miércoles, enero 29

LAUNDRY DAY

Hoy tuve grandes pérdidas. Salí a lavar mi ropa y, sin querer, hice un recorrido por un pasado que creí existente, y que fui borrando mientras conducía.

Recuerdo haber estado de pequeña varias veces en esa lavandería. Recuerdo los juegos y los dulces; es más, tengo fotografías estando en ese lugar. Pasó el tiempo y dejamos de ir. Sin embargo, el saber que el lugar estaba ahí era una certeza, nunca hubo razón para regresar a ver si aun existía. La ciudad cambió, demolieron varios de los locales de esa área y, sin que lo hiciera consciente, algo de mí sabía que la lavamática estaba ahí, esperándome.

Hace unas horas tomé mi ropa sucia y salí hacia allá. Pasé frente al lugar y ví un restaurante . Dudando de mi memoria, regresé de nuevo, dos calles más abajo: nada. Pensé que tal vez la habían cambiado de sitio, probablemente en las calles intermedias. Seguramente esa cadena de restaurantes, o la de renta de videos compraron el local y tuvieron que reubicarla. Estuve casi veinte minutos dando vueltas por el área, y la lavamática nunca apareció. Fue extraño: paso por ese lugar mas de tres veces por semana y nunca me dí cuenta que la lavandería no estaba.

Tenía que buscar otras opciones, así que recurrí a mi memoria (el ser más mentiroso y destructivo que conozco) y me sugirió que fuera a un centro comercial, a una lavanderia en la que nunca había estado, pero de la que recordaba el aroma a ropa limpia y la imagen de las secadoras girando a un solo ritmo, mientras esperaba una pizza en el local contiguo, al lado de mi padre. Entré al estacionamiento buscando el lugar: habían demolido la mayoría de los locales y, en su lugar, nuevo edificios eran construidos. Al salir de ahí, le pregunté a la mujer de la caseta por la lavandería:
--Uy, no. Ya tiene años que la quitaron.

Me preocupé.

En un instante, los sitios instalados en mi memoria estaban desapareciendo físicamente. Quise olvidar mi casa, y a las personas que quiero pues, si las recordaba, seguramente mi memoria las aniquilaría. Sin miedo a borrarla del mapa, recordé una lavandería que ví siempre cerca de la casa de mi abuela, y me dirigí a ella. Estacioné mi auto frente al local. Estaba a punto de abrir la portezuela cuando mi vista reconoció las letras del anuncio: PLANCHADURIA.
Salí huyendo del lugar, desconfiando de todo lo que veía. Pensé en huir a mi casa y esconderme ahí, hasta que mi memoria sanara.
Conduje calle arriba, a baja velocidad, repitiendo en mi mente la letra de la canción que escuchaba para no recordar nada. Entonces, justo a mi lado, ví un centro comercial que no había notado y, dentro de él, una lavandería; una desafortunada lavandería.