miércoles, marzo 5

DE LA OBSERVACION Y OTRAS ENFERMEDADES

Hace varios posts hablaba de la existencia de un blog mental como observador interno de mi pensamiento y mi acciones; además, este personaje se dedicaba continuamente a observar el mundo desde una perspectiva ajena, haciéndome creer cada vez más que yo no pertenezco a él. Poco a poco me fui convirtiendo en este observador orgulloso de su lejanía, orgulloso de estar en la acción sin participar; un reportero invisible y mudo, porque hasta los reporteros participan en los acontecimientos, y mi nueva manera de relacionarme con el mundo era la de un no-participante.

Día a día me enorgullecí más de mi distancia. La mejor distancia era la elaboración de juicios, y en eso me volví experta. Y no es que hacer juicios sea incorrecto, de hecho es saludable, pero cuando el cuestionamiento obstaculiza el vivir, es cuando uno debe cuestionarse los cuestionamientos.

Pronto me dió envidia ver a quién disfrutaba de actividades superficiales totalmente inmerso en ellas. Observé mujeres y hombres caminando, conversando, riendo, bailando (y todos los demás gerundios que existan): en sus rostros no había señal alguna de autoconciencia y parecían felices (claro, segun yo). Intenté hacerlo por unos días, preocupándome sólo por el instante que vivía.

RESULTADO: Una vida de baja calidad.

Decidí terminar con mi práctica forzada el día que presencié un paisaje estupendo, ya que, si solamente hubiera estado allí, no lo hubiese disfrutado tanto. Tomé conciencia de que estaba en ese lugar y me trasladé mentalmente a todos los lugares en que pude haber estado en ese momento: mi capacidad de disfrute se incrementó al instante.

El peligro de analizar demasiado nuestro entorno es que podemos llegar a creer que somos distintos de "esos" que no lo hacen, y utilizar nuestra hablidad como una forma de supremacía. Es frecuente encontrar ejemplos de este observador entre los grupos: es aquel que guarda silencio y observa, sin comprometerse jamás con una opinión, mucho menos con una acción. Se mantiene en la cómoda posición de: pobres tontos! que equivocados están! y se aleja llevándose sus "valiosos" juicios.

El poseer la capacidad de análisis y crítica (que por cierto, no es un regalo de los dioses, si no una actitud que se mejora con el conocimiento) es un compromiso siempre. Además, proporciona a quien la desarrolla correctamente, la degustación lenta y placentera de su existencia. Ya decía Platón "Una vida no examinada, no vale la pena ser vivida".