lunes, diciembre 29

Nochebuena


6:00 p.m. Radio Latina:

“Para cruzar a California por la garita de San Ysidro hay 5 vehículos por carril por el lado izquierdo y por el lado derecho la espera es mínima. De San Ysidro a Tijuana, hay una espera de 220 automóviles por carril.”

Dias antes, sucedía a la inversa, pues las tiendas estaban abiertas y los tijuanenses necesitaban productos. En nochebuena, las tiendas estaban cerradas y los habitantes de San Diego necesitaban un hogar con personas reales para estar esa noche. Sucede así: Norteamérica está constituído por productos, México por personas.






Rechazo o Intercambio?

Cuando dice: Yo no creo en esas convenciones.
Quiere decir: Yo creo en estas.





El cambio de palabras no incrementa nuestros costos fijos.

Hacía fila en el módulo especial instalado con motivo de la navidad en la tienda Target, para, precisamente, regresar uno de esos artefactos con el que alguien cumplió su obligación en el intercambio, cuando la cansada mujer que me iba a atender, se dirigió a mí diciendo:

-Can I help the next guest, please.

Lo sé, no era su invento, así les pide la empresa que se dirijan a los clientes. No somos consumidores, somos “invitados” (a consumir?); al fin y al cabo, cambiar la palabra “customer” por “guest” no cuesta un centavo. Esto, probablemente lo aprendieron de los (las) seductores, quienes no escatiman en utilizar palabras que no tienen fondos para atrapar a su presa. Derramar palabras halagadoras al parecer no cuesta nada y consigue el objetivo, de modo que, los siempre ávidos de seducción o mercadólogos, saben como tratar a su presa potencial.

La técnica no se aplica solamente a los clientes: los empleados también son engatuzados de la misma manera. Les llaman “associates” en lugar de “employees”. No soy tu patrón, no te portes como empleado, estamos juntos en esto: eres mi socio. Al fin de cuentas, nada cuesta, y quién se la crea terminará hasta trabajando horas extra sin sueldo.

Esta utilización seductora del lenguaje, hace que poco a poco se pierda toda credibilidad en él. Todo compromiso adquirido por medio de la palabra es nulo, incluso el hecho por escrito, aunque existan leyes que obliguen a cumplirlo. El lenguaje, así como los medios, los estilos de vida, la política, la religión, al convertirse en un servidor más de la mercadotecnia, obliga a mirar hacia otro lado para encontrar verdades no contaminadas. El pensamiento está contaminado en su mayoría, de no ser por las imágenes y los instantes en que el cerebro siente. Probablemente serían los sentimientos la manera más real (aunque la más destructiva) de acercarse a la verdad. Ahora está el problema de cómo transmitirlos cuando el lenguaje no sirve y cuando incluso los hechos están viciados. Probablemente, el único recurso disponible sea la piel. Afortunadamente, éste recurso se encuentra fuera del alcance de la mercadotecnia, pues el contacto tiene poco que ver con la pornografía o el placer. Es de uno a uno que se aman conociéndose y se conocen amándose. No importa el nombre que se les de.





Vestir o Comprar?

Tal vez era menos costoso cuando la necesidad a cubrir era simplemente la de cubrir. Alguien encontró estético colocar una hoja en lo genitales, de modo que todos tuvieron que buscar una hoja para estar “in”. Como el hombre tuvo que elegir entre pensar y tener el cuerpo cubierto de vello, se vió en la necesidad de sustituirlo por pieles de animales muertos para protegerse del frío. Pero de ahí a “ir de shopping” hay una larga historia.

Tan pronto el ingreso de una persona supera lo indispensable para cubrir sus requerimentos de vivienda, salud, alimentación y una que otra diversión, se ve llamado por la voz de la industria de la moda, que se mueve en los distintos niveles socioeconómicos. La tendencia a adquirir vestuario en exceso va desde la ropa de segunda, las prendas adquiridas “en pagos”, hasta las grandes marcas que cobran por una pieza lo que millones de personas no ganan en un año.

La visita a los centros de consumo de ropa es un fin en sí. No importa que lo adquirido sea o no necesario: lo importante es “el paseo”. Sería saludable decir que no importa si se compra algo o no pero, aunque en muchos casos eso es lo que sucede, esa “no compra” se transforma en una frustración, en un “me hubiera gustado comprar”.

¿Qué haría toda esa gente si no destinara sus fines de semana a ir de compras? Incluso cuando no compra nada. Probablemente pensarían un poco más, y ese sería un gran problema. Es mucho mejor dar clases light a los adolescentes y convencerlos en que se deben preocupar por no traer los teniss “Jordan” o los hipsters “Guess”: eso SI es serio y, entre otras cositas, haciendo un lado las utilidade$, previene de que se repitan esos eventillos desagradables como el de 1968. Es mejor tener hombres trabajando doble para poder llevar a sus familias a “Disneylandia” a hombres que destinan parte de su tiempo a una causa social. Es mejor tener señoras inventando reuniones (para quemarse a la comadre con la nueva garra) y paseos al “mall”, o mujeres profesionistas trabajando de sol a sol para pagar el auto nuevo y la colegiatura en la escuela de monjas, que mujeres comprometidas con su familia, su medio y su desarrollo.

Right here I feel like the americans who think they’re critics of their own system, but can’t deny the milk the were fed on. I didn’t learn to consume from my parents: they aren’t that way. I learned from my friends, from TV, from the ads. I chose to accept it. Right now I would like to get rid of it. I can’t.


Se critica al que simplemente viste, sin importar si su “look” está a la moda o no. Hace tiempo escuché a un amigo decir que andaba a la moda porque la moda lo alcanzó. Si se desea un look “timeless” también se debe ser cuidadoso en la elección de las prendas, para no ser etiquetado de: oldie, naco, ridículo, etc. Por supuesto que todo esto afecta a quien le interesa lo que diga la gente: but most people do. Hace días ví por la calle a una mujer guapa con un vestido rojo al tobillo, de falda amplia y manga larga, tela no reconocible, zapatos cerrados, un suéter grueso y un gorro redondo y ceñido. No pude clasificarla con ninguna de las etiquetas que poseo: a eso llamo ser original. El problema es que la tendencia actual es a hacerse notar portando las mismas prendas que utilizan los de ciertas preferencias, clase o edad y, cuando los gustos de ese grupo se modifican, o la moda lo marca, todos deben atender a esas exigencias para estar “in”. Ser original en este tiempo es ser excéntrico; actitud que recomiendo bastante. Si cada uno obedeciera a su personalidad y a sus necesidades reales para vestir su cuerpo, la industria de la moda y todo lo que ella implica se vería seriamente afectada. Pero ¿quién se atreve a ser?