jueves, enero 22

METROSEX

Limitarse es anticuado, cerrarse ante la convicción propia, todavía más. Se debe estar abierto y, ante todo: ser tolerante; todas las posibilidades abiertas, dispuesto a probar de todo con todos.

Encuentro un artículo* en donde se define al “hombre actual”, como metrosexual en su mayoría. Metro ¿qué? Oh, sí, el hombre Gap. Porque lo andrógino es lo deseable, y no por motivos personales o ideológicos. Si, lo adivinaron: por motivos mercadológicos. Pues ¿De que le sirve a la economía un hombre que se pone lo que sea y se dedica a comer carne con papas y a tomar cervezas? Tal vez los dueños del ganado nacional y de las cervecerías estén felices, pero no sucede lo mismo con los fabricantes de ropa, cosméticos, zapatos artículos para el hogar, cirujanos plásticos, estilistas, etc. Ellos no ven a esos hombres en sus mostradores ¿Cómo atraerlos? Un concepto, eso es todo.

Y lo hacen bien, pues si encuestamos a las mujeres, hasta a nosotras nos gusta ese tipo femenino de hombre (no afeminado), y admiramos su cabello largo, su bolsa, su arete en uno o ambos lóbulos. Ya nos vendieron la idea, ahora seremos sus aliadas en convertir a esos cavernícolas en seres delicados y floripondios. Oh! perfección: al fin podremos vivir con un sustituto de madre y no de padre. Al fin TODOS seremos mujeres! (pero para la mercadotecnia mujer significa: ser que dedica el 75% de los ingresos a su disposición en adquirir productos decorativos para ella y para el sitio en el que habita).

Podemos creer que la feminización del hombre es un gran paso para la humanidad, que es una bendición que vivan su lado femenino: lo es. Lo es cuando viven su feminidad como lo que es: una parte inteligente que le permite ser una persona completa, sin problemas para realizar actividades porque ponen en peligro su hombría, capaces expresar sus sentimientos y estar cómodos con hacerlo. Pero cuando se intenta que la vivencia de lo femenino se haga desde la explotación comercial de la mujer, el peligro es doble.

Crear un concepto es una técnica muy inteligente, así como lo es el definirlo detalladamente: “De acuerdo a quienes han escrito sobre ello, el metrosexual es un joven citadino que cuida su figura al acudir al gimnasio y spa, frecuenta al estilista para arreglar cabello, barba, bigote y uñas, utiliza cosméticos y accesorios para caballero, y no escatima al gastar en ropa y calzado. Como puede ver, su apariencia es muy importante. No obstante, el metrosexual es un hombre heterosexual, es decir, se siente atraído por las mujeres, y no tiene duda de ello.” Así que por favor no se confundan, Señores ! si se les da por comprar lápiz labial, hacerse rayitos, o respingarse la naricilla, están siendo MODERNOS, no maricones.

No hay problema de que un hombre cuide su aspecto o se tiña el cabello, cuando le da su gana hacerlo, pero así: CUANDO LE DA SU GANA, y no cuando es una respuesta a la nueva “tendencia”, no cuando lo hace para no quedarse atrás y no ser metrosexual . Cuando eso sucede, significa que ha perdido lo propio para instalarse en lo común, y es idéntico a lo que le sucede a las mujeres cuando olvidan sus gustos para acomodarse a los gustos de su grupo o de la moda, aunque luzcamos terriblemente ridículas.

El consumir asi no se puede dar si no existe una conducta que lo anteceda y lo confirme. El “look” debe acompañarse de un personaje creíble, así que no sólo se deben fingir preferencias de arreglo personal, sino tomar las actitudes correctas (que importa si son propias o no) para dar el punto final. Atendiendo a esto, se estipulan las normas de conducta deseables para el metrosexual: “Son "metro" porque en general están concentrados en las grandes ciudades, y "sexuales" porque se caracterizan por vivir armoniosamente y sin complejos su lado femenino, pero no son afeminados de ninguna manera; incluso, los metrosexuales no se sienten amenazados en presencia de homosexuales y no les incomoda que la gente crea que lo son; es más, el hecho de que otros hombres cuestionen su sexualidad es parte de un juego que les gusta.” Chance y hasta les gusta tanto que se lo creen. No hay nada malo en ser homosexual, el problema es cuando no lo eres y pretendes serlo. La duda está latente en ambos casos.

Ahora sí: Tolerancia! Todos somos todo y hacemos lo de todos y compramos lo mismo y nos acostamos con todos y todo y todo y todo. Eso es lo que llamo globalización. El ciudadano ideal de la globalización no es de un pais, ni de una raza, ni de una edad, ni de un sexo, ni de una ideología; es un ser indiferenciado al que se le puede vender lo que sea, puede vivir dónde sea, comer lo que sea y trabajar en lo que sea mientras pueda comprar lo que sea con lo que gane. Es un tolerante. (Así se evitan los contratiempos de la segmentación de mercados y, como a las modelos sílfides, les ponen los mismos calzones a todos).

Ser menos yo y más ello, mientras creo verdaderamente que estoy siendo más yo. Vaya si funciona.


*Para leer el artículo completo ir a :
www.t1msn.com.mx/Salud/Tusalud/art010saltusmetrosex/