martes, febrero 7

Ya salió Replicante
"Narrativas y poéticas desde el abismo"

Por aquí un texto mío sobre la escritora gringa Kathy Acker. Y muchos más...

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sábado, febrero 4


Demasiado


Existe demasiado. Solamente demasiado. No es una multitud ni una acumulación. No tiene ejemplos. Ni siquiera causas. Simplemente existe a la vez, caóticamente. No es demasiado pensar, ni demasiado alcohol. Ni demasiados productos o discursos. Ni siquiera demasiado espectáculo.


Demasiado aturde y confunde. Demasiado paraliza. Demasiado incluso puede ser nada. Una nada que petrifica. Demasiado conecta siempre. No puede estar solo. Demasiado necesita demasiado. Demasiado al pasado. Demasiado coloca sobre un punto todo lo que no está. Demasiado produce vacío. Ausencia. Demasiado no llena huecos, los produce.

Nada es demasiado. Nunca es demasiado. Éstas son frases totalmente ciertas. Demasiado aniquila porque nunca está en el presente. Porque demasiado impide el contacto. Demasiado es sinsentido y duración.

Pero demasiado es una orilla. Un borde. El precipicio. Demasiado es la aproximación a una frontera. La cercanía del límite. Del fin. Demasiado es cerca, pero no ahí.

Demasiado obliga el deseo del futuro. Vislumbrar el sitio donde termina.

Desgraciadamente, demasiado es cíclico.

Demasiado no es, solamente está. Demasiado está en el lenguaje.

domingo, enero 29

Yo/Tú


Cruzar la frontera con frecuencia, garantiza al mexicano su mexicanidad. No hay acto más visible de nuestros límites que éste. Mientras el mexicano hace línea en auto o a pie, no hay manera de que evite algún tipo de reflexión acerca del acto que realiza. Cruzar la frontera "legalmente" es un acto demasiado violento como para darlo por hecho.

Es injusto establecer juicios contra nuestros paisanos del sur respecto a su conocimiento o desconocimiento del tema fronterizo. Es injusto juzgar el hecho de que la norteamericanización de México se presente con más fuerza al sur que al norte. En el sur de México Estados Unidos es una idea, y como toda idea, se busca materializar. Para hacer esto es necesario que el idioma, los productos y los modos de relación norteamericanos estén presentes dentro del territorio nacional. De esta manera, la presencia de los Estados Unidos no se percibe como ajena, pues se funde en el paisaje, entre los cuerpos, en los sonidos; no hay delimitación física de la otredad.

En la frontera, Estados Unidos es ese territorio hosco que está del otro lado del muro. Y del otro muro. Y del otro muro. Ese lugar que sólo permite el acceso a través de una larga fila y una minuciosa inspección, o a través del desierto. Vaya que Estados Unidos es distinto. Vaya que ese lugar no se parece a México. Cualquier mexicano que cruce la frontera lo puede constatar; y cuando regresa a su país,a su ciudad, no puede mirar a la norteamericanización sin distancia. Las trasnacionales se vuelven ahora pequeñas sedes del territorio abandonado. Estar dentro de ellas es como estar otra vez allá. Se puede percibir el mismo olor, los mismos colores, el mismo tono de la luz. Ese vacío invisible que invade los comercios. Es desconcertante entonces ver a los empleados del lugar, intentando adecuarse a actitudes que se les requieren y que les son ajenas. Intentando traducir al español un modo de vida que desconocen.

Definitivamente es verdad. Es necesario ver para creer. Literalmente ver diariamente el muro o la garita, es percibir los límites de nuestra mexicanidad. Con los límites claros y tangibles es menos posible fundirse con el otro. Por el contrario, unos límites tan explícitos producen aún más extrañeza con lo ajeno. Más orgullo de lo propio. Más fricción.

La fricción dialéctica del movimiento.

domingo, enero 22

2006

Si escribir en el blog consiste en hablar acerca de lo que el autor de la página hace, siente, piensa o dice, escribiría que atravieso un período de contemplación. Pero escribir acerca del autor es una manera fácil de atraer lectores, por eso elijo escribir de algo que no tenga nada que ver conmigo. Y como es imposible hablar de algo que no sea yo misma, hablaré de mí misma, y diré que atravieso un período de contemplación.

Sólo que haciendo esto convierto mi persona en personaje. Ficción.

Una forma literariamente correcta de negar la autoexposición.

martes, diciembre 20

Apología musical
(o resignándome a la escritura)


Hace unas semanas estuvo coqueteando entre las circunvoluciones de mi cerebro la idea de escribir en contra del sintetizador. Quería decir que su mismo nombre es una utopía, que nada puede ser sintetizado. Diría también que es un excelente ejemplo de la sustitución de lo real por lo artificial ( o de lo real por su doble, dijera Baudrillard). Pero no continuaré con esto, pues hace unos días tuve encuentros cercanos con un aparato de ese tipo, y con su compañero, el secuenciador.
Lo siento Baudrillard, pero mi experiencia real con el doble fue superior al doble de la experiencia real que había fabricado en mi mente. Esos aparatos me produjeron éxtasis y boquiabiertismo. Incluso consideré por unos segundos dedicarme a hacer música. De inmediato volví a la realidad: aún soy demasiado egocéntrica y controladora como para tolerar que no sea yo quien delimite con esmero lingüístico el significado de mi creación (absurdamente, creo que esto es posible) y que mis palabras (las mías, sí, las mías, por supuesto) no aparezcan una a una como una constante y repetida rúbrica de mi obra.


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Literaturita Vivanco

La literatura inició su proceso de declive desde que se asumió como tal. Basta nombrar algo para matarlo y sólo se puede nombrar lo que está muriendo. El cambio experimentado por la literatura a través del tiempo es un proceso de endurecimiento; de los ondulantes sonidos de la música a la rigidez de unos trazos en la página. De los trazos cantados a la lectura silente. El enmudecimiento es propio del moribundo.

La música ha sido sabia al no permitir su lectura silente. De esa manera, al transcurrir los siglos, sigue presente en el concierto y el salón de baile, pero también en el automóvil, la cantina, el ipod, el videojuego, la feria y el teléfono celular. Al contrario, la literatura, ya sea solemne o transgresora, tradicional o experimental, continúa mansa en los estantes de las librerías y bibliotecas, esperando pasiva como una dama decente a que algún valiente abra sus pastas y la recorra en silencio.

Y mientras la música contornea sensualmente su cuerpo a la vista de todos, la literatura, desde una esquina, y agitando un té caliente para su resfriado, la mira con desdén.

miércoles, noviembre 23

ERUDO

Prefiero lo erudo a lo erudito. Erudito es una denominación peyorativa. Erudito es diminutivo, mínimo, empequeñecido. Un erudito se desprecia, como si cada libro que consumiese lo volviera menos hombre. Erudito denota, en su reducción, las “pequeñeces” a las que se accede con el conocimiento. La discapacidad de una mente especializada.

En lo erudo está lo rudo, pero sin ser tan áspero. El erudo no cita frases prestadas, el conocimiento entero le pertenece. No es un flemático bibliófilo de las oscuridades, su saber incluye la experiencia de la tierra; su fortaleza está en la conquista de batallas que van más allá de lo lingüístico. Erudo también es carne, saber y sudor.

Propongo, pues, la abolición de lo erudito incluidas sus debilidades humanas, y la celebración de lo erudo, como recipiente gráfico y fonético de quien se vive en el festejo sapiencial de la vida.

viernes, noviembre 18

Manifiestos en el inbox

Los medios están pasando a ser fines. El poder de convocación de un grupo subversivo anteriormente era lento, y se limitaba a la zona geográfica en la que se generaba. Pero poco a poco los medios fueron ganando terreno en esa reunión de insatisfacciones, tal vez sin proponérselo. En su afán de sensacionalismo, no dejan de transmitir imágenes que instan a los pueblos en los que la opresión está llegando a sus límites (¿y en que país no sucede esto?) a unirse contra la voluntad imperialista.

Hay una lluvia de correos electrónicos que recorren el mundo en distintos idiomas. En Francia, los blogs han sido un elemento importante de convocación y comunicación entre los manifestantes. Al fin un instrumento diseñado para la guerra, el internet está funcionando de la misma manera; sólo que hacia rumbos no planeados. Los caminos están ya trazados. Es una supercarretera de información, ¿por qué no transitar en ella con el equipaje que se desee?

Ya no hay tal cosa como el pensador solitario. Ese que repartía panfletos anarquistas entre su círculo intelectual. Tal vez ahora será necesaria la policía del pensamiento (o de la escritura) que profetizó Orwell (y que es ya una realidad en las intervenciones que se hace a la red por parte de los gobiernos represivos). O tal vez aún más necesarios los policías filósofos de Chesterton. Lo cierto es que sí, hay una conspiración, y ya no es solamente en las palabras. Este siglo XXI que nos ha dado eclipses, tsunamis, atentados terroristas y a Bush, es un tiempo de revolución.

Ya no es difícil leer los signos de los tiempos. Basta abrir la bandeja de entrada, y ahí están.

sábado, octubre 22

Pieza de museo

Escribe Huidobro en Arte poética:

Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Cómo recuerdo en los museos;
Más no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero reside en la cabeza.


Partidario de la dualidad cuerpo-alma, el poeta chileno apoya la idea del progreso. Sin embargo, el otorgar la potencia a un fragmento del ser humano (la cabeza) ha contribuido a su estasis corporal. Adoradores de la tecnología, morimos de problemas del corazón. Conectados a nuestra PC, inmóviles frente a la pantalla, nuestras células se vuelven contra nosotros, reclamando la vida que no les damos. Morimos de cáncer. La supremacía de la mente sobre el cuerpo provoca que veamos con desprecio a esos seres que maquilan con sus manos los productos que nos ahorran movimientos, a esos otros que construyen con sus manos las habitaciones que no necesitaremos abandonar para comunicarnos con el mundo. A esos “salvajes” del movimiento muscular de los que hablaba Aldous Huxley en Un mundo feliz. Y mientras nos volvemos Alfa, Beta o Gamma y continuamos drenando nuestro cuerpo de la grasa que se acumula en el sillón, nuestro vigor verdadero, la cabeza, está cada vez más alterada por el estrés, la depresión y el déficit de atención. Posiblemente pronto nos demos por vencidos y colguemos, también, nuestro cerebro en el museo.


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Ah, el inverno. Sin duda la escritura originalmente debió crearse para ser utilizada en esta estación del año.

Pero, ¿utilizo la escritura o es ella quién me utiliza a mí?

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La escritura tiene una fuerte relación con el agua. Mares, lagos, lluvia, lágrimas han acompañado a la escritura desde sus inicios. Incluso, básicamente es un líquido, la tinta, el que hace posible la escritura. Tal vez por ello todos los seres humanos tenemos algo de escritor: casi el 90% de nuestro cuerpo está compuesto de agua.

lunes, octubre 17

El espejo de un huracán

La destrucción causada en Estados Unidos por el huracán Katrina y su remate, Rita, y la catástrofe en México de Stan, hicieron evidente las enormes diferencias que existen entre ambos países. A pesar la cercanía, del discurso global y del aparente dominio de Norteamérica sobre nuestro país, la distancia entre ambas culturas es de años luz.

Es paradójico que un huracán cause más devastación en un país de primer mundo que en uno tercermundista. Lás imágenes con las que nos bombardeaban los medios sobre Katrina eran las de un sitio en caos, en el que sus habitantes se comportaban como bebés desvalidos a quienes había que ir a rescatar en brazos. Parados sobre los techos de sus casas, extendían los brazos vociferando contra papá gobierno porque los había olvidado ahí. En los albergues, una vez rescatados, los niños de cuarenta años se violaban entre sí, incluso lo hacían a los niños reales, quienes eran las verdaderas víctimas de todo esto. Mientras la ayuda llegaba, tuvieron que saquear negocios para "sobrevivir", hasta que les enviaron unas cuantas tropas, recién llegadas de Irak, para "reestablecer el orden" (¿cuál?). Los bebés, como en los videojuegos, les dispararon a matar.

Una vez en los albergues, había que degustar esa asquerosa comida. Lo bueno fue que papá Bush al fin se compadeció de ellos enviándoles seiscientos dólares al mes para sus hamburgers.

No faltaron las entrevistas en las que los ciudadadanos (de todas las nacionalidades, incluso mexico-americanos) exponían sus quejas, no acerca de sus pérdidas, sino del mal servicio que les prestó el gobierno, o de las disposiciones tomadas por éste, como la de cercar la ciudad e impedir que entraran sus habitantes.

Por supuesto que hubo sufrimiento. Horror. Pérdidas humanas. Todo esto real y doloroso. Pero también la visión de una sociedad desvalida, dependiente de su Führer, incapaz de salir adelante por sí misma, que incluso se agrede entre sí en vez de ayudarse. Una sociedad en estado infantil.

Stan también causó devastación. Muerte. Pérdidas totales en casas de las que ninguna aseguranza responderá. En hogares que no ganaban ni siquiera seiscientos dólares al año. Inundaciones en sitios no pavimentados, en chozas, entre la selva. Sin embargo, la población no se encontraba arriba de los árboles, esperando a los helicópteros. Se trasladaban en lanchas improvisadas o caminando en el río. Atados a una soga, cruzaban la inundación para llegar al otro lado. Trabajaban con palas y cubetas para limpiar su casa. Se alimentaban de los víveres a su alcance, cocinando en fogatas. Por supuesto que necesitaban (aún la necesitan) ayuda. Por supuesto que la que llegaba poco a poco era bien recibida. Por supuesto que solicitaban más. Sin embargo, quien no ha vivido del welfare, no lo extraña. Hay algo de útil en estar acostumbrado a resolver los problemas propios. Algo que incluso, llega a salvar la vida.

Los reporteros de todos los medios pululaban en la zona de desastre. Entorpeciendo las labores de los damnificados, los entrevistaban sin cesar para mostrar al mundo lo más desgarrador (filmando incluso a quien se ahogaba, sin ayudarlo). Pero era bueno ver cómo la población no caía en sus juegos alarmistas. En una entrevista a un hombre humilde a quien su casa se le había venido abajo, el reportero le preguntó, orillándolo hasta la pared: ¿y ahora qué va a hacer? Él le respondió, con lágrimas en los ojos: volverla a hacer.

En otro reportaje, una mujer joven con un bebé en brazos esperaba cruzar el río sentada en una cuerda que habían improvisado para ello. El reportero se acercó y le preguntó: señora ¿pero cómo le va a hacer con el bebé? La mujer no lo miró de frente, pues estababa atareada con su sobreviviencia. Le respondió con rapidez: pues a ver cómo le hago, tengo que cruzar. Esto es a lo que me refiero al hablar de las diferencias abismales en la manera de enfrentar las catástrofes entre dos países. Incluso México envió tropas de ayuda a Estados Unidos. Donde come uno, comen dos. Aunque el primero no tenga welfare.

sábado, octubre 8

El fin de los tiempos ¿o el fin de los dentros?

El mundo, como la realidad, está formado por capas. En la antigüedad, los habitantes del planeta vivían en un mundo más pequeño, más cercano al núcleo terrestre. A medida que el polvo de la galaxia se ha ido acumulando sobre nuestro planeta, las civilizaciones terrestres nos alejamos cada vez más del núcleo. No conformes con ello, pavimentamos la superficie o construimos edificios altísimos para alejarnos de nuestro centro. Y entre más lejos estamos, es obvio que vivimos cada vez más sobre la superficie. Por eso, llamar a nuestra civilización superficial es hacerlo literalmente.

El problema de la existencia superficial es que resta complejidad. Entre más nos acercamos al núcleo, estamos más en contacto con la tierra, con el centro, con nuestra totalidad. Al estar más cerca del núcleo dedicamos nuestras acciones a nuestro bienestar interior, que trae como consecuencia el exterior. Pero al alejarnos del núcleo, nuestras tareas mundanas se dedican sólo a satisfacer lo dérmico. Desconectados casi por completo del núcleo, simulamos evolución, cuando ya sólo lo que existe es lo observable. Las imágenes. No es extraño que nuestra era sea una era visual. La tendencia actual hacia la imagen es precisamente porque lo que va quedando de nosotros es, poco a poco, solamente una imagen ¿Quién dijo que el fin de la humanidad tenía que llegar repentina y tajantemente? Estamos desapareciendo de adentro hacia fuera. Lo último que quedará de nosotros son las imágenes. Cuando éstas desaparezcan, habremos llegado, ahora sí, a nuestra extinción.


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Mecánica irracional

Giré la llave y mi carro no encendió. Descarté la posibilidad de problemas con la batería, pues no hacía ni un mes cuando adquirí una nueva, capaz de dar la energía suficiente a una residencia entera. Ante la negativa de mi auto y la presión del tiempo, decidí caminar un poco y tomar un taxi para irme a trabajar.

Durante el día estuve pensando que posiblemente sería el alternador. La causa estaría sin duda en el sistema eléctrico.

A la mañana siguiente me levanté lista para pedir ayuda. Solicitaría a algún vecino que me pasara corriente y después iría con algún mecánico. Intenté encenderlo de nuevo y no pasó nada. Levanté el cofre para revisar que todo estuviera en su lugar. Todo estaba. Entonces caminé hacia un costado del carro y me escuché. Algo dentro de mí me decía que si lo movía, iba a encender. La idea era demasiado absurda, ¿cómo era posible que yo estuviera pensando eso? Pero las llantas llamaban mucho mi atención. Tuve la imagen de éstas moviéndose, y de nuevo la idea de que si lo hacían, el problema estaría resuelto. Sonreí. No cabía duda que, ante un problema, mi solución más rápida era fantasear. Me subí al carro y traté de encenderlo por última vez. Y, obviamente, no encendió. Entonces, sin pensarlo claramente, bajé la palanca de los cambios hasta neutral y comencé a balancearme rítmicamente en el auto. Luego lo encendí.

Todavía no me recupero. Ya he dejado de buscar una explicación racional a la voz que me decía la solución, o a lo que sucedió con el auto. Lo cierto es que me ahorré tiempo y dinero. Mi carro funciona ya a la perfección. Y todo por permitirme avanzar sin juicios a lo irracional. A ese terreno que la civilización nos tiene prohibido; y que por experiencia propia puedo decir que se nos tiene prohibido por su sencilla y asombrosa funcionalidad, que nos vuelve más completos e independientes, pero genera ingresos a nadie.



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Causas alimenticias de la separación

Si la atracción en una pareja se debe a la química, su separación sin duda es un problema alimenticio. Cuando la pareja se conoce, la alimentación de cada uno de ellos es totalmente distinta. Ya sea que provengan de una familia en la que sea la madre la quien los alimente, o vivan solos y se alimenten a sí mismos, su constitución química se debe a los compuestos que introducen cada día en su cuerpo. Y estos compuestos combinados son los que producen en última instancia el interés químico en el otro. Cada uno se alimenta y de ese modo alimenta la atracción. Una vez seguros de que son esas las sustancias junto a las cuales desean permanecer, deciden unir sus vidas. Y es en esta etapa donde el cliché nos dice que ahora sí los cónyuges se mostrarán como son, y como resultado de estas revelaciones, la relación de atracción disminuirá y se convertirán, de una pareja atraída a una pareja estable, con todas las implicaciones relacionales de ello.

Nada más falso.

El problema de las parejas que cambian su modo de relacionarse de noviazgo a vida en común, se debe a su alimentación. Todos esos nutrientes que la relación disfrutaba en los cuerpos son sustituidos por otros; los que ambos compran y preparan. Los que ambos consumen en los restaurantes. El estado químico previo se modifica, y así también sucede con la atracción inicial. Es innegable que la composición corporal es la que se vuelve decisiva en esto.

Por ello, es obvio que la mejor solución al problema de la separación es la alimentación individual. Un estilo alimenticio satisfactorio para cada cónyuge, aunque esto implique mayor trabajo, es una vía importante para mantener una composición química propia y, de este modo, garantizar una atracción constante y duradera en la vida de la pareja.

domingo, septiembre 18

Una librería es un sitio terrible. El sitio donde todas las atrocidades del presente y del pasado se vuelven literales. Donde el universo conocido y el especulado convergen y se vuelven información. Tanto lenguaje pronunciado al unìsono sòlo es tolerado por quien deambula lejos del palabrerìo cotidiano.

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Cosumir drogas es de lo màs conservador. Las drogas provocan que quien las consume perciba una realidad trastornada; una realidad peor o mejor que la que existe, evitando asì la inconformidad del consumidor respecto a la realidad que ofrece el sistema. Este sonrìe feliz, acelerado o extàtico, tirado en la calle, en un sillòn, bailando o trabajando con eficiencia. Què mejor ciudadano que un drogadicto.



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En la sección de antropología social de la librerìa Borders, encontrè un texto que analiza con seriedad de culto, el fenómeno de la Disneyficación de la sociedad. Es cierto que el fenòmeno existe. Vaya, es innegable; pero lo relatado por este hombre va del absurdo a lo bizarro. Dice: "las personas que presentan resistencia al parque temático, suelen identificarse porque acuden a èste con camisetas de los villanos de Disney". Pero esas no son las ùnicas fechorìas que cometen los resistentes, màs adelante señala que: "a varias Bellas Durmientes les han apretado las tetas, y ha habido casos de violación de algunas Blanca Nieves". Vaya maneras de derribar los cuento de hadas.


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La sociedad se consume a sí misma; el problema es que es insumo y no producto terminado.

martes, septiembre 6

Hace unos días tembló en Tijuana. Mientras temblaba, permanecí inmóvil. Cuando era pequeña, temblaba con mucha frecuencia en esta ciudad; yo solía correr despavorida sin rumbo, esperando encontrar un lugar seguro. Hoy sé que no existe tal cosa como la seguridad.


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Hay días en los que el monadismo es tan claro que me asombra. Días especialmente cerrados en los que puedo experimentar la imposibilidad de ir-hacia-el-otro. Saberme mónada me reconforta y, en ocasiones, me resulta totalmente disfrutable. Mira que ni siquiera me es necesario hablar o hacer algo, pues tan sólo alteraría mi realidad y la de nadie más. Y como mi realidad es perfecta en el silencio, no necesito hacer otra cosa.

La historia de la humanidad es la historia de la lucha imposible contra el estado monádico. El hombre no puede aceptar su soledad. Centenares de teorías y disciplinas han tratado de probar la posibilidad de las relaciones interpersonales. Afortunadamente, la tecnología y el espectáculo han llegado para probar lo contrario. El cine nos presenta el ejemplo más cercano de la creación de nuestra propia realidad, y de la proyección de ésta hacia el mundo. Del mismo modo, todos caminamos como proyectores de nuestra propia cinta, en la que actuamos y sentimos en relación a los personajes que se hemos colocado para actuar ahí.

Experimentar la soledad monádica es doloroso porque hemos creído en la posibilidad de abandonar ese estado. Pero en tanto más aceptamos que es imposible cualquier tipo de contacto, y que somos un conglomerado de soledades; ésta, la única, la existencia para sí mismo será satisfactoria. Al fin de cuentas, aquel que dicta lo que es o no es satisfactorio, no puede ser alguien distinto a mí.

martes, agosto 30

Demasiados Celsius para pensar

No puede haber actividad intelectual a más de 20°C. Incluso debe existir una explicación biológica para ello. La mayoría de las grandes mentes a través del tiempo han existido en las bajas temperaturas del hemisferio norte.

El sur no tiene para qué construir sesudas lamentaciones. Aquí, de este lado, la vida se agita allá afuera: en la calle, el parque, la kermés, la plaza, el tianguis, la cantina. Aquí, la vida camina semidesnuda con la piel bronceada, consumiéndose bajo el sol. No imagino a Kierkegaard escribiendo Temor y temblor en bermudas y con el barullo de la calle festiva en sus oídos.

Y, ah, pobres de quienes nos empeñamos en ir en contra de esta naturaleza. Encerrados en casa a 35°C, nos aplicamos la rigurosa rutina invernal de un noruego, mientras el sol se burla sobre nuestro rostro por encima de la pantalla de la computadora; y el sudor, a borbotones, nos recuerda lo absurdo de nuestro afán.

domingo, agosto 14

Este blog tomó vacaciones junto conmigo. Mañana inician las clases. La temporada de relajación ha terminado. Para mitigar el estrés, regresa también el blog.


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La excesiva realidad de un poco de cacao

Ni siquiera se puede uno comer un gansito a gusto, carajo. No lo dice Baudrillard, pero si lo dijera, estaría de acuerdo con él: hay cosas que no debemos saber. Vivimos más felices sin conocerlas. Presenciarlas es obscenidad, y aquí Baudrillard sí opina, y afirma que en lo obsceno existe lo real y esto es “algo más verdadero que lo verdadero”.

Llevaba casi treinta años disfrutando esporádicamente esos pastelillos ante los cuales cualquier postre francés es un insulto. Los gansitos. Hoy, para mi desgracia, descubrí que tienen tantas calorías y aún más grasa que una de esas asquerosas barras de chocolate norteamericanas. Tomé con los dedos las últimas chispas de chocolate que quedaron en la envoltura, y le dije adiós a la última vez que podía comerlo de esa manera. La maldita información lo ha estropeado todo. Cada exdeliciosa mordida me sabrá ahora a once gramos de grasa polisaturada.

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El privilegio de mandar a la goma a los ciudadanos

La opresión del Estado se libera a través de la parodia. Es indudable que cada régimen de gobierno, si desea mantenerse de manera “pacífica” en el poder, debe agenciarse maneras de ser ridiculizado, de modo que la población desfogue sus ansias revolucionarias a través de “métodos constructivos”. Estados Unidos se caracteriza por los innumerables programas televisivos en los que satiriza, parodia y critica a sus gobernantes; así, la estabilidad social se mantiene irreprochable.

La libertad de expresión es una eficaz herramienta de control por parte del Estado. Es lógico que de vez en vez se vea “amenazada” para darle un sentido de realidad, sin embargo, es incluso más útil para conservar el orden que la milicia o la policía de los estados totalitarios. En una dictadura se producen reacciones reales contra el Estado, surgidas de una represión excesiva hacia la población. Los movimientos revolucionarios más importantes a través de la historia se han producido de esta manera. Los demás movimientos, los que se quedan al margen, los que no contagian a la cada vez más desgastada población, se originan en los países “democráticos”, donde la libertad de expresión disuelve cualquier fuerza contraria.

En México, a pesar de ser urgente y necesaria, no se le ha dado continuidad a la inconclusa revolución mexicana, gracias a la libertad de expresión. Programas cómicos como El privilegio de mandar de televisa, funcionan como prozac para la población. Todo nuestro coraje contra las acciones cada vez más descaradas de los funcionarios públicos, sale pacíficamente a manera de risa todos los lunes a las diez de la noche. México despierta a su inicio de semana, el martes, libre de tensiones, ¿para qué molestarse con acciones cuando podemos reír? Cuando podemos decir lo que nos venga en gana contra cualquier funcionario, siempre y que no sea narco.

Su nombre lo dice “libertad de expresión”; es posible la expresión mientras que ésta no se vuelva acción. Mientras sus represalias más osadas sean unos monos de fieltro a lo pepeluche, o unos actores con nariz de goma. El camino para generar un cambio en el país no es a través de las vías “libres” de tránsito, sino a través de aquellos caminos que no se han trazado, y que por lo tanto no contamos con “permiso” para pasar por ahí.
Pero, ¿quién va a desear un cambio cuando los imitadores del Peje, Madrazo y Creel se ven tan monos bailando de la mano, y ya es hora de dormir porque mañana hay que levantarse temprano para ir a trabajar?

sábado, julio 9

Miniatúricas coincidencias

Es cierto que existen ciertos puntos de convergencia entre la arquitectura y la escritura (de ésta, principalmente la filosofía), pero jamás lo comprendí tan bien hasta ayer, durante un programa acerca de la historia de Tijuana: la principal similitud entre estas dos disciplinas se encuentra en su mutua fascinación por lo pequeño.

Grandes personalidades de la historia tijuanense observaban con gusto diminutas representaciones de los íconos arquitectónicos de la ciudad. Obviamente, facilitados por los maestros de la construcción. Los hombres y mujeres se percibían aún más grandes e importantes cuando medían su figura robusta e imponente con la de esas construcciones que, de haber tenido voz, hubiesen pedido no ser pisadas.

–Tanto tiempo, torre de Tijuana, de verte hacia arriba. Hoy, mírate nomás, puedo aplastarte con un manotazo. Al final de los tiempos, el grande siempre seré yo –parecía murmurar uno de los asistentes a la exposición, mientras observaba la diminuta torre con desdén.

La construcción de esas maquetas es, para los arquitectos, lo mismo que las letras para los escritores. El trabajar con lo pequeño por un miedo inicial a lo grande. Es preciso dominar las ideas letra por letra, antes de permitirles crecimiento, vida propia, incluso el superar el significado impuesto y encontrar el propio. Del mismo modo el arquitecto ha de visualizar el edificio del tamaño de su dedo índice, y advertirle que él es su creador, fijarle límites con sus propias manos. Sabe bien que, una vez enormemente construido, tomará su camino, su vida propia, en la cual él ya no podrá participar.

miércoles, julio 6

El aleph en tu backyard


El aleph ha tomado formas inverosímiles. Ha ido formándose poco a poco, en todas las disciplinas, teorías, cajones, bebidas y territorios. La máquina teléfono-fax- escáner-copiadora-compañera. El yogurt-fibra-desayuno-fruta-laxante. El hotel-gimnasio-iglesia-salón-guardería-antidepresivo.

Saltando, unos sobre otros. Los objetos. Fundiéndose en nombres que no los contienen.

Seres humanos que visten todas las modas al unísono. Que son mismo género, mismo pensamiento, misma marca de bebida gaseosa.

La String Theory desarrollada en los centros de investigación norteamericanos, pretende ser la teoría del todo. Es necesario contenerlo todo en un solo recipiente, aunque este recipiente sean las palabras, aún sin la comprobación numérica.

Las ciudades, suburbios y poblados van insertándose uno sobre otro. Multiplicándose. Repitiéndose en centros comerciales y franquicias. Unos dentro de otros. Los mismos, en cualquier sitio.

Es posible ya, en el mundo, desde cualquier punto, ver todos los puntos posibles.

Todos son idénticos.

viernes, junio 24

Ali(en)ándose con los poderosos

En un correo de Guillermo Vega leo el asunto de "Yeidckol Phone Home". Se trata sí, de la candidata a gobernador del PRD, a quien hace un par de días se le vio en televisión nacional rodeada por los OVNIS que en programas como el de Jaime Maussán son clasificados como Rods.

Definitivamente, López obrador no tuvo nada de imaginación al intentar ganarse el voto ciudadano a lo Pepe El Toro ¿habrase visto idea más anticuada? Yeidckol Polevnsky, aprendió bien esa lección. Compitiendo en espacio masivo con Star Wars Episodio III, la mujer del nombre polémico prefirió la ciencia-ficción al melodrama como su aliado de campaña electoral.Que la fuerza esté con ella.

lunes, junio 13

Un solo Angel en tres personas distintas
(¿cuatro?)


La ciudad de Los Angeles fue nombrada en plural porque su constitución así lo exige. He viajado decenas de veces a esa urbe y escuchado las historias más fantásticas acerca de ella, pero jamás había experimentado su eclecticismo en menos de cuarenta horas.

Para determinar la población del Distrito Federal deberían incluirse los habitantes del centro de Los Angeles. En esa área el centro de México simplemente continúa. En "los callejones"(the alley) los vendedores parecen haberse entrenado en La Merced (:pásele, gud prai, gud prai, veri chipi, gud prai). Los puestos de comida, los paleteros ambulantes, las tiendas para quinceañeras o bautizos. Y entre toda esta similitud y gozo que cualquier mexicano pueda sentir al llegar ahí, no falta quien ante una pregunta en español diga: Ai onli pik inglis.

Un poco más al noroeste está la zona "cultural" en donde el pequeñísimo
museo de arte contemporáneo se vuelve aún más pequeño frente al centro musical de Disney. Yo, negando que estaba en la capital mundial del entretenimiento, tenía esperanzas de encontrar alguna exposición que me dejara atónita; lo único que lo logró fue el inesperado final de la diminuta sala de exposición. Quisiera decir que la obra de Rothko hizo que la visita valiera la pena, pero me quedo con quererlo decir, pues una ciudad de primer mundo (con tercer mundo incluído) merece un museo a su altura. Ya no quise regresar rumbo a Rodeo Drive a los museos de Wilshire; si eso ofrecía el MOCA ¿qué podía esperar de los demás?

En mi huida sistemática de Walt Disney, me dirigí más al oeste. La playa de Venice beach estaba lista para recibir en ese atardecer a todos los angelinos ciclados. Si en San Francisco presentan en las guías turísticas a los hippies que rodean Berkeley como un souvenir, en esta playa de Los Angeles los recuerdos caminan, patinan, tocan tambores, bailan breakdance y venden collares, pipas e incienso. Ya que su actividad anacrónica no tiene ya uso práctico en su vida real actual, llegan a esta playa a mostrarlos a los curiosos que caminamos por ahí. Posiblemente este museo andante de arte contemporáneo supere al de la calle Grand. Tal vez sean sólo los restos de promesas hollywoodenses que nunca se cumplieron.

El cuarto sitio en este texto es el Gran Ausente. Ese que vemos a diario en la cartelera de cine, que todo el planeta ve a diario en la cartelera de cine. La razón por la que millones de personas viajan al sur y al norte de Los Angeles. Esos mágicos y maravillosos parques temáticos de diversiones. La gran máquina hollywoodense. A distancia, dicta la moda de los mexicanos que frenéticamente compran atuendos en los callejones. A distancia demanda la inversión y las visitas de las que carecen los museos. A distancia produjo las ideas que fueron consumidas a través de cientos y cientos de películas, videos, conciertos, por quienes ahora vagan por la playa con una taza, pidiendo cooperación para mantener la distopía.

El agujero negro de Los Angeles. Episodio IV.

lunes, junio 6

Cuerpo: convergencia de tiempos

Cuando se observa un cuerpo humano, sólo puede verse su pasado. Así como la gota perfora la roca, las emociones vividas cada día van moldeando el propio cuerpo. Cada experiencia es un cincelazo en la escultura de nuestra forma corporal.

Basta observar la forma de unas caderas femeninas para mirar el amor de padre que envolvió a ese cuerpo, un amplio tórax masculino para mirar la pugna que ese individuo ha gestado contra su padre; unos glúteos hundidos para adivinar el miedo crónico. Las contracturas del cuello, los rasgos faciales. Todas las huellas dejadas en el curso de existir. Sin embargo, así como al voltear al cielo de noche observamos el pasado en la luz de las estrellas que en su sitio real se han extinguido, así el cuerpo humano es un contenedor de pasados.

Para observar la experiencia presente en nuestro cuerpo, tendremos que esperar el futuro; emociones que formarán parte de una futura forma corporal, que será la forma del pasado. Por eso la muerte descompone los cuerpos; tantas transformaciones pendientes suspendidas en un instante, no pueden sino desfigurar la materia corporal. Una vez terminado el proceso y, a falta de experiencias, la masa se deslíe.

martes, mayo 31

OPCIONES


Escribir narrativa es tan sólo el preámbulo de algo superior. Ese algo es la práctica de la peluquería.

Centenares de años ha sudado la literatura para captar la narrativa oral de manera fiel. Sólo tipos de la talla de Rulfo lo han logrado, sin embargo lo que ofrecen es una estupenda versión literaria de la oralidad, más nunca una fidelidad total a ésta. Por el contrario, los peluqueros, estilistas, peinadoras y demás, poseen una habilidad narrativa completa, es decir, que involucra al cuerpo, tanto el suyo como el de quien escucha la historia. Sus cambios de una historia a otra (a lo García Márquez, diría el Ello literario) son asombrosos, el tono de la voz, el entusiasmo y la capacidad para delinear personajes con dos o tres detalles son geniales. Nada que ver con esos insípidos esfuerzos intelectuales de quien decide fabricar a toda costa a un apuesto Frankenstein. Es claro que para trascender del estudio al salón de belleza deben cumplirse horas de entrenamiento, de oído agudo, de inventar pretexto tras pretexto para escuchar al maestro.

Por eso, hace unos días, en una peluquería, mientras tomaba en mis manos a Gombrowicz, me vi obligada a dejarlo para escuchar asombrada a una de esas maestras. Creo que desde ese momento decidí dejar de leer.



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Hace unos días escuchaba en la estación Radio Latina un recuento de lo que ha sido la feria del libro en Tijuana desde el 2002 hasta la fecha. Fue muy extraño oír en la voz del locutor los nombres de los escritores que han estado y estarán en la feria cuando, durante muchos años solamente lo he escuchado mencionar a Paulina Rubio, Alejandro Sanz y Sin Bandera. Incluso tuvo que hacer un preámbulo en el que llamaba al auditorio a “ponerse serio y cultural”. Sin duda, la literatura requiere con urgencia de mayor auditorio, pero esta ingerencia en una estación de radio se da cuando en la feria del libro del presente año los conciertos musicales casi igualan a las presentaciones literarias. El espectáculo es necesario para convocar y la literatura no lo ofrece.

Tal vez, habrá que repensar la estructura social sin modificar la literatura. Las masas deben volverse literarias.

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Sentada en una banca, bajo un árbol y frente al mar, leo uno de esos libros filosóficos denominados comúnmente “difíciles”. Lo disfruto. Pasa frente a mí una niña de seis años en uniforme quien tira del brazo de su madre y le lloriquea que quiere bajar al mar. La madre solamente la sujeta y no le presta mucha atención, pues el bebé que trae en los brazos ha tirado el chupón y llora sin parar.

Me observo. Qué holgazanería. El afán de conocimiento es la más fácil de las existencias.

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Vivir bajo la emisión de dobles mensajes es la condición esencial para la esquizofrenia. La esquizofrenia es la energía individual vuelta contra sí mismo. El espectáculo emite todos sus mensajes en forma paradójica, de modo que la única opción contra éste sea la autodestrucción. “Sé delgado” y “elige tu combo biggie” se transforma en bulimia. En una escisión constante en la cual el desgaste se produce entre las fuerzas a favor y en contra de quien las posee, mientras en el exterior los movimientos económicos, sociales y políticos se perciben ajenos. No hay ningún peligro en otorgar toda la libertad a quien está demasiado ocupado consigo mismo y sus demonios; con el esquizojuguete personal más entretenido del milenio.

sábado, mayo 21

MALAS PALABRAS


Para todos los que nos regodeamos en criticar al sistema (o en conservarlo, que es lo mismo), existen dos palabras abominables, a las cuales atribuimos todos los males humanos.

TRABAJO y CONSUMO

Y la utopía es vivir sin contaminar nuestras acciones angelicales con estos verbos. El primero denigra, vuelve a quien lo hace un autómata, un esclavo de los esclavos. Cumple horarios, recibe un sueldo, obedece órdenes de sí mismo o de otro. Una vez lograda tan ruin actividad, acude a los macrocentros comerciales a deshacerse de su vergüenza transformándola en objetos con los que satisface necesidades inexistentes, meramente creadas por la publicidad.

Desolador.

¿Es necesario el trabajo? Los millones de "creadores" frustrados alrededor del mundo se rehusan a trabajar, incluso en su obra. El esfuerzo es un término del siglo XIX, y nadie quiere dejar de ser posmoderno; aunque esto signifique crear en la mente, ser en la mente, rascarse la panza en la mediocridad mientras se critica a quien trabaja.

Adquirir tomates y pasta de dientes en el supermercado es consumir, y es necesario. Consumir es necesario. El problema del consumo es cuando éste se vuelve espectáculo, entretenimiento. Cuando nos relacionamos -como dice Debord- a través de ello. El ir de compras como actividad familiar, el ver películas como manera de convivir con la pareja, el adquirir para suplir carencias que no tienen que ver con eventos, imágenes, sonidos u objetos.

No rechazamos a un amigo cuando está enfermo. Trabajo y consumo están enfermos, pero son vocablos que fueron generados en la salud. Ahora, contaminados, forman una unidad complementaria de la que es difícil escapar. No imposible.

La ecología también debería encargarse de la contaminación que sufre el lenguaje con el capitalismo. La contaminación ligüística nos ha llevado a rechazar palabras que nos permiten crecer y desarrollarnos en todos los ámbitos. Sin ellas, hemos llegado hasta aquí.

miércoles, mayo 18


Lenguaje y otros obstáculos


La polisemia es el principio de la globalización. Un solo signo que incluye varios significados. Un solo signo que sueña con incluir TODOS los significados. El “lugar común” de todos los significados. Si el lenguaje inició con la intención de expresar un yo singular, y esa presunción fue negada en Hegel, ahora pretende retomar de nuevo ese camino. En el lenguaje global de lugares comunes, se tiende cada vez más a la generalización; esto lleva la intención subyacente de conseguir que una palabra lo nombre todo. Pero una vez nombrado, la palabra no será necesaria y desaparecerá.

El lenguaje camina hacia su autodestrucción. Prueba de ello es el metadiscurso, pues, sólo puede hablarse de algo cuanto esto está a punto de desaparecer.


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El plural sólo existe en el lenguaje. Fue diseñado para negar. Cuando se utiliza la generalización se habla de una irrealidad, pues ésta carece de una correspondencia existencial.


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El acento regional de un idioma es un disfraz. Y como todo disfraz, hace evidente una carencia, tal como la voz de chica adolescente de Mike Tyson muestra su debilidad oculta tras su cuerpo paquidérmico. El acento se mezcla con el tono de voz para ocultar/evidenciar a quien lo utiliza. Así cuando escucho a un bronco norteño mexicano patear al mundo con cada palabra que pronuncia, sé que tiene un miedo terrible a mostrar la sensibilidad que experimenta como debilidad; ésta amenaza cada vez que habla con asomarse, y hacerlo caer en ridículo frente a los demás actores parlanchines de bigote. Lo mismo sucede con el rimbombante y cantado acento del centro que clama la atención de cuanto ser vivo alcance a escucharlo; todo un despliegue de artificios de quien desea hacer notar su importancia, pues teme, a cada segundo, que sus oyentes escuchen el susurro quedo y lastimero de quien pide perdón por existir.


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"Crear es aligerar, es descargar la vida. Inventar nuevas posibilidades de vida. El creador es un lengislador –bailarín."

Gilles Deleuze, Nietzsche

domingo, mayo 8

HACIA ADENTRO


La repetición muestra algo que busca ser resuelto. Nada más cierto si escuchamos a quienes viven en las calles hablando con nadie y siempre del mismo tema. La característica principal de alguien es su petición; repite su patrón esperando en silencio que alguien lo escuche. Así como la Historia. Si es cierto que ésta ha llegado a su fin, ahora tan sólo se repite. Vuelven los sistemas derrocados, el conservadurismo, las modas. Bastará simplemente observar las repeticiones incesantes de la historia para atender su reclamo. Sólo así la pausa que experimentamos en la evolución desaparecerá.


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El miedo es de quien lo trabaja.


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No es válido lamentarse de los inconvenientes de la ciudad en la que se vive. Cada ciudad tiene características propias que son compatibles con la propia neurosis. Quien está dispuesto a establecer contacto real con el otro, buscará existir en un sitio en el que el ritmo de vida lo permita. Los que por el contrario, contamos las horas en las que nos relacionamos con esos seres extraños de existencias incomprensibles, elegimos las ciudades frenéticas. Así podemos culpar al tráfico, al tiempo cada vez más reducido, a las grandes distancias, incluso a las filas para ir al vecino país, con tal de no asumir que si elegimos vivir aquí, es porque en realidad no deseamos tener tiempo, ni la posibilidad de una cercanía, que estamos aquí para no estar; y que esta ciudad es el lugar perfecto para hacerlo.

lunes, abril 11


Evaluando huecos


–Tú juzgas la obra en base a lo que no es; júzgala por lo que es.

Tiendo a defender con ahínco mi punto de vista, pero esta vez guardé silencio.

Es obvio que mirar a través de los huecos de algo nos impide observarlo. Es obvio que observar las carencias de una persona nos impide observar a la persona. Es obvio que observar nuestras carencias nos impide vernos. Y si bien es desolador no observar nada ni a nadie, es aún más alarmante la manera en que compensamos esas “carencias”.

Alguien que se siente estancado en su vida, probablemente lo resuelva comprando varios pares de zapatos.

Si percibo la realidad llena de huecos, es porque así me percibo; aunque esto sea una falacia. Envidio al otro por la única razón de que no soy él; Pessoa lo sabía bien. Y si no soy él, por lo menos puedo comprarme una camiseta igual.

El objetivo de la mercadotecnia ya no es la creación de necesidades, sino de ausencias. En esos huecos debe haber algo y es necesario adquirirlo. Una personalidad más alegre. Un amiga delgada. Popularidad. Una religión. Otro cabello. Esos calcetines. Un hijo.

Pero para dejar de ver a través de los huecos y observar lo que está, es necesaria una reeducación de la percepción; muchos güevos y una manera de experimentar que no sea comparativa. Pero tenemos tanto miedo de mirar de frente la tierra sobre la que vivimos, que preferimos cubrirla con asfalto.

Así, cuando pienso en Tijuana, pienso en una ciudad llena de baches.

domingo, abril 3

Incongruencias del conductismo

Si la nueva madre es la televisión, el nuevo maestro también debe serlo. Así como un pato sigue al primer objeto que ve al nacer, también lo hace el niño. Es antinatural para el infante del siglo XXI escuchar a un humano real del que espera entretenimiento, cuando los humanos con los que se ha relacionado desde bebé y con los que pasa la mayor parte del tiempo son tan sólo imágenes en la televisión, o textos en internet.

La dificultad actual con los alumnos se debe a que están siendo obligados a poner atención a un medio que ya pasó de moda: el ser humano. Basta poner una película en un salón de clase para comprobarlo. No hace falta ni siquiera que el maestro los supervise mientras la observan; incluso pueden renunciar a su receso para no perdérsela.

Puede parecer que el inminente reemplazo del maestro por un aparato electrónico tendrá consecuencias en la manera en que los alumnos, en su vida adulta, se relacionarán en su ambiente laboral. Nada más absurdo. Dependiendo de su jerarquía en el organigrama de la empresa, éstos trabajarán ya sea para una máquina de producción o para una computadora.