lunes, septiembre 22

ACTUALIZACIONES

Las traducciones generalmente se conciben como el paso de cierto texto de un idioma a otro. De este modo, personas que no tiene acceso a esa lengua pueden entrar en contacto con esa información. Las traducciones se hacen tomando cómo base ciertos criterios que atienden al tipo de texto que se traduce (científico, informativo, literario). Las traducciones permiten incorporar, a la producción escrita de un país, nuevas referencias para analizarla desde otros puntos de vista.

Dentro de las finanzas, la información que es producida también se traduce, sólo que no de un idioma a otro, sino de un tiempo a otro. Un estado financiero que se elaboró hace siete años no puede ser comparado con uno actual para evaluar el avance o retroceso de la empresa estudiada si no se eleva al mismo plano temporal. ¿Cómo se realiza esto?

La traducción de estados financieros utiliza el factor inflación. Este factor no es simplemente un número aislado que se emite por una dependencia, sino que es un número (otro tipo de lenguaje) que encierra en sí mismo una serie de implicaciones históricas, sociales, políticas y, por supuesto, económicas, de un país y del planeta en general.

Un hecho local afecta actualmente los mercado internacionales; no solamente los de los países desarrollados, sino de todos los países que forman el mundo. Las causas y efectos del hecho en el que se originó el acto quedan registrados en la historia. Un hecho de este tipo no se refiere solamente a una gran catástrofe, sino a todas las modificaciones lentas y rápidas que ocurren dentro de cualquier sociedad. Toda esta gama de hechos e interrelaciones construyen el espacio económico, que se forma tanto de ideas como de números. Toda esta actividad social se resume en un número que, por supuesto, no es exacto, sino representativo. Esta cifra llamada factor inflacionario, se aplica a los informes del pasado, de tal forma que pueda establecerse un punto de comparación con los actuales. Los estados financieros se re-presentan, es decir, se vuelven al presente aplicándole la cifra histórica.

De igual modo, los textos del pasado no se pueden comparar con la producción actual. Es de conocimiento general que esto se debe a los cambios sociales, económicos y políticos que los separan. Sin embargo, buscando un factor de equivalencia, sería adecuado traducirlos en el tiempo, mostrarlos con todas sus fallas y virtudes ante los ojos de los nuevos observadores, de modo que no se formen idealizaciones de ellos, ni viceversa. Presentar ante el reacio joven lector de los clásicos la versión actualizada. No traducir sólo en dirección horizontal, sino también vertical. Sabemos que el lenguaje nos separa a través del tiempo, este es el gran dilema generacional; y si otras disciplinas ya han encontrado métodos eficaces para traducir en el tiempo, es hora de que los profesionales del lenguaje también lo hagan de un modo concienzudo y eficaz, evitando a toda costa caer en lo superficial del remake hollywoodense.