martes, diciembre 31

ANTICONCEPTIVO NATURAL
Escuchando el dejo de tristeza e insatisfacción en un gran número de madres de familia jóvenes, que cuentan con una licenciatura, cuestiono severamente la educación que se inculca en la mujer para que únicamente se sienta realizada ante el hecho de la maternidad. Ellas miran con envidia y resignación forzada a quienes tienen la "oportunidad" de dedicarse a hacer lo que les gusta, que sin duda, es dedicarse a realizar esa actividad para la cual poseen todas las características necesarias. Sin embargo, en una sociedad que ha preparado a cada mujer desde pequeña para que aguarde sin custionamientos la llegada de sus hijos, es difícil que alguna tome la decisión contraria.
Y no me refiero a la madre que trabaja, quien sin duda es de admirarse, pero también de compadecerse, pues no ha sido capaz de negarse ante ninguna de las dos opciones, dividiéndose interminablemente, acumulando rencor hacia alguna de las dos partes: su trabajo o su hogar.
La mujer de la sociedad ideal se encuentra libre de elegir su vocación y la manera de llevarla, ya sea con o sin pareja, con o sin hijos. Porque de igual manera conozco mujeres cuya vocación es la maternidad, mujeres satisfechas de su papel de madre y ama de casa. A ellas tampoco debería de exigírseles un trabajo adicional.
En una sociedad así, el control de la natalidad no sería artificial, si no dado por la vocación real de cada mujer, quien con la libertad que posee, elegiría lo que hasta hoy se considera antinatural. Es casi seguro que más del cincuenta porciento, al no ver repercusiones en su decisión, optaría por desarrollarse en lugar de parir. El porcentaje restante proveería al mundo de seres humanos excelentes contra quienes su madre nunca tuvo resentimiento alguno.