lunes, noviembre 17

TRASLADANDO RESPONSABILIDADES

Asistí solamente a cuatro de los aproximadamente doce eventos del Festival de Literatura del Noroeste, de modo que mi opinión acerca de éste es tan sólo un 33% representativa; aún así me pregunto: Si éste evento hubiera valido la pena ¿Quien lo hubiese presenciado?

Uno tiene lo merece. Tijuana, como ciudad, definitivamente merece más; pero no sucede lo mismo con sus habitantes. Era penoso observar que el público estaba formado en su mayoría por los escritores que no estaban participando en ese momento como expositores. Aunque, si el público no regresó después del segundo evento, no lo culpo: era patético escuchar a un hombre diciendo que "había tenido que leer un par de libros, pero que en realidad no los había leído todos, porque frecuentemente habla de libros que no ha leído": Soportarlo preguntándose a sí mismo si lo que había dicho era lo que se le había pedido que dijera; todo esto bajo el nombre de conferencia de "La ciencia ficción mexicana y la doble ruptura de la tradición", por Ricardo Bernal.

No pude apreciar (o despreciar) como era debido, el segundo evento al que asistí sobre "Voces e imaginarios de la Narrativa del Nororeste", pues llevaba mi tiempo contado para un evento que debía iniciar a la cuatro de la tarde, pero que inició bastante más tarde "porque los escritores estaban comiendo". El único puntual fue Rafa Saavedra, los demás llegaron bastante agotados como para leer con la dicción y fluidez que se debe a un texto de creación propia.

La conferencia de las siete "La narrativa en el noroeste" fue cancelada.

Pero no todo fue negativo, también estuvo Jorge Ortega. Su análisis referente a la poesía del noroeste denotó un verdadero conocimiento de la misma, una visión actual sustentada por las bases teóricas necesarias y la voluntad de exponer de manera formal, que no solemne, su visión de la literatura de la que forma parte. Tuvo razón al instar a la poesía de la región a salir del lirismo y la construcción ligera y conservadora. No faltó uno que otro no-poeta que aparentaba representar la literatura de Sinaloa que, antes de dar lectura a sus poemas de la segunda mitad del siglo XIX, se mofara de la visión de Ortega con comentarios como: "Ya no sé si leer mi poema o no, pues no habla de la Danza del Venado", agregando que él como escritor no es consciente de "ninguna de esas cosas" (zona geográfica) cuando escribe.

Existe la posibilidad (y si no fue así, debería existir) de que las otras mesas de trabajo y conferencias hayan sido presididas por personas que poseen un verdadero compromiso con la tarea de escribir, quienes tienen interés en sustentar su escritura con fundamentos teóricos y no con bonitos sentimientos y la "inspiración y las experiencias"; y que también se preocupan por aprovechar estos eventos para sembrar novedad y sacudir a quienes acuden para: "dejarse ver", tomarse unas cervezas con los cuates (tan light como ellos) o mantener su status literario. Es necesaria una reeducación tanto del público como del expositor. Aquí sí, aunque tengan tantos defectos, podemos aprender muchísimo de la profesionalidad de los norteamericanos y, por supuesto, de uno que otro mexicano.