sábado, marzo 22

THE END

Detesto los finales tanto como a los hombres perfectos; tal vez sea por la similitud entre ellos: no existen.

El final se da como un corte en el tiempo, lo cual es totalmente imposible. El final es un intento de control de la realidad por parte del autor de una obra. La realidad (si es que tal cosa existe) no puede suspenderse, no puede proyectarse a partir de un final.

En el final se propone que una situación ha sido resuelta, y que permanecerá de ese modo para siempre. Los personajes se apresuran a coincidir en él. Sus vidas son arregladas de tal modo que lleguen al mismo tiempo a la imagen estática que el autor quiere dejarnos de ellos.

En el intento por llamar final al momento en que un autor abandona su obra, se ha llegado a crear el término de final abierto. Pero debería llamarse simplemente corte, evitando utilizar el término final. Goethe decía que las grandes obras de la literatura son inconclusas; es decir, simplemente se abandonan.

Incluso la muerte no es un final, todo continúa en la vida cuando alguien muere. Si la tierra fuese destruida no significaría que ha llegado a su fin, únicamente se transformaría. Una obra que significa un corte en una historia (si es que se pretende contar una) permanece disponible a la posibilidad de cambio, de modo que no es un instructivo que lleva al lector a armar un producto terminado, no biodegradable, que permanecerá así en los siglos venideros.

Permanece la posibilidad constante de continuarla, de