CEDA EL PASO
 Anteriormente me quejaba con frecuencia del caos vial que existe en la ciudad. Trasladarme de un lugar a otro suponía proferir insultos durante el camino y regresar con un tumulto de quejas; sin embargo, el panorama de otra ciudad logró un cambio en mi relación con el tráfico.
 Hace un par de meses que transitaba por las calles de Morelia, una ciudad cuya edad es cuatro veces mayor que la de Tijuana, y que ha crecido a un ritmo mucho más lento. Con sus calles y avenidas bien trazadas, uno podría suponer que el tráfico fluye sin dificultad, lo cual es cierto si uno llama a eso el conducir respetando lo menos posible las reglas de tránsito. Al inicio creí que ese comportamiento era solamente de quienes me hacían el favor de transportarme por la ciudad, pero cuando escuché en el radio una exhortación a los automovilistas a respetar los altos que decía "de uno en uno", comprendí que el hecho era generalizado. Días después asocié el mensaje a los letreros colocados bajo los altos de disco que exhibían la misma frase. El estar a punto de ser atropellada un par de veces acabó con cualquier duda que tuviera al respecto, y me recordó visitas anteriores a ciudades del centro del país, en donde cruzar la calle es un acto suicida.
 Ya de regreso en Tijuana, el contraste me puso feliz: puedo confiar en los conductores (no todos, ya sé, pero la mayoría) ante un alto de disco, y cruzar unas calles con estadísticas extremadamente inferiores en lo que respecta a peatones atropellados; yo por supuesto, realizo la misma práctica, y me pongo cursi al escuchar una voz que me grita: Estás en Tijuana! cada vez que alguien me da el paso en alguna intersección.