martes, diciembre 31

RESPUESTA
Leyendo mi post titulado "Morelia", y ya instalada de nuevo en Tijuana, he caído en cuenta de que el "no estar" que producen las ciudades desconocidas se debe al trato patético que les damos cuando ingresamos a ellas en calidad de turistas. Visitar únicamente los lugares históricos, los sitios destinados a los visitantes, provocan el distanciamiento al que me refería en mi post.
En la mayoría de los casos los lugares que se visitan no son frecuentados por los habitantes del lugar. Se nos muestra una imagen distinta a la que han construído quienes han hecho de ese sitio su hogar.
Sin duda, la mejor manera de aproximarse a una ciudad desconcida es a través de sus habitantes. Tomar prestada la visión de quienes a diario se enfrentan a la vida en ese lugar.
La ciudad de Puerto Vallarta es una de las pocas ciudades en las que he "estado" verdaderamente. Y esto ha sucedido por el contcto que establecí con algunos de sus habitantes; el conocer su vida, sus actividades, su filosofía de la vida, los lugares que frecuentan y que evitan. Desviarse del camino turístico hacia su casa. Esas situaciones rompen el mito transformando el lugar en una ciudad real, habitable, que invita a regresar por lo más valioso que existe por conocer en cualquier lugar: las personas.