domingo, septiembre 18

Una librería es un sitio terrible. El sitio donde todas las atrocidades del presente y del pasado se vuelven literales. Donde el universo conocido y el especulado convergen y se vuelven información. Tanto lenguaje pronunciado al unìsono sòlo es tolerado por quien deambula lejos del palabrerìo cotidiano.

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Cosumir drogas es de lo màs conservador. Las drogas provocan que quien las consume perciba una realidad trastornada; una realidad peor o mejor que la que existe, evitando asì la inconformidad del consumidor respecto a la realidad que ofrece el sistema. Este sonrìe feliz, acelerado o extàtico, tirado en la calle, en un sillòn, bailando o trabajando con eficiencia. Què mejor ciudadano que un drogadicto.



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En la sección de antropología social de la librerìa Borders, encontrè un texto que analiza con seriedad de culto, el fenómeno de la Disneyficación de la sociedad. Es cierto que el fenòmeno existe. Vaya, es innegable; pero lo relatado por este hombre va del absurdo a lo bizarro. Dice: "las personas que presentan resistencia al parque temático, suelen identificarse porque acuden a èste con camisetas de los villanos de Disney". Pero esas no son las ùnicas fechorìas que cometen los resistentes, màs adelante señala que: "a varias Bellas Durmientes les han apretado las tetas, y ha habido casos de violación de algunas Blanca Nieves". Vaya maneras de derribar los cuento de hadas.


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La sociedad se consume a sí misma; el problema es que es insumo y no producto terminado.

martes, septiembre 6

Hace unos días tembló en Tijuana. Mientras temblaba, permanecí inmóvil. Cuando era pequeña, temblaba con mucha frecuencia en esta ciudad; yo solía correr despavorida sin rumbo, esperando encontrar un lugar seguro. Hoy sé que no existe tal cosa como la seguridad.


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Hay días en los que el monadismo es tan claro que me asombra. Días especialmente cerrados en los que puedo experimentar la imposibilidad de ir-hacia-el-otro. Saberme mónada me reconforta y, en ocasiones, me resulta totalmente disfrutable. Mira que ni siquiera me es necesario hablar o hacer algo, pues tan sólo alteraría mi realidad y la de nadie más. Y como mi realidad es perfecta en el silencio, no necesito hacer otra cosa.

La historia de la humanidad es la historia de la lucha imposible contra el estado monádico. El hombre no puede aceptar su soledad. Centenares de teorías y disciplinas han tratado de probar la posibilidad de las relaciones interpersonales. Afortunadamente, la tecnología y el espectáculo han llegado para probar lo contrario. El cine nos presenta el ejemplo más cercano de la creación de nuestra propia realidad, y de la proyección de ésta hacia el mundo. Del mismo modo, todos caminamos como proyectores de nuestra propia cinta, en la que actuamos y sentimos en relación a los personajes que se hemos colocado para actuar ahí.

Experimentar la soledad monádica es doloroso porque hemos creído en la posibilidad de abandonar ese estado. Pero en tanto más aceptamos que es imposible cualquier tipo de contacto, y que somos un conglomerado de soledades; ésta, la única, la existencia para sí mismo será satisfactoria. Al fin de cuentas, aquel que dicta lo que es o no es satisfactorio, no puede ser alguien distinto a mí.

martes, agosto 30

Demasiados Celsius para pensar

No puede haber actividad intelectual a más de 20°C. Incluso debe existir una explicación biológica para ello. La mayoría de las grandes mentes a través del tiempo han existido en las bajas temperaturas del hemisferio norte.

El sur no tiene para qué construir sesudas lamentaciones. Aquí, de este lado, la vida se agita allá afuera: en la calle, el parque, la kermés, la plaza, el tianguis, la cantina. Aquí, la vida camina semidesnuda con la piel bronceada, consumiéndose bajo el sol. No imagino a Kierkegaard escribiendo Temor y temblor en bermudas y con el barullo de la calle festiva en sus oídos.

Y, ah, pobres de quienes nos empeñamos en ir en contra de esta naturaleza. Encerrados en casa a 35°C, nos aplicamos la rigurosa rutina invernal de un noruego, mientras el sol se burla sobre nuestro rostro por encima de la pantalla de la computadora; y el sudor, a borbotones, nos recuerda lo absurdo de nuestro afán.

domingo, agosto 14

Este blog tomó vacaciones junto conmigo. Mañana inician las clases. La temporada de relajación ha terminado. Para mitigar el estrés, regresa también el blog.


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La excesiva realidad de un poco de cacao

Ni siquiera se puede uno comer un gansito a gusto, carajo. No lo dice Baudrillard, pero si lo dijera, estaría de acuerdo con él: hay cosas que no debemos saber. Vivimos más felices sin conocerlas. Presenciarlas es obscenidad, y aquí Baudrillard sí opina, y afirma que en lo obsceno existe lo real y esto es “algo más verdadero que lo verdadero”.

Llevaba casi treinta años disfrutando esporádicamente esos pastelillos ante los cuales cualquier postre francés es un insulto. Los gansitos. Hoy, para mi desgracia, descubrí que tienen tantas calorías y aún más grasa que una de esas asquerosas barras de chocolate norteamericanas. Tomé con los dedos las últimas chispas de chocolate que quedaron en la envoltura, y le dije adiós a la última vez que podía comerlo de esa manera. La maldita información lo ha estropeado todo. Cada exdeliciosa mordida me sabrá ahora a once gramos de grasa polisaturada.

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El privilegio de mandar a la goma a los ciudadanos

La opresión del Estado se libera a través de la parodia. Es indudable que cada régimen de gobierno, si desea mantenerse de manera “pacífica” en el poder, debe agenciarse maneras de ser ridiculizado, de modo que la población desfogue sus ansias revolucionarias a través de “métodos constructivos”. Estados Unidos se caracteriza por los innumerables programas televisivos en los que satiriza, parodia y critica a sus gobernantes; así, la estabilidad social se mantiene irreprochable.

La libertad de expresión es una eficaz herramienta de control por parte del Estado. Es lógico que de vez en vez se vea “amenazada” para darle un sentido de realidad, sin embargo, es incluso más útil para conservar el orden que la milicia o la policía de los estados totalitarios. En una dictadura se producen reacciones reales contra el Estado, surgidas de una represión excesiva hacia la población. Los movimientos revolucionarios más importantes a través de la historia se han producido de esta manera. Los demás movimientos, los que se quedan al margen, los que no contagian a la cada vez más desgastada población, se originan en los países “democráticos”, donde la libertad de expresión disuelve cualquier fuerza contraria.

En México, a pesar de ser urgente y necesaria, no se le ha dado continuidad a la inconclusa revolución mexicana, gracias a la libertad de expresión. Programas cómicos como El privilegio de mandar de televisa, funcionan como prozac para la población. Todo nuestro coraje contra las acciones cada vez más descaradas de los funcionarios públicos, sale pacíficamente a manera de risa todos los lunes a las diez de la noche. México despierta a su inicio de semana, el martes, libre de tensiones, ¿para qué molestarse con acciones cuando podemos reír? Cuando podemos decir lo que nos venga en gana contra cualquier funcionario, siempre y que no sea narco.

Su nombre lo dice “libertad de expresión”; es posible la expresión mientras que ésta no se vuelva acción. Mientras sus represalias más osadas sean unos monos de fieltro a lo pepeluche, o unos actores con nariz de goma. El camino para generar un cambio en el país no es a través de las vías “libres” de tránsito, sino a través de aquellos caminos que no se han trazado, y que por lo tanto no contamos con “permiso” para pasar por ahí.
Pero, ¿quién va a desear un cambio cuando los imitadores del Peje, Madrazo y Creel se ven tan monos bailando de la mano, y ya es hora de dormir porque mañana hay que levantarse temprano para ir a trabajar?

sábado, julio 9

Miniatúricas coincidencias

Es cierto que existen ciertos puntos de convergencia entre la arquitectura y la escritura (de ésta, principalmente la filosofía), pero jamás lo comprendí tan bien hasta ayer, durante un programa acerca de la historia de Tijuana: la principal similitud entre estas dos disciplinas se encuentra en su mutua fascinación por lo pequeño.

Grandes personalidades de la historia tijuanense observaban con gusto diminutas representaciones de los íconos arquitectónicos de la ciudad. Obviamente, facilitados por los maestros de la construcción. Los hombres y mujeres se percibían aún más grandes e importantes cuando medían su figura robusta e imponente con la de esas construcciones que, de haber tenido voz, hubiesen pedido no ser pisadas.

–Tanto tiempo, torre de Tijuana, de verte hacia arriba. Hoy, mírate nomás, puedo aplastarte con un manotazo. Al final de los tiempos, el grande siempre seré yo –parecía murmurar uno de los asistentes a la exposición, mientras observaba la diminuta torre con desdén.

La construcción de esas maquetas es, para los arquitectos, lo mismo que las letras para los escritores. El trabajar con lo pequeño por un miedo inicial a lo grande. Es preciso dominar las ideas letra por letra, antes de permitirles crecimiento, vida propia, incluso el superar el significado impuesto y encontrar el propio. Del mismo modo el arquitecto ha de visualizar el edificio del tamaño de su dedo índice, y advertirle que él es su creador, fijarle límites con sus propias manos. Sabe bien que, una vez enormemente construido, tomará su camino, su vida propia, en la cual él ya no podrá participar.

miércoles, julio 6

El aleph en tu backyard


El aleph ha tomado formas inverosímiles. Ha ido formándose poco a poco, en todas las disciplinas, teorías, cajones, bebidas y territorios. La máquina teléfono-fax- escáner-copiadora-compañera. El yogurt-fibra-desayuno-fruta-laxante. El hotel-gimnasio-iglesia-salón-guardería-antidepresivo.

Saltando, unos sobre otros. Los objetos. Fundiéndose en nombres que no los contienen.

Seres humanos que visten todas las modas al unísono. Que son mismo género, mismo pensamiento, misma marca de bebida gaseosa.

La String Theory desarrollada en los centros de investigación norteamericanos, pretende ser la teoría del todo. Es necesario contenerlo todo en un solo recipiente, aunque este recipiente sean las palabras, aún sin la comprobación numérica.

Las ciudades, suburbios y poblados van insertándose uno sobre otro. Multiplicándose. Repitiéndose en centros comerciales y franquicias. Unos dentro de otros. Los mismos, en cualquier sitio.

Es posible ya, en el mundo, desde cualquier punto, ver todos los puntos posibles.

Todos son idénticos.

viernes, junio 24

Ali(en)ándose con los poderosos

En un correo de Guillermo Vega leo el asunto de "Yeidckol Phone Home". Se trata sí, de la candidata a gobernador del PRD, a quien hace un par de días se le vio en televisión nacional rodeada por los OVNIS que en programas como el de Jaime Maussán son clasificados como Rods.

Definitivamente, López obrador no tuvo nada de imaginación al intentar ganarse el voto ciudadano a lo Pepe El Toro ¿habrase visto idea más anticuada? Yeidckol Polevnsky, aprendió bien esa lección. Compitiendo en espacio masivo con Star Wars Episodio III, la mujer del nombre polémico prefirió la ciencia-ficción al melodrama como su aliado de campaña electoral.Que la fuerza esté con ella.

lunes, junio 13

Un solo Angel en tres personas distintas
(¿cuatro?)


La ciudad de Los Angeles fue nombrada en plural porque su constitución así lo exige. He viajado decenas de veces a esa urbe y escuchado las historias más fantásticas acerca de ella, pero jamás había experimentado su eclecticismo en menos de cuarenta horas.

Para determinar la población del Distrito Federal deberían incluirse los habitantes del centro de Los Angeles. En esa área el centro de México simplemente continúa. En "los callejones"(the alley) los vendedores parecen haberse entrenado en La Merced (:pásele, gud prai, gud prai, veri chipi, gud prai). Los puestos de comida, los paleteros ambulantes, las tiendas para quinceañeras o bautizos. Y entre toda esta similitud y gozo que cualquier mexicano pueda sentir al llegar ahí, no falta quien ante una pregunta en español diga: Ai onli pik inglis.

Un poco más al noroeste está la zona "cultural" en donde el pequeñísimo
museo de arte contemporáneo se vuelve aún más pequeño frente al centro musical de Disney. Yo, negando que estaba en la capital mundial del entretenimiento, tenía esperanzas de encontrar alguna exposición que me dejara atónita; lo único que lo logró fue el inesperado final de la diminuta sala de exposición. Quisiera decir que la obra de Rothko hizo que la visita valiera la pena, pero me quedo con quererlo decir, pues una ciudad de primer mundo (con tercer mundo incluído) merece un museo a su altura. Ya no quise regresar rumbo a Rodeo Drive a los museos de Wilshire; si eso ofrecía el MOCA ¿qué podía esperar de los demás?

En mi huida sistemática de Walt Disney, me dirigí más al oeste. La playa de Venice beach estaba lista para recibir en ese atardecer a todos los angelinos ciclados. Si en San Francisco presentan en las guías turísticas a los hippies que rodean Berkeley como un souvenir, en esta playa de Los Angeles los recuerdos caminan, patinan, tocan tambores, bailan breakdance y venden collares, pipas e incienso. Ya que su actividad anacrónica no tiene ya uso práctico en su vida real actual, llegan a esta playa a mostrarlos a los curiosos que caminamos por ahí. Posiblemente este museo andante de arte contemporáneo supere al de la calle Grand. Tal vez sean sólo los restos de promesas hollywoodenses que nunca se cumplieron.

El cuarto sitio en este texto es el Gran Ausente. Ese que vemos a diario en la cartelera de cine, que todo el planeta ve a diario en la cartelera de cine. La razón por la que millones de personas viajan al sur y al norte de Los Angeles. Esos mágicos y maravillosos parques temáticos de diversiones. La gran máquina hollywoodense. A distancia, dicta la moda de los mexicanos que frenéticamente compran atuendos en los callejones. A distancia demanda la inversión y las visitas de las que carecen los museos. A distancia produjo las ideas que fueron consumidas a través de cientos y cientos de películas, videos, conciertos, por quienes ahora vagan por la playa con una taza, pidiendo cooperación para mantener la distopía.

El agujero negro de Los Angeles. Episodio IV.

lunes, junio 6

Cuerpo: convergencia de tiempos

Cuando se observa un cuerpo humano, sólo puede verse su pasado. Así como la gota perfora la roca, las emociones vividas cada día van moldeando el propio cuerpo. Cada experiencia es un cincelazo en la escultura de nuestra forma corporal.

Basta observar la forma de unas caderas femeninas para mirar el amor de padre que envolvió a ese cuerpo, un amplio tórax masculino para mirar la pugna que ese individuo ha gestado contra su padre; unos glúteos hundidos para adivinar el miedo crónico. Las contracturas del cuello, los rasgos faciales. Todas las huellas dejadas en el curso de existir. Sin embargo, así como al voltear al cielo de noche observamos el pasado en la luz de las estrellas que en su sitio real se han extinguido, así el cuerpo humano es un contenedor de pasados.

Para observar la experiencia presente en nuestro cuerpo, tendremos que esperar el futuro; emociones que formarán parte de una futura forma corporal, que será la forma del pasado. Por eso la muerte descompone los cuerpos; tantas transformaciones pendientes suspendidas en un instante, no pueden sino desfigurar la materia corporal. Una vez terminado el proceso y, a falta de experiencias, la masa se deslíe.

martes, mayo 31

OPCIONES


Escribir narrativa es tan sólo el preámbulo de algo superior. Ese algo es la práctica de la peluquería.

Centenares de años ha sudado la literatura para captar la narrativa oral de manera fiel. Sólo tipos de la talla de Rulfo lo han logrado, sin embargo lo que ofrecen es una estupenda versión literaria de la oralidad, más nunca una fidelidad total a ésta. Por el contrario, los peluqueros, estilistas, peinadoras y demás, poseen una habilidad narrativa completa, es decir, que involucra al cuerpo, tanto el suyo como el de quien escucha la historia. Sus cambios de una historia a otra (a lo García Márquez, diría el Ello literario) son asombrosos, el tono de la voz, el entusiasmo y la capacidad para delinear personajes con dos o tres detalles son geniales. Nada que ver con esos insípidos esfuerzos intelectuales de quien decide fabricar a toda costa a un apuesto Frankenstein. Es claro que para trascender del estudio al salón de belleza deben cumplirse horas de entrenamiento, de oído agudo, de inventar pretexto tras pretexto para escuchar al maestro.

Por eso, hace unos días, en una peluquería, mientras tomaba en mis manos a Gombrowicz, me vi obligada a dejarlo para escuchar asombrada a una de esas maestras. Creo que desde ese momento decidí dejar de leer.



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Hace unos días escuchaba en la estación Radio Latina un recuento de lo que ha sido la feria del libro en Tijuana desde el 2002 hasta la fecha. Fue muy extraño oír en la voz del locutor los nombres de los escritores que han estado y estarán en la feria cuando, durante muchos años solamente lo he escuchado mencionar a Paulina Rubio, Alejandro Sanz y Sin Bandera. Incluso tuvo que hacer un preámbulo en el que llamaba al auditorio a “ponerse serio y cultural”. Sin duda, la literatura requiere con urgencia de mayor auditorio, pero esta ingerencia en una estación de radio se da cuando en la feria del libro del presente año los conciertos musicales casi igualan a las presentaciones literarias. El espectáculo es necesario para convocar y la literatura no lo ofrece.

Tal vez, habrá que repensar la estructura social sin modificar la literatura. Las masas deben volverse literarias.

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Sentada en una banca, bajo un árbol y frente al mar, leo uno de esos libros filosóficos denominados comúnmente “difíciles”. Lo disfruto. Pasa frente a mí una niña de seis años en uniforme quien tira del brazo de su madre y le lloriquea que quiere bajar al mar. La madre solamente la sujeta y no le presta mucha atención, pues el bebé que trae en los brazos ha tirado el chupón y llora sin parar.

Me observo. Qué holgazanería. El afán de conocimiento es la más fácil de las existencias.

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Vivir bajo la emisión de dobles mensajes es la condición esencial para la esquizofrenia. La esquizofrenia es la energía individual vuelta contra sí mismo. El espectáculo emite todos sus mensajes en forma paradójica, de modo que la única opción contra éste sea la autodestrucción. “Sé delgado” y “elige tu combo biggie” se transforma en bulimia. En una escisión constante en la cual el desgaste se produce entre las fuerzas a favor y en contra de quien las posee, mientras en el exterior los movimientos económicos, sociales y políticos se perciben ajenos. No hay ningún peligro en otorgar toda la libertad a quien está demasiado ocupado consigo mismo y sus demonios; con el esquizojuguete personal más entretenido del milenio.

sábado, mayo 21

MALAS PALABRAS


Para todos los que nos regodeamos en criticar al sistema (o en conservarlo, que es lo mismo), existen dos palabras abominables, a las cuales atribuimos todos los males humanos.

TRABAJO y CONSUMO

Y la utopía es vivir sin contaminar nuestras acciones angelicales con estos verbos. El primero denigra, vuelve a quien lo hace un autómata, un esclavo de los esclavos. Cumple horarios, recibe un sueldo, obedece órdenes de sí mismo o de otro. Una vez lograda tan ruin actividad, acude a los macrocentros comerciales a deshacerse de su vergüenza transformándola en objetos con los que satisface necesidades inexistentes, meramente creadas por la publicidad.

Desolador.

¿Es necesario el trabajo? Los millones de "creadores" frustrados alrededor del mundo se rehusan a trabajar, incluso en su obra. El esfuerzo es un término del siglo XIX, y nadie quiere dejar de ser posmoderno; aunque esto signifique crear en la mente, ser en la mente, rascarse la panza en la mediocridad mientras se critica a quien trabaja.

Adquirir tomates y pasta de dientes en el supermercado es consumir, y es necesario. Consumir es necesario. El problema del consumo es cuando éste se vuelve espectáculo, entretenimiento. Cuando nos relacionamos -como dice Debord- a través de ello. El ir de compras como actividad familiar, el ver películas como manera de convivir con la pareja, el adquirir para suplir carencias que no tienen que ver con eventos, imágenes, sonidos u objetos.

No rechazamos a un amigo cuando está enfermo. Trabajo y consumo están enfermos, pero son vocablos que fueron generados en la salud. Ahora, contaminados, forman una unidad complementaria de la que es difícil escapar. No imposible.

La ecología también debería encargarse de la contaminación que sufre el lenguaje con el capitalismo. La contaminación ligüística nos ha llevado a rechazar palabras que nos permiten crecer y desarrollarnos en todos los ámbitos. Sin ellas, hemos llegado hasta aquí.

miércoles, mayo 18


Lenguaje y otros obstáculos


La polisemia es el principio de la globalización. Un solo signo que incluye varios significados. Un solo signo que sueña con incluir TODOS los significados. El “lugar común” de todos los significados. Si el lenguaje inició con la intención de expresar un yo singular, y esa presunción fue negada en Hegel, ahora pretende retomar de nuevo ese camino. En el lenguaje global de lugares comunes, se tiende cada vez más a la generalización; esto lleva la intención subyacente de conseguir que una palabra lo nombre todo. Pero una vez nombrado, la palabra no será necesaria y desaparecerá.

El lenguaje camina hacia su autodestrucción. Prueba de ello es el metadiscurso, pues, sólo puede hablarse de algo cuanto esto está a punto de desaparecer.


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El plural sólo existe en el lenguaje. Fue diseñado para negar. Cuando se utiliza la generalización se habla de una irrealidad, pues ésta carece de una correspondencia existencial.


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El acento regional de un idioma es un disfraz. Y como todo disfraz, hace evidente una carencia, tal como la voz de chica adolescente de Mike Tyson muestra su debilidad oculta tras su cuerpo paquidérmico. El acento se mezcla con el tono de voz para ocultar/evidenciar a quien lo utiliza. Así cuando escucho a un bronco norteño mexicano patear al mundo con cada palabra que pronuncia, sé que tiene un miedo terrible a mostrar la sensibilidad que experimenta como debilidad; ésta amenaza cada vez que habla con asomarse, y hacerlo caer en ridículo frente a los demás actores parlanchines de bigote. Lo mismo sucede con el rimbombante y cantado acento del centro que clama la atención de cuanto ser vivo alcance a escucharlo; todo un despliegue de artificios de quien desea hacer notar su importancia, pues teme, a cada segundo, que sus oyentes escuchen el susurro quedo y lastimero de quien pide perdón por existir.


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"Crear es aligerar, es descargar la vida. Inventar nuevas posibilidades de vida. El creador es un lengislador –bailarín."

Gilles Deleuze, Nietzsche

domingo, mayo 8

HACIA ADENTRO


La repetición muestra algo que busca ser resuelto. Nada más cierto si escuchamos a quienes viven en las calles hablando con nadie y siempre del mismo tema. La característica principal de alguien es su petición; repite su patrón esperando en silencio que alguien lo escuche. Así como la Historia. Si es cierto que ésta ha llegado a su fin, ahora tan sólo se repite. Vuelven los sistemas derrocados, el conservadurismo, las modas. Bastará simplemente observar las repeticiones incesantes de la historia para atender su reclamo. Sólo así la pausa que experimentamos en la evolución desaparecerá.


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El miedo es de quien lo trabaja.


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No es válido lamentarse de los inconvenientes de la ciudad en la que se vive. Cada ciudad tiene características propias que son compatibles con la propia neurosis. Quien está dispuesto a establecer contacto real con el otro, buscará existir en un sitio en el que el ritmo de vida lo permita. Los que por el contrario, contamos las horas en las que nos relacionamos con esos seres extraños de existencias incomprensibles, elegimos las ciudades frenéticas. Así podemos culpar al tráfico, al tiempo cada vez más reducido, a las grandes distancias, incluso a las filas para ir al vecino país, con tal de no asumir que si elegimos vivir aquí, es porque en realidad no deseamos tener tiempo, ni la posibilidad de una cercanía, que estamos aquí para no estar; y que esta ciudad es el lugar perfecto para hacerlo.

lunes, abril 11


Evaluando huecos


–Tú juzgas la obra en base a lo que no es; júzgala por lo que es.

Tiendo a defender con ahínco mi punto de vista, pero esta vez guardé silencio.

Es obvio que mirar a través de los huecos de algo nos impide observarlo. Es obvio que observar las carencias de una persona nos impide observar a la persona. Es obvio que observar nuestras carencias nos impide vernos. Y si bien es desolador no observar nada ni a nadie, es aún más alarmante la manera en que compensamos esas “carencias”.

Alguien que se siente estancado en su vida, probablemente lo resuelva comprando varios pares de zapatos.

Si percibo la realidad llena de huecos, es porque así me percibo; aunque esto sea una falacia. Envidio al otro por la única razón de que no soy él; Pessoa lo sabía bien. Y si no soy él, por lo menos puedo comprarme una camiseta igual.

El objetivo de la mercadotecnia ya no es la creación de necesidades, sino de ausencias. En esos huecos debe haber algo y es necesario adquirirlo. Una personalidad más alegre. Un amiga delgada. Popularidad. Una religión. Otro cabello. Esos calcetines. Un hijo.

Pero para dejar de ver a través de los huecos y observar lo que está, es necesaria una reeducación de la percepción; muchos güevos y una manera de experimentar que no sea comparativa. Pero tenemos tanto miedo de mirar de frente la tierra sobre la que vivimos, que preferimos cubrirla con asfalto.

Así, cuando pienso en Tijuana, pienso en una ciudad llena de baches.

domingo, abril 3

Incongruencias del conductismo

Si la nueva madre es la televisión, el nuevo maestro también debe serlo. Así como un pato sigue al primer objeto que ve al nacer, también lo hace el niño. Es antinatural para el infante del siglo XXI escuchar a un humano real del que espera entretenimiento, cuando los humanos con los que se ha relacionado desde bebé y con los que pasa la mayor parte del tiempo son tan sólo imágenes en la televisión, o textos en internet.

La dificultad actual con los alumnos se debe a que están siendo obligados a poner atención a un medio que ya pasó de moda: el ser humano. Basta poner una película en un salón de clase para comprobarlo. No hace falta ni siquiera que el maestro los supervise mientras la observan; incluso pueden renunciar a su receso para no perdérsela.

Puede parecer que el inminente reemplazo del maestro por un aparato electrónico tendrá consecuencias en la manera en que los alumnos, en su vida adulta, se relacionarán en su ambiente laboral. Nada más absurdo. Dependiendo de su jerarquía en el organigrama de la empresa, éstos trabajarán ya sea para una máquina de producción o para una computadora.

martes, marzo 29


Happening


La suciedad sólo oculta la desconfianza. La incredulidad. Nunca supe que los gorriones me habían declarado un caso perdido hasta que limpié mis ventanas. Sin escrúpulos, sin consideración alguna hacia mi persona, el gorrión que todas las mañanas visita mi jardín, levantó el vuelo. Sin una sonrisa como la que cualquiera de nosotros reconocería, pero con una sonrisa, aceleró su aleteo y se estrelló contra el vidrio. Cayó.

Los animales no poseen ninguna nobleza. Son como cualquier artista. Todo ese dolor del choque, de la caída, lo soportó tan sólo para hacerme saber que creía más posible que un trozo de firmamento de pronto hubiera ocupado el hueco en mi pared, a que la ventana permaneciera ahí y estuviera limpia.

Vaya manera de hacer arte.

domingo, marzo 27


Karma café

sandwiches, arte y algo más...

La cultura, hoy, es ingerible. En sus más sanas presentaciones, sabe a café. En las más alteradas, a crystal. No es necesario hacer nada creativo para formar parte de la cultura; basta abrir la boca en el lugar adecuado y tragar.

En los ambientes más reprimidos, el hartazgo del consumismo clásico conduce al consumismo alternativo. Es necesario huir de los restaurantes de comida rápida en los que se exhiben obras artísticas de producción en serie. Qué horror. En su lugar, es recomendable ir a los cada vez más numerosos cafecitos por un panini. Los hay en toda la ciudad. En sótanos, áticos, bodegas y terrazas. Tienen nombres bucólicos, esotéricos o europeos. Ahí se encontrarán obras artísticas de producción única, aunque no necesariamente en serio. La decoración también incluirá objetos recuperados de los botes de basura que adornen recicladamente el lugar. Tal vez esa tarde toquen sus tambores, guitarras o cuerdas vocales algunos fugitivos del messenger, mientras el dueño coloca unos inciensos para que sus "invitados" no duden del misticismo del lugar. No se requiere, ni siquiera, conversar. Basta cerrar los ojos y respirar. Ah, la vida profunda sin duda tiene sus recompensas. Todo al alcance de un café machiatto o un té de jazmín.

En los ambientes más deprimidos, la cultura se consume en paquetes pequeños. Es un must fumar o tragar sus contenidos en público, en el sitio más in y entre la right crowd. Tampoco es indispensable realizar ninguna labor creativa; sin embargo, aquí la plática sí es importante: antes de llegar ahí, debe prepararse un buen repertorio de proyectos. Quien tan sólo consuma pero no tenga proyectos no debe estar ahí. En un medio de estados alterados de conciencia, la realidad también acepta alteraciones. Aquí generalmente no hay tambores, y la ambientación musical consiste en todo lo que no se asemeje a esas horrorosas discos y clubs frívolos de los que se viene huyendo por su vacuidad. La música popular da indicios de la apertura de mente de la turba, que incluso se muestra nostálgica ante melodías que nunca fueron de su época.

¿A quién culpar?

Dice Witold Gombrowicz que el peso de nuestro yo depende del número de habitantes del planeta. Jamás (dentro de la historia conocida), nuestro planeta había tenido tantos habitantes. Jamás nuestro yo había sido tan liviano.

El acercamiento a lo que la cultura representaba (hoy tan sólo representa lo que es) significa un deseo incosciente de peso. De substancia. No es casualidad que hoy la cultura se quiera ingerir. Esto muestra algo positivo; en nuestra actual ligereza, aún hay una inquietud. Pero, para destruir esa inquietud, se le pone de moda.

La moda es la penúltima página.

Estar de moda es un eufemismo de estar en el camino de la autodestrucción. Lo que esta de moda se expone y, por ende, se reproduce. Las reproducciones siempre son de menor calidad que el original. Las copias se confunden con el original. El original reacciona para no confundirse con sus copias y, en esta reacción, se convierte en copia de sí mismo y se disuelve.

La cultura está de moda. La cultura está en el camino de la autodestrucción.

domingo, marzo 20

Autorretrato de poeta

"El poeta lírico dibuja en sus poemas su autorretrato; pero como ningún retrato es totalmente fiel, podemos decir -con el mismo derecho- que retoca su cara en su poesía.

¿La retoca? Sí, la hace más expresiva, porque sufre por la indeterminación de sus propios rasgos; se encuentra borroso, inexpresivo, indefinido; desea la forma de sí mismo; desea que el revelador fotográfico de sus poemas dé a sus rasgos un perfil firme y determinado.

Y hace que sea más expresiva, porque vive una vida pobre en acontecimientos. En sus versos, el mundo materializado de sus sentimientos y sus sueños tiene a menudo una configuración tormentosa y reemplaza el dramatismo de las acciones nunca realizadas.

Pero, para poder vestirse con su retrato y penetrar en el mundo con él, es necesario que el retrato sea expuesto y el poema publicado."

La vida está en otra parte, Milán Kundera

sábado, marzo 12

Dermoanálisis urbano

Observo y callo. La ciudad en la que nací, continúa siendo lastimada. Está p-r-o-g-r-e-s-a-n-d-o me dice una voz. Mil voces. ¿Quieres que sea un rancho para siempre? No, Tijuana debe "parecerse" a Nueva York.

¿Cuál es la fascinación de quien se para, estupefacto, en Time Square? Está parado sobre la máxima invención del hombre: el tiempo. Y sobre la invención llevada a sus extremos capitalistas: el dinero. Time is money. Time Square no deja dudas al respecto.

Y luego está la ovación unísona de la publicidad. Cuando, dentro de miles de años, se hable de la creación artística del siglo XX y XXI, sin duda se referirán a la publicidad. Time Square es la sala de exposición más grande de nuestro tiempo. No se puede decir otra cosa al estar ahí que: Ah, qué grandes somos, qué majestuosa nuestra civilización. Y mirar hacia arriba, en donde la luna es opacada por las inmensas pantallas de información. Y mirar hacia los costados y contagiarse de ese rush que impulsa a quienes caminan por ahí sin tiempo para detenerse a observar su propia creación, porque deben llegar cuanto antes a la oficina. Al fin de cuentas, time is money.

¿No es absurdo, entonces, sentir cierto dolor, cuando la espalda de Tijuana es herida por cilindros metálicos con carteles de Tommy Hillfiger? ¿No es Nueva York la ciudad ideal a la que todas las ciudades deben tender?

Y luego están las vallas. Esa idea de no sé qué gran emprendedor que recubre lotes baldíos, espacios en construcción y demás áreas susceptibles de ser acorraladas por láminas listas para ser anuncios publicitarios. Es ofensivo no poder voltear a ningún lado sin ser atacado por más publicidad.

Es unos meses se iniciará el proyecto de construcción de una sala de exposición en el Centro Cultural Tijuana. La idea es excelente. El resultado sin duda deberá serlo. Sin embargo, lo visible de esta sala de arte será una inmensa televisión (una pantalla gigante, para ser más correctos) Una pantalla que, por supuesto, además de invitar a los eventos que ahí se realizarán, mostrará anuncios de las empresas que tengan el capital para pagarlos. En el área visualmente más representativa de Tijuana, en "La Plaza Principal" de nuestra ciudad, está un complejo de bares, un centro comercial, un McDonald's y, próximamente, una televisión ¿Got it?

No es necesario que, para molestarnos, los anuncios publicitarios nos hablen como en la cinta de Matrix: ya es suficiente con la invasión que hacen del espacio privado que antaño fue público. Sin embargo, el cuerpo no miente. Un cuerpo intoxicado pronto erupciona, llenándose en su epidermis de señales visibles de su aflicción. Es innegable que algo sucede dentro. Lo mismo pasa con la ciudad. Esos brotes dolorosos de publicidad que hieren las banquetas, no son más que manifestaciones de lo que sucede en sus vísceras.

Los medios ya no se utilizan para encubrir lo que sucede en la política. La política se utiliza ahora para encubrir lo que sucede en los medios.

Nada es ya, propiedad del Estado. El Estado ya no existe como tal. Sus funciones son las mismas que las de los reyes de Mónaco.

Es su lugar, se ha instalado La Empresa. La geografía es incluso obsoleta. Los países del mundo ahora llevan (como los estadios deportivos) el nombre de alguna empresa. En vez de estar colocados uno junto al otro, están uno sobre el otro, fusionándose en el sistema global.

Vivimos, nos movemos y somos dentro de trasnacionales. Uno de nuestros alcaldes, se llama, sin duda, Procter & Gamble. Y todas esas pústulas publicitarias son las manifestaciones cutáneas de lo que la ciudad lleva dentro: una desquiciante intoxicación comercial.

miércoles, marzo 9

San Francisco: un manicomio con tranvía

Caminando entre ellos, tengo una sensación de manicomio. Un manicomio público, delimitado por edificios altos y viejos . Los enfermeros visten trajes de policía. Cada "loco" repite su demanda eternamente. Carga por la calle la voz que, alguna vez, nadie escuchó, y que ahora lanza con estruendo o murmurando hacia la nada. La voz cedada. La que el crack descalifica. Ahora podemos estar seguros que nadie la escuchará. Nadie, realmente. Realmente, nadie.

No recuerdo haber escuchado la noticia: "Hoy 24 de marzo de 1988, el ayuntamiento ha promulgado una ley en la cual se intercambian los espacios entre "cuerdos" y "locos". Ahora, los "cuerdos" permanecerán aterrorizados en sus casas, viendo la televisión y tomando prozac, mientras los "locos" serán liberados del manicomio municipal para que transiten por la calle como les plazca". No, nunca la escuché. Creo que el proceso fue lento. La naturaleza tiene cada manera de equilibrarse. Fue tan imperceptible como evidente.

Los espacio públicos, abandonados hasta la aberración en las ciudades, han sido tomados. Era demasiado deprimente ver al centro de la ciudad, muerto. Los cuerdos, por supuesto, estaban muy ocupados como para salir a dar una caminata. No soportaron volverse hacia arriba y no ver un techo. La inmensidad del cielo les recuerda la propia, y es mejor pensar que el tiempo es dinero. Departamento-auto-oficina-auto-centro comercial-auto-casa. Calles vacías. Eventualmente, hubo quien se diera cuenta de ello, y decidió salir a caminar. Por ello, lo encerraron en el manicomio. Pero luego hubo otro. Luego otro. Hubo tantos que fue imposible confinarlos. Decidieron dejarlos en las calles, al fin de cuentas, eran tan evitadas por los "cuerdos" como el manicomio. Así es como se originó el actual centro de San Francisco.

-No les recomiendo caminar por ahí -dijo el taxista-, la zona está llena de crackheads; no los asaltarán, pero no se sabe nunca qué harán.

Decidimos no escucharlo, caminar. Los "dementes" jamás toman en cuenta a los transeúntes, han aprendido que de ellos nunca obtendrán respuestas.Dialogan,gritan, vociferan con personajes internalizados que son más reales que quienes caminamos por ahí. Mujeres que anuncian que tienen una familia, que por favor, nadie vaya a pensar lo contrario. Hombres orientales que hacen oraciones a sus dioses. Una anciana que utiliza distintas voces para entablar un diálogo. Sus voces múltiples, incluso, ríen al unísono. Mujeres y hombres jóvenes, cuyo único objetivo es comer ese día y conseguir para su dosis. Tal vez no debieron haber tomado conciencia. Tal vez fue demasiado peligroso para ellos salir aquella tarde a caminar. Nunca es bueno detenerse a reflexionar bajo el cielo. Puede gustarte demasiado.

Qué hago caminando entre los "locos", no lo sé. No voy a mentir diciendo que no les temo; pero hay algo demasiado atractivo en ellos. Una puerta. Se me antoja idealizarlos y decir que es mejor estar en la Seventh & Market que en Union Square, que aquí la gente no finge; pero aquí, también, está lleno de actores, los mejores.

En la ciudad en la que el lugar de reunión de los beatniks (Vesubio) no se distingue de cualquier Hard Rock Café, y en el que los hippies que se ciclaron alrededor de Berkeley aparecen como "cosas que ver" en los folletos turísticos, es imposible que no existan manifestaciones físicas de una sociedad que se derrumba. Caminando por el centro se piensa en el apocalipsis, en las ciudades del futuro, en la peor distopía; pero todo esto se piensa para negar lo evidente: la pestilencia humana no puede perfumarse para siempre. Ya apesta. Apesta mucho.

El manicomio público crece. Del "loco del pueblo" se ha pasado al "cuerdo de la ciudad". El número aumenta. Entre más "cuerdos" existan hoy, más "locos" en potencia se avizoran. Ante un voz que ofrece como posibilidades: te destruyo o te destruyes, pocos soportan las consecuencias de resistirse. En el mayor de los casos, eligen la primera posibilidad, en el mejor de los casos, la segunda.

lunes, marzo 7

Exploraciones domésticas

No tiene caso salir de vacaciones. Ninguna de las expectativas se cumplen. Por más distinto que sea el lugar visitado, nunca será tan extraño como para que valga la pena viajar para llegar ahí.

Propongo la experiencia del encierro. Conocer el sitio doméstico a conciencia. Agotar incluso las propiedades de un tapete, el uso aún no descubierto de la cortina de baño; las conversaciones matinales con la luz de la ventana. No vacacionar hasta conocer cada hebra de nuestra cobija. No salir hasta no recorrer el último milímetro del propio cuarto. Una vez logrado, sería posible, tal vez, aventurarse hasta el jardín.

lunes, febrero 21

Taqueros en peligro de extinción

No son los tacos. Es el taquero. Ni al llegar a nuestra propia casa nos reciben con tanta fiesta como nos recibe un taquero. El anfitrión por excelencia. No hay nada más halagador para un ser humano, que alguien recuerde que a él no le gusta la cebolla, o que prefiere las tripas doraditas.

Si en México la psicoterapia no ha tenido el auge que en Estados Unidos, se debe a los taqueros. Ir a la taquería es terapeútico. El taquero es un terapeuta ideal porque, además de escuchar con atención, recordar tus actividades y problemas, te nutre con lo que más disfrutas por mucho menos de lo que cobra cualquier profesional.


Y es que sólo basta con observarlos. Los taqueros (los verdaderos) tienen una destreza descomunal en la utilización de sus manos. Ni los dealers de Las Vegas pueden moverse así. El sonido que hacen al picar la carne calma a cualquier adulto como lo hace el sonido del corazón al recién nacido. Y esa manera que tienen de rellenar la tortilla mientras te voltean a ver y te dicen: qué tal te fue con lo del carro, güerito. Ninguna madre, jamás, ha sido capaz de voltear a ver a su hijo y escucharlo mientras hace de comer. Un taquero es mejor que una madre.

También están las bromas, los albures y los juegos de palabras ¿Le pico la carne o se la doy entera? ¿No me diga que no le gusta la tortilla? No me recuerde, ya sé que a usté le gusta mucho el chile. Pero no, no es el vocabulario de un pelado agresor, sino de un amigo cercano. Después de un largo día de trabajo, ni la televisión, ni nada, podrán hacer reir más que las ocurrencias del taquero. Es todo él un remanso para las aflicciones. Incluso para la borracheras.

Y luego ese estar al pendiente para pasarte otro taco antes de que le des la última mordida al que tienes en la mano. Y el plato de rábanos y chiles toreados con limoncito, jefe. Y aquí le va su agua, la que le gusta, señorita. Y qué más le damos y a poco no se va a comer el de cabeza, hoy está... mejor prúebelo, para qué le platico, chavalón.

Pero con el tiempo, los terapeutas se vuelven más populares.

Y es que, como le pasó a la banda El recodo, las taquerías también están siendo invadidas por los Backstreet Boys wannabe. Taqueros sin vocación, que provocan que el buche tenga sabor a Big Mac. Taqueros silentes que aprendieron a ser así en la maquila. Taqueros frustrados con maestría en derecho fiscal. Taqueros sin memoria que mandan a las taquerías a la bancarrota, por no tener la agilidad mental de saber cuántos tacos tiene cada cliente en la panza. Taqueros de la era Web.

¿Qué hacer? En la Procuraduría de la defensa del consumidor no aceptarían una queja así: vengo a denunciar a un hombre que se hizo pasa por taquero. No creo que Derechos humanos estaría interesado en velar por los individuos que sufren las vejaciones de los taqueros sin vocación. Ni la Junta de conciliación y arbitraje aceptaría demandas por taqueros no calificados. Tal vez, lo más viable sería considerarlos una especie en extinción. Un grupo de individuos que, como los árboles del Amazonas, deben ser protegidos, pues representan el pulmón (en este caso, el estómago) de la humanidad.

La crisis en México debida a la pérdida de los valores en lo taqueros no sólo tendrá consecuencias gastronómicas sino también psicológicas. El cúmulo de hombres y mujeres huérfanos de taquero, tendrán que buscar asistencia en otros lugares. Las mujeres ya lo han hecho durante mucho tiempo con sus estilistas, quienes son otro tipo de terapeutas. Los hombres, tal vez terminen volviéndose metrosexuales y pasen también a los brazos de un esteta. Lo grave aquí, es la desaparición de la mexicanidad. El fenómeno ya es observable: cada vez hay menos taquerías que ofrezcan tripas ( ou, wácala, they stink) y más hombres con tripas gueritas en la cabeza. Los signos de los tiempos no pueden ser más claros. Los taqueros están a punto de desaparecer.

domingo, febrero 20

Pizarrón & Pasarela

Contrario a lo que se cree, existe poca diferencia entre un modelo y un maestro. Tal vez el cliché los sitúe muy lejos uno del otro. El primero se caracteriza por un coeficiente intelectual no mayor al de un pollo, mientras que el segundo debe tener cuando menos el suficiente para, ante un grupo, pretender que sabe algo. Ambos pretenden. El modelo pretende su estupidez. El maestro su inteligencia. Pretenden porque con ello obtienen lo que desean. Ser admirados.

Cuando un individuo elige modelar, es porque necesita satisfacer su necesidad de reconocimiento. Caminando sobre la pasarela, cree escuchar de su público: míralo que bello es, mira su cuerpo, sus movimientos, cómo porta su traje. El podría pagar para que el show continuara; y mientras no sea un modelo top, eso es precisamente lo que hace: trabajará gratis o por una cantidad risible con tal de que le permitan acceder a la pasarela. La droga de la pasarela.

Ser maestro no representa mucha diferencia. El trabajo se elige con la finalidad de observar esos ojos de admiración, que no distan mucho de los que se observan desde la pasarela. Aquí, el mensaje no es a la belleza, sino a la sabiduría: mira cuánto sabe, con qué destreza lo transmite, cuándo podré yo saber tanto cómo él. Y, mientras no sea un maestro top, se conformará con cualquier sueldo con tal de que le permitan pararse frente a un grupo para ser admirado. (La droga en este caso, sería la adicción al olor del plumón para pizarrón blanco).

Pero ni en el uno ni en el otro caso la retroalimentación esperada es real. Modelos y maestros que casi pagan por trabajar, se atan a su actividad con la esperanza de obtener algún día, la admiración que necesitan. Las frases de cuán bello o cuán sabio, sólo están en su mente. Incluso hasta sonarían ridículas si alguien las dijera en realidad, pues nadie habla de una manera tan cursi.

Pasarela o pizarrón, la búsqueda es la misma. La elección de caminos distintos tiene su origen en obviedades como la estatura y la talla del pantalón; pero también en situaciones más complicadas como el nivel de timidez. Ambos son seres terriblemente tímidos, pero sus neurosis son distintas. El maestro, mientras camina frente a sus supuestos admiradores, tiene tanto miedo que suele hablar demasiado para evitar cualquier contacto con su público; el modelo, por su parte, tiene tanto miedo que prefiere callar.

lunes, febrero 14

Uno y los demonios

Todos los personajes en una historia son, en realidad, uno. Uno en ambos sentidos. Una historia es un análisis de su autor, por eso a muchos incomoda tanto el escribir. Los personajes son las características de la personalidad consciente o inconsciente del autor. Características que se vuelven tan únicas y complejas que forman por sí mismas una entidad. Establecer un diálogo entre todas esas partes, generalmente polares, es lo que se hace al construir personajes. Tolstoi se desdobló en algunas de sus obras en más de ciento veinte. Todos ellos, el mismo. Todos ellos, él mismo.

La idea de la creación distanciada es algo que utilizan los autores para intentar ocultarse. Nada más absurdo. Cierto es que no se va a analizar un texto a partir de la personalidad del autor, pero es perfectamente posible interpretar un texto para analizar a su autor. Y con esto no me refiero a que la literatura deba ser un vertedero de sentimentalismos, o que al leer una obra leamos la mente de su creador; pero ningún autor puede desligarse de su obra alegando que ésta sea un artificio, una mera labor técnica en la que no ha involucrado ni lo más mínimo de si mismo. Todo está ahí. Cada silla fabricada, cada declaración de impuestos o receta médica; cada manera de hablar, de conducir, de esconderse, delata a quien la elaboró.

La novela de Milorad Pavic, Diccionario Jázaro, es una enseñanza de lo que debe hacerse en cualquier texto: armar un cuerpo. Una novela es una unidad porque sus personajes la forman, son complementarios. Los personajes se construyen entre ellos mismos, porque así están constituidos en el cuerpo de su autor. La idea del escritor atormentado es la del escritor fracasado: alguien que sufre conteniendo sus demonios, que huye de ellos en vez de optar por enfrentarlos y llevarlos a la página.

No es casualidad que los autores de la literatura contemporánea construyan personajes que se disuelven, personajes que se transforman, personajes que se convierten unos en otros, personajes no aprehensibles, personajes que no están. Estas construcciones son reales: así es como se vive el ser humano actual, de eso estamos hechos hoy. Una negación de la realidad sería construir personajes á la Flaubert.

Pero sean ciento veinte o sean dos que se vuelven cinco y luego tres, los personajes de la historia deben formar la unidad. El autor que fantasea con huir de sí mismo a través de la escritura ha elegido un camino bastante inútil para hacerlo. La escritura es un viaje, un viaje al centro de sí. Por eso, para crear desde el centro, debemos estar dispuestos a ir hasta allá, a desdoblarnos en la multiplicidad que nos constituye, a aceptar que cada acto nos delata. Que ya sea que les llamemos personajes, notas musicales, imágenes o figuras de porcelana, los demonios no se irán hasta que los miremos a los ojos y, al fin, nos sentemos a conversar con ellos.

domingo, febrero 6

El extraño mundo allá lejos

Cuando tú me dices eso, no me lo dices tú, me lo dice el autor que acabas de leer, aquel maestro de preparatoria, tu tío, tu mamá, lo que aprendiste de cómo debes quedar bien frente a una mujer, la película que viste hace unos meses. Te respondo. Pero no te respondo yo, te responde la mujer seria, la alumna, la buena hija, la que repite lo que le dijo su papá, su tía, aquella maestra de arte barroco, la que hace lo que debe de ser; la que no debe de ser para que sea.

¿Dónde estás tú? ¿Dónde estoy yo?

La mayoría de nuestros diálogos, no son entre dos personas, sino entre dos introyectos. En nuestro afán de ocultarnos tras la máscara que es el lenguaje, permitimos que nuestros sustitutos, esos que hemos aprendido a actuar tan bien, hablen. Y conversan y discuten y llegan a sesudas conclusiones.

¿Quiénes son ?

Hablando desde todas esas ideas, creencias, comportamientos y maneras de percibir, hemos construido una sociedad en la que no habitamos de manera corporal. Somos verdaderos únicamente en nuestro pensamiento. Quien habla, piensa y fantasea, no sale de la cunita tibia que es su mente. Ahí golpeamos al que sonreímos, ahí –como decía Pessoa– somos los genios que nadie conocerá; ahí nos resguardamos como en el vientre materno para permanecer ilesos, para negarnos al mundo, para privarnos del riesgo que implica vivir.

No es amable decir lo que pensamos. No es educado hacer lo que en realidad queremos. Seguramente nos rechazarán si salimos de ahí. Tal vez, incluso, nos llamarán locos. Y como necesitamos relacionarnos, los exhibimos mejor a ellos, a esos útiles introyectos que han estado ahí a través de las generaciones y que aseguran que las cosas permanezcan como están.

¿Para qué exponerme ante ti si puedo mandar a mi emisario? Sí, aquel que dice todo lo que deseas escuchar; o incluso lo que no deseas escuchar, si eso es lo que se requiere. No hay problema, no lo dije yo. A mí que no me culpen. A mi no me culpan; pues, ¿quién va a culpar a quien no conoce?