrolable, permite conocerlo de antemano para tomar las medidas necesarias para enfrentarse a él; así, el estar "preparado para", se convierte en sinónimo de control.
En mi mente, las imágenes de los transeúntes de Tijuana cubriéndose con cartones y bolsas de plástico se mezclan con las imágenes que observé tantas veces por ese canal: cientos de paraguas abiertos en ciudades maquéticas y perfectas.
Y entre esos dos mundos estoy yo, revisando a diario la predicción del clima; paseando con mi sombrilla en los escasos días de lluvia que hay en esta ciudad , mientras observo a quienes caminan bajo los techos, corren a sus autos, o se protegen con bolsas u otros artefactos, adaptándose sin chistar, como todo habitante de este país, a un medio ambiente impredecible que va desde diluvios hasta devaluaciones.
Uno de mis sitios preferidos es weather.com.Hace años obtenía la información climatológica de los segmentos incluídos en los noticiarios; después descubrí The Weather Channel, precisamente en el ¨97 cuando tuvimos una prolífica temporada de lluvias gracias a "El Niño". Recuerdo ver con emoción una mancha verde (en la imagen de satélite) que se aproximaba del océano pacífico hacia la costa de los Estados Unidos, calcular el tiempo en que la lluvia estaría en Tijuana cuando ya había tocado Los Angeles; predecir, conocer de antemano lo que pasaría.
Pronto comencé a observar cuidadosamente la predicción del tiempo que hacían en este canal y, al descubrir el patrón de comportamiento de la imagen de satélite, pude predecir cuando llegaría la lluvia sin esperar a los pronósticos.
Con la llegada de weather.com abandoné la televisión (y de hecho aún la tengo abandonada). El revisar el comportamiento climatológico en este sitio permite ver predicciones hasta de diez días en unos segundos: sencillamente orgásmico.
Mi comportamiento siempre me pareció normal ¿que hay de malo en informarse acerca del clima de la ciudad? ¿o de la ciudad a la que vas a ir de viaje? nada. Sin embargo, me empecé a preocupar ante las caras de asombro de quienes conocían mi fijación. Entonces indagué en mi cerebro para encontrar las posibles causas a esta afición: ambientes controlados. Esta mentalidad es producto de mi cercanía a una sociedad en la que las eventualidades son detestables y difíciles de manejar. La idea de existir en un ambiente controlado es lo más seguro y deseable para ellos; consumen pólizas de seguro a millones y productos que les prometan no presentar sorpresas desagradables. Del mismo modo, un clima impredecible es una molestia, una falta de control sobre un ambiente que, aunque también incontrolable, permite conocerlo de antemano para tomar las medidas necesarias para enfrentarse a él; así, el estar "preparado para", se convierte en sinónimo de control.
En mi mente, las imágenes de los transeúntes de Tijuana cubriéndose con cartones y bolsas de plástico se mezclan con las imágenes que observé tantas veces por ese canal: cientos de paraguas abiertos en ciudades maquéticas y perfectas.
Y entre esos dos mundos estoy yo, revisando a diario la predicción del clima; paseando con mi sombrilla en los escasos días de lluvia que hay en esta ciudad , mientras observo a quienes caminan bajo los techos, corren a sus autos, o se protegen con bolsas u otros artefactos, adaptándose sin chistar, como todo habitante de este país, a un medio ambiente impredecible que va desde diluvios hasta devaluaciones.