miércoles, enero 14

Elección

La locura me coquetea. Me invita a querer tocarla, a poseerla con la condición de que no pierda la conciencia de que la porto.

Alguna vez estuve en el borde, en donde un paso más significaba vacío; y lo dí por unos instantes. En ese momento me hice dueña de una extraña capacidad: la capacidad de destruirme ante los ojos del mundo.

Los ojos de la locura son los ojos que amo. No hay lugar que disfrute más que el que se encuentra fuera del centro.

En la vida, se pude optar por pagar uno de estos dos precios: el de la parálisis de la cordura, o el de la alienación de la locura. Ambos causan dolor, ambos restan; pero sólo uno permite develar el éxtasis constante que significa estar vivo.

La locura es el sendero que elijo.