sábado, enero 25

HERRAMIENTA DE CONTROL
Una amiga dice que el ser humano es el único animal que espera obtener resultados distintos al realizar las cosas de la misma manera. Esto se puede aplicar también al uso del lenguaje. Las frases hechas que utilizamos en el lenguaje oral, poseen siempre respuestas automáticas. Una agresión verbal se responde con otra, una frase de cortesía, igual. Las conversaciones típicas entre los grupos manejan temas y frases estructuradas que dan la idea de una comunicación satisfactoria, cuando en realidad únicamente se realiza un intercambio de convenciones. Sin embargo, el uso de este lenguaje familiar puede llegar a dificultarnos el obtener respuestas distintas de las que deseamos, al plantear una situación de la que de antemano sabemos la reacción que suscitará. Aquí entra el manejo hábil del lenguaje; y nada tiene mayor efecto que el utilizarlo de manera descomunal. Hoy lo aplicaron en mí, en un restaurante de comida rápida (seguramente estos conocimientos son parte de la capacitación de su personal, y lo utilizan como estrategia para mantener a los clientes "satisfechos").
No se me antojó nada de la junk food de ese lugar, la verdad, pero la idea de hacer de comer se me antojó menos; así que ordené una hamburguesa por el drive-thru. Esperé a que avanzaran los cinco carros que estaban frente a mí para recibir mi hamburguesa. Tocó mi turno, y un hombre de uniforme a rayas ( y aspecto artificial, porque algo raro les pasa a los trabajadores de las empresas transnacionales: los capacitan tanto que los transforman en parte del inmueble; los veo y se me hace imposible que sean tijuanenses normales, seguramente viven en lugares especiales y secretos de la ciudad) se acercó sonriendo a la ventanilla y me dijo:
--Lo siento, pero su hamburguesa se bajó al momento de ordenarla. Si gusta, estaciónese en la línea amarilla y en un momento se la llevo.
Sin cuestionar nada, no pude más que obedecer ante tan grave situación. Me estacioné donde me indicaron esperando que todo saliera bien. En un par de minutos, el habitante de la Tijuana secreta salió y me entregó la hamburguesa. Para entonces yo ya había identificado su estrategia, pero no me quejé: una enseñanza de esas no se obtiene en ningún lado por veintitrés pesos.