TO BELONG OR NOT TO BELONG
Hace rato, un amigo me comentaba de su alegría de pertenecer a un grupo nuevo. Ojalá y los hubiera conocido antes -dijo-, mejor no, así puedo observarlos con ojo crítico, no perteneciendo del todo.
Siempre he cuestionado el hecho de no pertenecer, actitud que practico con frecuencia. Tal vez pudiera llamarse "mirada de extranjero": no pertenecer a la familia, ni a los grupos de amigos, ni a las instituciones. Esto, más que a cuestiones psicológicas, se debe a la situación geográfica. Habiendo nacido en la frontera, estamos acostumbrados a ir a ese país al cual no pertenecemos, pero con el que hemos desarrollado una relación. Regresamos de nuevo a "nuestro país", al que tampoco pertenecemos del todo, pues parte de nuestro vocabulario y costumbres son extranjeras. Entonces vivimos en este limbo, en este espacio no geográfico de características ambiguas, y terminamos aplicando esta no pertenencia en todas nuestras relaciones.
Una ciudad de "por mientras" nos lleva a una forma de vida similar. La propuesta aquí sería modificar la visión de dos mundos y convertirla en unidad regional, de manera que podamos ir desarrollando sentimientos de pertenencia que beneficien nuestras relaciones personales y, sobre todo, el crecimiento positivo de nuestra comunidad.