viernes, enero 30


Yo pa’arriba volteo muy poco, tú pa’abajo no sabes voltear…


La canción es totalmente mexicana, pero parece que nosotros nada más la cantamos y los estadounidenses la saben aplicar muy bien. No podemos dejar de mirar hacia “arriba”, hacia “La primera potencia”, hacia “El sueño”, hacia la diversión y el consumo que nos ofrece seductoramente el país de “arriba”, y nos cegamos a lo que nos sucede mientras admiramos su brillo falso. Sin embargo, hacia abajo no hay aparentes motivos para voltear: son morenos, pobres, aburridos y conflictivos ¿qué les vamos a ver? Laura en América y ya.

Estados Unidos fue astuto al realizar el Tratado del Libre Comercio “nomás con nosotros”. Ah, ahora si podemos sentirnos los elegidos de papi, los tuertos entre los ciegos, los de las influencias. Pero si fuimos elegidos, lo sabemos, aparte de para explotar nuestro potencial productivo y comercial, fue para alejarnos de nuestros hermanos sudamericanos. Divide y vencerás es cierto. Así, estableciendo alianza de “uno por uno” Estados Unidos mantiene el control del continente, y nosotros lo permitimos.

Europa, con todo lo criticable que sean sus métodos, ha sabido muy bien contrarrestar el efecto norteamericanizador con la Unión Europea. El Euro se bate con el dólar. El inglés es rechazado como idioma universal, y al intentar utilizarlo no se es bien recibido. Lograr la unidad entre sus países les da cada vez mejores resultados y mayor poder de decisión contra Estados Unidos. Proteger sin proteccionismo es necesario. La globalización pide apertura y unidad mundial para penetrar y manipular; cerrarse a ello tomando sólo lo benéfico para cada país o grupo es lo ideal. Cerrarse totalmente puede llegar a ser exagerado, pero existen ejemplos tales como China, quien durante siglos de aislamiento pudo crear una de las mejores culturas del mundo. A un precio alto, pero es cuestión de elegir las prioridades.

Hace unos días que se suscitó una gran conmoción cuando Brasil comenzó a solicitar pasaportes e identificación con foto a los turistas estadounidenses. No se estaba haciendo nada fuera de lo común, nada que ellos no realicen exhaustivamente cuando es a la inversa. Simplemente que aquí la regla es: todos ellos son buenos ciudadanos que nos visitan, y todos nosotros presuntos sospechosos que intentamos aprovechar sus maravillas. Todos somos seres humanos, y ya. Aplicar las mismas medidas no es ni siquiera ojo por ojo, es también protegernos de toda la escoria que viene a violentar a nuestros países. En el momento en que todos los estados sudamericanos iniciemos con actitudes que levanten nuestra pisoteada dignidad, y estemos dispuestos a perder el cariño de “papá” (sin domingos, ni préstamos, ni posibilidad de ver su tele, a cambio de que lleguemos a la hora que dice, nos vistamos como quiera, elija nuestros amigos y nos diga a que hora dormir), podremos comenzar a ejercer la verdadera independencia que nunca hemos tenido.

Sudamérica debe iniciar intensos diálogos sociales, económicos y culturales, antes de convertirnos por completo en un gran Disneylandia para norteamericanos, en la que ellos pasean y controlan y nosotros trabajamos. Así que aprendamos a voltear para abajo, sin miedo a mirar de frente lo que somos, lo que queda aún de nosotros.