sábado, agosto 9

ANTES Y DESPUES ¿Y DESPUES?


Lista! ya puede marcharse, me dice el dentista. Fin, dice la película. Es todo, el cajero del banco. Todo mundo parece creer que ha hecho el cambio suficiente en tu vida como para que prescindas de sus servicios. Filosofía de la cómida rápida: hambre, hamburguesa, cliente satisfecho que debe desaparecer pronto ¿Y después?

Todo comienza con las historias en las que sus finales parecen pronosticar una vida perfecta para los personajes. No nos vamos a preocupar, pues they lived happly ever after. Pero no sucede así, y nos vamos acostumbrando a ser abandonados a nuestra suerte después de todo tipo de intervenciones por parte de otra persona en nuestras vidas. Pero no nos enseñaron eso. Nuestra madre no jugaba a darnos el biberón y luego retirarlo bruscamente para que aprendiéramos a buscar nuestro propio alimento. Estuvo ahí, se quedó con nosotros. Sin embargo, crecemos un poco, nos encariñamos con un maestro y, adiós, se acabó al año escolar, el que sigue. Entonces nos damos cuenta que nuestra madre nos engañó, que el mundo que nos mostró era irreal. People do go.

Luego viene la mercadotecnia y nos dice que no es cierto. Las personas se van, pero lo que hiceron por tí, se queda (música de fondo) ¿No está ahí el nutriólogo con la foto tuya de antes y después de que bajaras veinte kilos? ¿O el cirujano plástico? ¿O el terapeuta? Sí, el terapeuta. Todos quieren convencerte de que permanecerás en ese estado de perfección durante el resto de tu vida, estén o no presentes. Hasta el cantinero.

Uno. Dos. Tres pasos.

Regresa el hambre, la histeria, la realidad.

La recepcionista: Don´t blame me, I just work here.

Y desparecen. El trabajo se terminó, como la película. El camino de regreso a tu casa no estaba estipulado en el contrato.

Solamente te tienes a tí, como siempre, como nunca te dijeron.

Y la mierda sigue lloviendo.