OPCIONES
Escribir narrativa es tan sólo el preámbulo de algo superior. Ese algo es la práctica de la peluquería.
Centenares de años ha sudado la literatura para captar la narrativa oral de manera fiel. Sólo tipos de la talla de Rulfo lo han logrado, sin embargo lo que ofrecen es una estupenda versión literaria de la oralidad, más nunca una fidelidad total a ésta. Por el contrario, los peluqueros, estilistas, peinadoras y demás, poseen una habilidad narrativa completa, es decir, que involucra al cuerpo, tanto el suyo como el de quien escucha la historia. Sus cambios de una historia a otra (a lo García Márquez, diría el Ello literario) son asombrosos, el tono de la voz, el entusiasmo y la capacidad para delinear personajes con dos o tres detalles son geniales. Nada que ver con esos insípidos esfuerzos intelectuales de quien decide fabricar a toda costa a un apuesto Frankenstein. Es claro que para trascender del estudio al salón de belleza deben cumplirse horas de entrenamiento, de oído agudo, de inventar pretexto tras pretexto para escuchar al maestro.
Por eso, hace unos días, en una peluquería, mientras tomaba en mis manos a Gombrowicz, me vi obligada a dejarlo para escuchar asombrada a una de esas maestras. Creo que desde ese momento decidí dejar de leer.
*
Hace unos días escuchaba en la estación Radio Latina un recuento de lo que ha sido la feria del libro en Tijuana desde el 2002 hasta la fecha. Fue muy extraño oír en la voz del locutor los nombres de los escritores que han estado y estarán en la feria cuando, durante muchos años solamente lo he escuchado mencionar a Paulina Rubio, Alejandro Sanz y Sin Bandera. Incluso tuvo que hacer un preámbulo en el que llamaba al auditorio a “ponerse serio y cultural”. Sin duda, la literatura requiere con urgencia de mayor auditorio, pero esta ingerencia en una estación de radio se da cuando en la feria del libro del presente año los conciertos musicales casi igualan a las presentaciones literarias. El espectáculo es necesario para convocar y la literatura no lo ofrece.
Tal vez, habrá que repensar la estructura social sin modificar la literatura. Las masas deben volverse literarias.
*
Sentada en una banca, bajo un árbol y frente al mar, leo uno de esos libros filosóficos denominados comúnmente “difíciles”. Lo disfruto. Pasa frente a mí una niña de seis años en uniforme quien tira del brazo de su madre y le lloriquea que quiere bajar al mar. La madre solamente la sujeta y no le presta mucha atención, pues el bebé que trae en los brazos ha tirado el chupón y llora sin parar.
Me observo. Qué holgazanería. El afán de conocimiento es la más fácil de las existencias.
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Vivir bajo la emisión de dobles mensajes es la condición esencial para la esquizofrenia. La esquizofrenia es la energía individual vuelta contra sí mismo. El espectáculo emite todos sus mensajes en forma paradójica, de modo que la única opción contra éste sea la autodestrucción. “Sé delgado” y “elige tu combo biggie” se transforma en bulimia. En una escisión constante en la cual el desgaste se produce entre las fuerzas a favor y en contra de quien las posee, mientras en el exterior los movimientos económicos, sociales y políticos se perciben ajenos. No hay ningún peligro en otorgar toda la libertad a quien está demasiado ocupado consigo mismo y sus demonios; con el esquizojuguete personal más entretenido del milenio.
Filtro cerebral es un artefacto inexistente formado de palabras cuya finalidad es la bùsqueda de nimiedades.
martes, mayo 31
sábado, mayo 21
MALAS PALABRAS
Para todos los que nos regodeamos en criticar al sistema (o en conservarlo, que es lo mismo), existen dos palabras abominables, a las cuales atribuimos todos los males humanos.
TRABAJO y CONSUMO
Y la utopía es vivir sin contaminar nuestras acciones angelicales con estos verbos. El primero denigra, vuelve a quien lo hace un autómata, un esclavo de los esclavos. Cumple horarios, recibe un sueldo, obedece órdenes de sí mismo o de otro. Una vez lograda tan ruin actividad, acude a los macrocentros comerciales a deshacerse de su vergüenza transformándola en objetos con los que satisface necesidades inexistentes, meramente creadas por la publicidad.
Desolador.
¿Es necesario el trabajo? Los millones de "creadores" frustrados alrededor del mundo se rehusan a trabajar, incluso en su obra. El esfuerzo es un término del siglo XIX, y nadie quiere dejar de ser posmoderno; aunque esto signifique crear en la mente, ser en la mente, rascarse la panza en la mediocridad mientras se critica a quien trabaja.
Adquirir tomates y pasta de dientes en el supermercado es consumir, y es necesario. Consumir es necesario. El problema del consumo es cuando éste se vuelve espectáculo, entretenimiento. Cuando nos relacionamos -como dice Debord- a través de ello. El ir de compras como actividad familiar, el ver películas como manera de convivir con la pareja, el adquirir para suplir carencias que no tienen que ver con eventos, imágenes, sonidos u objetos.
No rechazamos a un amigo cuando está enfermo. Trabajo y consumo están enfermos, pero son vocablos que fueron generados en la salud. Ahora, contaminados, forman una unidad complementaria de la que es difícil escapar. No imposible.
La ecología también debería encargarse de la contaminación que sufre el lenguaje con el capitalismo. La contaminación ligüística nos ha llevado a rechazar palabras que nos permiten crecer y desarrollarnos en todos los ámbitos. Sin ellas, hemos llegado hasta aquí.
Para todos los que nos regodeamos en criticar al sistema (o en conservarlo, que es lo mismo), existen dos palabras abominables, a las cuales atribuimos todos los males humanos.
TRABAJO y CONSUMO
Y la utopía es vivir sin contaminar nuestras acciones angelicales con estos verbos. El primero denigra, vuelve a quien lo hace un autómata, un esclavo de los esclavos. Cumple horarios, recibe un sueldo, obedece órdenes de sí mismo o de otro. Una vez lograda tan ruin actividad, acude a los macrocentros comerciales a deshacerse de su vergüenza transformándola en objetos con los que satisface necesidades inexistentes, meramente creadas por la publicidad.
Desolador.
¿Es necesario el trabajo? Los millones de "creadores" frustrados alrededor del mundo se rehusan a trabajar, incluso en su obra. El esfuerzo es un término del siglo XIX, y nadie quiere dejar de ser posmoderno; aunque esto signifique crear en la mente, ser en la mente, rascarse la panza en la mediocridad mientras se critica a quien trabaja.
Adquirir tomates y pasta de dientes en el supermercado es consumir, y es necesario. Consumir es necesario. El problema del consumo es cuando éste se vuelve espectáculo, entretenimiento. Cuando nos relacionamos -como dice Debord- a través de ello. El ir de compras como actividad familiar, el ver películas como manera de convivir con la pareja, el adquirir para suplir carencias que no tienen que ver con eventos, imágenes, sonidos u objetos.
No rechazamos a un amigo cuando está enfermo. Trabajo y consumo están enfermos, pero son vocablos que fueron generados en la salud. Ahora, contaminados, forman una unidad complementaria de la que es difícil escapar. No imposible.
La ecología también debería encargarse de la contaminación que sufre el lenguaje con el capitalismo. La contaminación ligüística nos ha llevado a rechazar palabras que nos permiten crecer y desarrollarnos en todos los ámbitos. Sin ellas, hemos llegado hasta aquí.
miércoles, mayo 18
Lenguaje y otros obstáculos
La polisemia es el principio de la globalización. Un solo signo que incluye varios significados. Un solo signo que sueña con incluir TODOS los significados. El “lugar común” de todos los significados. Si el lenguaje inició con la intención de expresar un yo singular, y esa presunción fue negada en Hegel, ahora pretende retomar de nuevo ese camino. En el lenguaje global de lugares comunes, se tiende cada vez más a la generalización; esto lleva la intención subyacente de conseguir que una palabra lo nombre todo. Pero una vez nombrado, la palabra no será necesaria y desaparecerá.
El lenguaje camina hacia su autodestrucción. Prueba de ello es el metadiscurso, pues, sólo puede hablarse de algo cuanto esto está a punto de desaparecer.
*
El plural sólo existe en el lenguaje. Fue diseñado para negar. Cuando se utiliza la generalización se habla de una irrealidad, pues ésta carece de una correspondencia existencial.
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El acento regional de un idioma es un disfraz. Y como todo disfraz, hace evidente una carencia, tal como la voz de chica adolescente de Mike Tyson muestra su debilidad oculta tras su cuerpo paquidérmico. El acento se mezcla con el tono de voz para ocultar/evidenciar a quien lo utiliza. Así cuando escucho a un bronco norteño mexicano patear al mundo con cada palabra que pronuncia, sé que tiene un miedo terrible a mostrar la sensibilidad que experimenta como debilidad; ésta amenaza cada vez que habla con asomarse, y hacerlo caer en ridículo frente a los demás actores parlanchines de bigote. Lo mismo sucede con el rimbombante y cantado acento del centro que clama la atención de cuanto ser vivo alcance a escucharlo; todo un despliegue de artificios de quien desea hacer notar su importancia, pues teme, a cada segundo, que sus oyentes escuchen el susurro quedo y lastimero de quien pide perdón por existir.
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"Crear es aligerar, es descargar la vida. Inventar nuevas posibilidades de vida. El creador es un lengislador –bailarín."
Gilles Deleuze, Nietzsche
domingo, mayo 8
HACIA ADENTRO
La repetición muestra algo que busca ser resuelto. Nada más cierto si escuchamos a quienes viven en las calles hablando con nadie y siempre del mismo tema. La característica principal de alguien es su petición; repite su patrón esperando en silencio que alguien lo escuche. Así como la Historia. Si es cierto que ésta ha llegado a su fin, ahora tan sólo se repite. Vuelven los sistemas derrocados, el conservadurismo, las modas. Bastará simplemente observar las repeticiones incesantes de la historia para atender su reclamo. Sólo así la pausa que experimentamos en la evolución desaparecerá.
*
El miedo es de quien lo trabaja.
*
No es válido lamentarse de los inconvenientes de la ciudad en la que se vive. Cada ciudad tiene características propias que son compatibles con la propia neurosis. Quien está dispuesto a establecer contacto real con el otro, buscará existir en un sitio en el que el ritmo de vida lo permita. Los que por el contrario, contamos las horas en las que nos relacionamos con esos seres extraños de existencias incomprensibles, elegimos las ciudades frenéticas. Así podemos culpar al tráfico, al tiempo cada vez más reducido, a las grandes distancias, incluso a las filas para ir al vecino país, con tal de no asumir que si elegimos vivir aquí, es porque en realidad no deseamos tener tiempo, ni la posibilidad de una cercanía, que estamos aquí para no estar; y que esta ciudad es el lugar perfecto para hacerlo.
La repetición muestra algo que busca ser resuelto. Nada más cierto si escuchamos a quienes viven en las calles hablando con nadie y siempre del mismo tema. La característica principal de alguien es su petición; repite su patrón esperando en silencio que alguien lo escuche. Así como la Historia. Si es cierto que ésta ha llegado a su fin, ahora tan sólo se repite. Vuelven los sistemas derrocados, el conservadurismo, las modas. Bastará simplemente observar las repeticiones incesantes de la historia para atender su reclamo. Sólo así la pausa que experimentamos en la evolución desaparecerá.
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El miedo es de quien lo trabaja.
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No es válido lamentarse de los inconvenientes de la ciudad en la que se vive. Cada ciudad tiene características propias que son compatibles con la propia neurosis. Quien está dispuesto a establecer contacto real con el otro, buscará existir en un sitio en el que el ritmo de vida lo permita. Los que por el contrario, contamos las horas en las que nos relacionamos con esos seres extraños de existencias incomprensibles, elegimos las ciudades frenéticas. Así podemos culpar al tráfico, al tiempo cada vez más reducido, a las grandes distancias, incluso a las filas para ir al vecino país, con tal de no asumir que si elegimos vivir aquí, es porque en realidad no deseamos tener tiempo, ni la posibilidad de una cercanía, que estamos aquí para no estar; y que esta ciudad es el lugar perfecto para hacerlo.
lunes, abril 11
Evaluando huecos
–Tú juzgas la obra en base a lo que no es; júzgala por lo que es.
Tiendo a defender con ahínco mi punto de vista, pero esta vez guardé silencio.
Es obvio que mirar a través de los huecos de algo nos impide observarlo. Es obvio que observar las carencias de una persona nos impide observar a la persona. Es obvio que observar nuestras carencias nos impide vernos. Y si bien es desolador no observar nada ni a nadie, es aún más alarmante la manera en que compensamos esas “carencias”.
Alguien que se siente estancado en su vida, probablemente lo resuelva comprando varios pares de zapatos.
Si percibo la realidad llena de huecos, es porque así me percibo; aunque esto sea una falacia. Envidio al otro por la única razón de que no soy él; Pessoa lo sabía bien. Y si no soy él, por lo menos puedo comprarme una camiseta igual.
El objetivo de la mercadotecnia ya no es la creación de necesidades, sino de ausencias. En esos huecos debe haber algo y es necesario adquirirlo. Una personalidad más alegre. Un amiga delgada. Popularidad. Una religión. Otro cabello. Esos calcetines. Un hijo.
Pero para dejar de ver a través de los huecos y observar lo que está, es necesaria una reeducación de la percepción; muchos güevos y una manera de experimentar que no sea comparativa. Pero tenemos tanto miedo de mirar de frente la tierra sobre la que vivimos, que preferimos cubrirla con asfalto.
Así, cuando pienso en Tijuana, pienso en una ciudad llena de baches.
domingo, abril 3
Incongruencias del conductismo
Si la nueva madre es la televisión, el nuevo maestro también debe serlo. Así como un pato sigue al primer objeto que ve al nacer, también lo hace el niño. Es antinatural para el infante del siglo XXI escuchar a un humano real del que espera entretenimiento, cuando los humanos con los que se ha relacionado desde bebé y con los que pasa la mayor parte del tiempo son tan sólo imágenes en la televisión, o textos en internet.
La dificultad actual con los alumnos se debe a que están siendo obligados a poner atención a un medio que ya pasó de moda: el ser humano. Basta poner una película en un salón de clase para comprobarlo. No hace falta ni siquiera que el maestro los supervise mientras la observan; incluso pueden renunciar a su receso para no perdérsela.
Puede parecer que el inminente reemplazo del maestro por un aparato electrónico tendrá consecuencias en la manera en que los alumnos, en su vida adulta, se relacionarán en su ambiente laboral. Nada más absurdo. Dependiendo de su jerarquía en el organigrama de la empresa, éstos trabajarán ya sea para una máquina de producción o para una computadora.
Si la nueva madre es la televisión, el nuevo maestro también debe serlo. Así como un pato sigue al primer objeto que ve al nacer, también lo hace el niño. Es antinatural para el infante del siglo XXI escuchar a un humano real del que espera entretenimiento, cuando los humanos con los que se ha relacionado desde bebé y con los que pasa la mayor parte del tiempo son tan sólo imágenes en la televisión, o textos en internet.
La dificultad actual con los alumnos se debe a que están siendo obligados a poner atención a un medio que ya pasó de moda: el ser humano. Basta poner una película en un salón de clase para comprobarlo. No hace falta ni siquiera que el maestro los supervise mientras la observan; incluso pueden renunciar a su receso para no perdérsela.
Puede parecer que el inminente reemplazo del maestro por un aparato electrónico tendrá consecuencias en la manera en que los alumnos, en su vida adulta, se relacionarán en su ambiente laboral. Nada más absurdo. Dependiendo de su jerarquía en el organigrama de la empresa, éstos trabajarán ya sea para una máquina de producción o para una computadora.
martes, marzo 29
Happening
La suciedad sólo oculta la desconfianza. La incredulidad. Nunca supe que los gorriones me habían declarado un caso perdido hasta que limpié mis ventanas. Sin escrúpulos, sin consideración alguna hacia mi persona, el gorrión que todas las mañanas visita mi jardín, levantó el vuelo. Sin una sonrisa como la que cualquiera de nosotros reconocería, pero con una sonrisa, aceleró su aleteo y se estrelló contra el vidrio. Cayó.
Los animales no poseen ninguna nobleza. Son como cualquier artista. Todo ese dolor del choque, de la caída, lo soportó tan sólo para hacerme saber que creía más posible que un trozo de firmamento de pronto hubiera ocupado el hueco en mi pared, a que la ventana permaneciera ahí y estuviera limpia.
Vaya manera de hacer arte.
domingo, marzo 27
Karma café
sandwiches, arte y algo más...
La cultura, hoy, es ingerible. En sus más sanas presentaciones, sabe a café. En las más alteradas, a crystal. No es necesario hacer nada creativo para formar parte de la cultura; basta abrir la boca en el lugar adecuado y tragar.
En los ambientes más reprimidos, el hartazgo del consumismo clásico conduce al consumismo alternativo. Es necesario huir de los restaurantes de comida rápida en los que se exhiben obras artísticas de producción en serie. Qué horror. En su lugar, es recomendable ir a los cada vez más numerosos cafecitos por un panini. Los hay en toda la ciudad. En sótanos, áticos, bodegas y terrazas. Tienen nombres bucólicos, esotéricos o europeos. Ahí se encontrarán obras artísticas de producción única, aunque no necesariamente en serio. La decoración también incluirá objetos recuperados de los botes de basura que adornen recicladamente el lugar. Tal vez esa tarde toquen sus tambores, guitarras o cuerdas vocales algunos fugitivos del messenger, mientras el dueño coloca unos inciensos para que sus "invitados" no duden del misticismo del lugar. No se requiere, ni siquiera, conversar. Basta cerrar los ojos y respirar. Ah, la vida profunda sin duda tiene sus recompensas. Todo al alcance de un café machiatto o un té de jazmín.
En los ambientes más deprimidos, la cultura se consume en paquetes pequeños. Es un must fumar o tragar sus contenidos en público, en el sitio más in y entre la right crowd. Tampoco es indispensable realizar ninguna labor creativa; sin embargo, aquí la plática sí es importante: antes de llegar ahí, debe prepararse un buen repertorio de proyectos. Quien tan sólo consuma pero no tenga proyectos no debe estar ahí. En un medio de estados alterados de conciencia, la realidad también acepta alteraciones. Aquí generalmente no hay tambores, y la ambientación musical consiste en todo lo que no se asemeje a esas horrorosas discos y clubs frívolos de los que se viene huyendo por su vacuidad. La música popular da indicios de la apertura de mente de la turba, que incluso se muestra nostálgica ante melodías que nunca fueron de su época.
¿A quién culpar?
Dice Witold Gombrowicz que el peso de nuestro yo depende del número de habitantes del planeta. Jamás (dentro de la historia conocida), nuestro planeta había tenido tantos habitantes. Jamás nuestro yo había sido tan liviano.
El acercamiento a lo que la cultura representaba (hoy tan sólo representa lo que es) significa un deseo incosciente de peso. De substancia. No es casualidad que hoy la cultura se quiera ingerir. Esto muestra algo positivo; en nuestra actual ligereza, aún hay una inquietud. Pero, para destruir esa inquietud, se le pone de moda.
La moda es la penúltima página.
Estar de moda es un eufemismo de estar en el camino de la autodestrucción. Lo que esta de moda se expone y, por ende, se reproduce. Las reproducciones siempre son de menor calidad que el original. Las copias se confunden con el original. El original reacciona para no confundirse con sus copias y, en esta reacción, se convierte en copia de sí mismo y se disuelve.
La cultura está de moda. La cultura está en el camino de la autodestrucción.
domingo, marzo 20
Autorretrato de poeta
"El poeta lírico dibuja en sus poemas su autorretrato; pero como ningún retrato es totalmente fiel, podemos decir -con el mismo derecho- que retoca su cara en su poesía.
¿La retoca? Sí, la hace más expresiva, porque sufre por la indeterminación de sus propios rasgos; se encuentra borroso, inexpresivo, indefinido; desea la forma de sí mismo; desea que el revelador fotográfico de sus poemas dé a sus rasgos un perfil firme y determinado.
Y hace que sea más expresiva, porque vive una vida pobre en acontecimientos. En sus versos, el mundo materializado de sus sentimientos y sus sueños tiene a menudo una configuración tormentosa y reemplaza el dramatismo de las acciones nunca realizadas.
Pero, para poder vestirse con su retrato y penetrar en el mundo con él, es necesario que el retrato sea expuesto y el poema publicado."
La vida está en otra parte, Milán Kundera
"El poeta lírico dibuja en sus poemas su autorretrato; pero como ningún retrato es totalmente fiel, podemos decir -con el mismo derecho- que retoca su cara en su poesía.
¿La retoca? Sí, la hace más expresiva, porque sufre por la indeterminación de sus propios rasgos; se encuentra borroso, inexpresivo, indefinido; desea la forma de sí mismo; desea que el revelador fotográfico de sus poemas dé a sus rasgos un perfil firme y determinado.
Y hace que sea más expresiva, porque vive una vida pobre en acontecimientos. En sus versos, el mundo materializado de sus sentimientos y sus sueños tiene a menudo una configuración tormentosa y reemplaza el dramatismo de las acciones nunca realizadas.
Pero, para poder vestirse con su retrato y penetrar en el mundo con él, es necesario que el retrato sea expuesto y el poema publicado."
La vida está en otra parte, Milán Kundera
sábado, marzo 12
Dermoanálisis urbano
Observo y callo. La ciudad en la que nací, continúa siendo lastimada. Está p-r-o-g-r-e-s-a-n-d-o me dice una voz. Mil voces. ¿Quieres que sea un rancho para siempre? No, Tijuana debe "parecerse" a Nueva York.
¿Cuál es la fascinación de quien se para, estupefacto, en Time Square? Está parado sobre la máxima invención del hombre: el tiempo. Y sobre la invención llevada a sus extremos capitalistas: el dinero. Time is money. Time Square no deja dudas al respecto.
Y luego está la ovación unísona de la publicidad. Cuando, dentro de miles de años, se hable de la creación artística del siglo XX y XXI, sin duda se referirán a la publicidad. Time Square es la sala de exposición más grande de nuestro tiempo. No se puede decir otra cosa al estar ahí que: Ah, qué grandes somos, qué majestuosa nuestra civilización. Y mirar hacia arriba, en donde la luna es opacada por las inmensas pantallas de información. Y mirar hacia los costados y contagiarse de ese rush que impulsa a quienes caminan por ahí sin tiempo para detenerse a observar su propia creación, porque deben llegar cuanto antes a la oficina. Al fin de cuentas, time is money.
¿No es absurdo, entonces, sentir cierto dolor, cuando la espalda de Tijuana es herida por cilindros metálicos con carteles de Tommy Hillfiger? ¿No es Nueva York la ciudad ideal a la que todas las ciudades deben tender?
Y luego están las vallas. Esa idea de no sé qué gran emprendedor que recubre lotes baldíos, espacios en construcción y demás áreas susceptibles de ser acorraladas por láminas listas para ser anuncios publicitarios. Es ofensivo no poder voltear a ningún lado sin ser atacado por más publicidad.
Es unos meses se iniciará el proyecto de construcción de una sala de exposición en el Centro Cultural Tijuana. La idea es excelente. El resultado sin duda deberá serlo. Sin embargo, lo visible de esta sala de arte será una inmensa televisión (una pantalla gigante, para ser más correctos) Una pantalla que, por supuesto, además de invitar a los eventos que ahí se realizarán, mostrará anuncios de las empresas que tengan el capital para pagarlos. En el área visualmente más representativa de Tijuana, en "La Plaza Principal" de nuestra ciudad, está un complejo de bares, un centro comercial, un McDonald's y, próximamente, una televisión ¿Got it?
No es necesario que, para molestarnos, los anuncios publicitarios nos hablen como en la cinta de Matrix: ya es suficiente con la invasión que hacen del espacio privado que antaño fue público. Sin embargo, el cuerpo no miente. Un cuerpo intoxicado pronto erupciona, llenándose en su epidermis de señales visibles de su aflicción. Es innegable que algo sucede dentro. Lo mismo pasa con la ciudad. Esos brotes dolorosos de publicidad que hieren las banquetas, no son más que manifestaciones de lo que sucede en sus vísceras.
Los medios ya no se utilizan para encubrir lo que sucede en la política. La política se utiliza ahora para encubrir lo que sucede en los medios.
Nada es ya, propiedad del Estado. El Estado ya no existe como tal. Sus funciones son las mismas que las de los reyes de Mónaco.
Es su lugar, se ha instalado La Empresa. La geografía es incluso obsoleta. Los países del mundo ahora llevan (como los estadios deportivos) el nombre de alguna empresa. En vez de estar colocados uno junto al otro, están uno sobre el otro, fusionándose en el sistema global.
Vivimos, nos movemos y somos dentro de trasnacionales. Uno de nuestros alcaldes, se llama, sin duda, Procter & Gamble. Y todas esas pústulas publicitarias son las manifestaciones cutáneas de lo que la ciudad lleva dentro: una desquiciante intoxicación comercial.
Observo y callo. La ciudad en la que nací, continúa siendo lastimada. Está p-r-o-g-r-e-s-a-n-d-o me dice una voz. Mil voces. ¿Quieres que sea un rancho para siempre? No, Tijuana debe "parecerse" a Nueva York.
¿Cuál es la fascinación de quien se para, estupefacto, en Time Square? Está parado sobre la máxima invención del hombre: el tiempo. Y sobre la invención llevada a sus extremos capitalistas: el dinero. Time is money. Time Square no deja dudas al respecto.
Y luego está la ovación unísona de la publicidad. Cuando, dentro de miles de años, se hable de la creación artística del siglo XX y XXI, sin duda se referirán a la publicidad. Time Square es la sala de exposición más grande de nuestro tiempo. No se puede decir otra cosa al estar ahí que: Ah, qué grandes somos, qué majestuosa nuestra civilización. Y mirar hacia arriba, en donde la luna es opacada por las inmensas pantallas de información. Y mirar hacia los costados y contagiarse de ese rush que impulsa a quienes caminan por ahí sin tiempo para detenerse a observar su propia creación, porque deben llegar cuanto antes a la oficina. Al fin de cuentas, time is money.
¿No es absurdo, entonces, sentir cierto dolor, cuando la espalda de Tijuana es herida por cilindros metálicos con carteles de Tommy Hillfiger? ¿No es Nueva York la ciudad ideal a la que todas las ciudades deben tender?
Y luego están las vallas. Esa idea de no sé qué gran emprendedor que recubre lotes baldíos, espacios en construcción y demás áreas susceptibles de ser acorraladas por láminas listas para ser anuncios publicitarios. Es ofensivo no poder voltear a ningún lado sin ser atacado por más publicidad.
Es unos meses se iniciará el proyecto de construcción de una sala de exposición en el Centro Cultural Tijuana. La idea es excelente. El resultado sin duda deberá serlo. Sin embargo, lo visible de esta sala de arte será una inmensa televisión (una pantalla gigante, para ser más correctos) Una pantalla que, por supuesto, además de invitar a los eventos que ahí se realizarán, mostrará anuncios de las empresas que tengan el capital para pagarlos. En el área visualmente más representativa de Tijuana, en "La Plaza Principal" de nuestra ciudad, está un complejo de bares, un centro comercial, un McDonald's y, próximamente, una televisión ¿Got it?
No es necesario que, para molestarnos, los anuncios publicitarios nos hablen como en la cinta de Matrix: ya es suficiente con la invasión que hacen del espacio privado que antaño fue público. Sin embargo, el cuerpo no miente. Un cuerpo intoxicado pronto erupciona, llenándose en su epidermis de señales visibles de su aflicción. Es innegable que algo sucede dentro. Lo mismo pasa con la ciudad. Esos brotes dolorosos de publicidad que hieren las banquetas, no son más que manifestaciones de lo que sucede en sus vísceras.
Los medios ya no se utilizan para encubrir lo que sucede en la política. La política se utiliza ahora para encubrir lo que sucede en los medios.
Nada es ya, propiedad del Estado. El Estado ya no existe como tal. Sus funciones son las mismas que las de los reyes de Mónaco.
Es su lugar, se ha instalado La Empresa. La geografía es incluso obsoleta. Los países del mundo ahora llevan (como los estadios deportivos) el nombre de alguna empresa. En vez de estar colocados uno junto al otro, están uno sobre el otro, fusionándose en el sistema global.
Vivimos, nos movemos y somos dentro de trasnacionales. Uno de nuestros alcaldes, se llama, sin duda, Procter & Gamble. Y todas esas pústulas publicitarias son las manifestaciones cutáneas de lo que la ciudad lleva dentro: una desquiciante intoxicación comercial.
miércoles, marzo 9
San Francisco: un manicomio con tranvía
Caminando entre ellos, tengo una sensación de manicomio. Un manicomio público, delimitado por edificios altos y viejos . Los enfermeros visten trajes de policía. Cada "loco" repite su demanda eternamente. Carga por la calle la voz que, alguna vez, nadie escuchó, y que ahora lanza con estruendo o murmurando hacia la nada. La voz cedada. La que el crack descalifica. Ahora podemos estar seguros que nadie la escuchará. Nadie, realmente. Realmente, nadie.
No recuerdo haber escuchado la noticia: "Hoy 24 de marzo de 1988, el ayuntamiento ha promulgado una ley en la cual se intercambian los espacios entre "cuerdos" y "locos". Ahora, los "cuerdos" permanecerán aterrorizados en sus casas, viendo la televisión y tomando prozac, mientras los "locos" serán liberados del manicomio municipal para que transiten por la calle como les plazca". No, nunca la escuché. Creo que el proceso fue lento. La naturaleza tiene cada manera de equilibrarse. Fue tan imperceptible como evidente.
Los espacio públicos, abandonados hasta la aberración en las ciudades, han sido tomados. Era demasiado deprimente ver al centro de la ciudad, muerto. Los cuerdos, por supuesto, estaban muy ocupados como para salir a dar una caminata. No soportaron volverse hacia arriba y no ver un techo. La inmensidad del cielo les recuerda la propia, y es mejor pensar que el tiempo es dinero. Departamento-auto-oficina-auto-centro comercial-auto-casa. Calles vacías. Eventualmente, hubo quien se diera cuenta de ello, y decidió salir a caminar. Por ello, lo encerraron en el manicomio. Pero luego hubo otro. Luego otro. Hubo tantos que fue imposible confinarlos. Decidieron dejarlos en las calles, al fin de cuentas, eran tan evitadas por los "cuerdos" como el manicomio. Así es como se originó el actual centro de San Francisco.
-No les recomiendo caminar por ahí -dijo el taxista-, la zona está llena de crackheads; no los asaltarán, pero no se sabe nunca qué harán.
Decidimos no escucharlo, caminar. Los "dementes" jamás toman en cuenta a los transeúntes, han aprendido que de ellos nunca obtendrán respuestas.Dialogan,gritan, vociferan con personajes internalizados que son más reales que quienes caminamos por ahí. Mujeres que anuncian que tienen una familia, que por favor, nadie vaya a pensar lo contrario. Hombres orientales que hacen oraciones a sus dioses. Una anciana que utiliza distintas voces para entablar un diálogo. Sus voces múltiples, incluso, ríen al unísono. Mujeres y hombres jóvenes, cuyo único objetivo es comer ese día y conseguir para su dosis. Tal vez no debieron haber tomado conciencia. Tal vez fue demasiado peligroso para ellos salir aquella tarde a caminar. Nunca es bueno detenerse a reflexionar bajo el cielo. Puede gustarte demasiado.
Qué hago caminando entre los "locos", no lo sé. No voy a mentir diciendo que no les temo; pero hay algo demasiado atractivo en ellos. Una puerta. Se me antoja idealizarlos y decir que es mejor estar en la Seventh & Market que en Union Square, que aquí la gente no finge; pero aquí, también, está lleno de actores, los mejores.
En la ciudad en la que el lugar de reunión de los beatniks (Vesubio) no se distingue de cualquier Hard Rock Café, y en el que los hippies que se ciclaron alrededor de Berkeley aparecen como "cosas que ver" en los folletos turísticos, es imposible que no existan manifestaciones físicas de una sociedad que se derrumba. Caminando por el centro se piensa en el apocalipsis, en las ciudades del futuro, en la peor distopía; pero todo esto se piensa para negar lo evidente: la pestilencia humana no puede perfumarse para siempre. Ya apesta. Apesta mucho.
El manicomio público crece. Del "loco del pueblo" se ha pasado al "cuerdo de la ciudad". El número aumenta. Entre más "cuerdos" existan hoy, más "locos" en potencia se avizoran. Ante un voz que ofrece como posibilidades: te destruyo o te destruyes, pocos soportan las consecuencias de resistirse. En el mayor de los casos, eligen la primera posibilidad, en el mejor de los casos, la segunda.
Caminando entre ellos, tengo una sensación de manicomio. Un manicomio público, delimitado por edificios altos y viejos . Los enfermeros visten trajes de policía. Cada "loco" repite su demanda eternamente. Carga por la calle la voz que, alguna vez, nadie escuchó, y que ahora lanza con estruendo o murmurando hacia la nada. La voz cedada. La que el crack descalifica. Ahora podemos estar seguros que nadie la escuchará. Nadie, realmente. Realmente, nadie.
No recuerdo haber escuchado la noticia: "Hoy 24 de marzo de 1988, el ayuntamiento ha promulgado una ley en la cual se intercambian los espacios entre "cuerdos" y "locos". Ahora, los "cuerdos" permanecerán aterrorizados en sus casas, viendo la televisión y tomando prozac, mientras los "locos" serán liberados del manicomio municipal para que transiten por la calle como les plazca". No, nunca la escuché. Creo que el proceso fue lento. La naturaleza tiene cada manera de equilibrarse. Fue tan imperceptible como evidente.
Los espacio públicos, abandonados hasta la aberración en las ciudades, han sido tomados. Era demasiado deprimente ver al centro de la ciudad, muerto. Los cuerdos, por supuesto, estaban muy ocupados como para salir a dar una caminata. No soportaron volverse hacia arriba y no ver un techo. La inmensidad del cielo les recuerda la propia, y es mejor pensar que el tiempo es dinero. Departamento-auto-oficina-auto-centro comercial-auto-casa. Calles vacías. Eventualmente, hubo quien se diera cuenta de ello, y decidió salir a caminar. Por ello, lo encerraron en el manicomio. Pero luego hubo otro. Luego otro. Hubo tantos que fue imposible confinarlos. Decidieron dejarlos en las calles, al fin de cuentas, eran tan evitadas por los "cuerdos" como el manicomio. Así es como se originó el actual centro de San Francisco.
-No les recomiendo caminar por ahí -dijo el taxista-, la zona está llena de crackheads; no los asaltarán, pero no se sabe nunca qué harán.
Decidimos no escucharlo, caminar. Los "dementes" jamás toman en cuenta a los transeúntes, han aprendido que de ellos nunca obtendrán respuestas.Dialogan,gritan, vociferan con personajes internalizados que son más reales que quienes caminamos por ahí. Mujeres que anuncian que tienen una familia, que por favor, nadie vaya a pensar lo contrario. Hombres orientales que hacen oraciones a sus dioses. Una anciana que utiliza distintas voces para entablar un diálogo. Sus voces múltiples, incluso, ríen al unísono. Mujeres y hombres jóvenes, cuyo único objetivo es comer ese día y conseguir para su dosis. Tal vez no debieron haber tomado conciencia. Tal vez fue demasiado peligroso para ellos salir aquella tarde a caminar. Nunca es bueno detenerse a reflexionar bajo el cielo. Puede gustarte demasiado.
Qué hago caminando entre los "locos", no lo sé. No voy a mentir diciendo que no les temo; pero hay algo demasiado atractivo en ellos. Una puerta. Se me antoja idealizarlos y decir que es mejor estar en la Seventh & Market que en Union Square, que aquí la gente no finge; pero aquí, también, está lleno de actores, los mejores.
En la ciudad en la que el lugar de reunión de los beatniks (Vesubio) no se distingue de cualquier Hard Rock Café, y en el que los hippies que se ciclaron alrededor de Berkeley aparecen como "cosas que ver" en los folletos turísticos, es imposible que no existan manifestaciones físicas de una sociedad que se derrumba. Caminando por el centro se piensa en el apocalipsis, en las ciudades del futuro, en la peor distopía; pero todo esto se piensa para negar lo evidente: la pestilencia humana no puede perfumarse para siempre. Ya apesta. Apesta mucho.
El manicomio público crece. Del "loco del pueblo" se ha pasado al "cuerdo de la ciudad". El número aumenta. Entre más "cuerdos" existan hoy, más "locos" en potencia se avizoran. Ante un voz que ofrece como posibilidades: te destruyo o te destruyes, pocos soportan las consecuencias de resistirse. En el mayor de los casos, eligen la primera posibilidad, en el mejor de los casos, la segunda.
lunes, marzo 7
Exploraciones domésticas
No tiene caso salir de vacaciones. Ninguna de las expectativas se cumplen. Por más distinto que sea el lugar visitado, nunca será tan extraño como para que valga la pena viajar para llegar ahí.
Propongo la experiencia del encierro. Conocer el sitio doméstico a conciencia. Agotar incluso las propiedades de un tapete, el uso aún no descubierto de la cortina de baño; las conversaciones matinales con la luz de la ventana. No vacacionar hasta conocer cada hebra de nuestra cobija. No salir hasta no recorrer el último milímetro del propio cuarto. Una vez logrado, sería posible, tal vez, aventurarse hasta el jardín.
No tiene caso salir de vacaciones. Ninguna de las expectativas se cumplen. Por más distinto que sea el lugar visitado, nunca será tan extraño como para que valga la pena viajar para llegar ahí.
Propongo la experiencia del encierro. Conocer el sitio doméstico a conciencia. Agotar incluso las propiedades de un tapete, el uso aún no descubierto de la cortina de baño; las conversaciones matinales con la luz de la ventana. No vacacionar hasta conocer cada hebra de nuestra cobija. No salir hasta no recorrer el último milímetro del propio cuarto. Una vez logrado, sería posible, tal vez, aventurarse hasta el jardín.
lunes, febrero 21
Taqueros en peligro de extinción
No son los tacos. Es el taquero. Ni al llegar a nuestra propia casa nos reciben con tanta fiesta como nos recibe un taquero. El anfitrión por excelencia. No hay nada más halagador para un ser humano, que alguien recuerde que a él no le gusta la cebolla, o que prefiere las tripas doraditas.
Si en México la psicoterapia no ha tenido el auge que en Estados Unidos, se debe a los taqueros. Ir a la taquería es terapeútico. El taquero es un terapeuta ideal porque, además de escuchar con atención, recordar tus actividades y problemas, te nutre con lo que más disfrutas por mucho menos de lo que cobra cualquier profesional.
Y es que sólo basta con observarlos. Los taqueros (los verdaderos) tienen una destreza descomunal en la utilización de sus manos. Ni los dealers de Las Vegas pueden moverse así. El sonido que hacen al picar la carne calma a cualquier adulto como lo hace el sonido del corazón al recién nacido. Y esa manera que tienen de rellenar la tortilla mientras te voltean a ver y te dicen: qué tal te fue con lo del carro, güerito. Ninguna madre, jamás, ha sido capaz de voltear a ver a su hijo y escucharlo mientras hace de comer. Un taquero es mejor que una madre.
También están las bromas, los albures y los juegos de palabras ¿Le pico la carne o se la doy entera? ¿No me diga que no le gusta la tortilla? No me recuerde, ya sé que a usté le gusta mucho el chile. Pero no, no es el vocabulario de un pelado agresor, sino de un amigo cercano. Después de un largo día de trabajo, ni la televisión, ni nada, podrán hacer reir más que las ocurrencias del taquero. Es todo él un remanso para las aflicciones. Incluso para la borracheras.
Y luego ese estar al pendiente para pasarte otro taco antes de que le des la última mordida al que tienes en la mano. Y el plato de rábanos y chiles toreados con limoncito, jefe. Y aquí le va su agua, la que le gusta, señorita. Y qué más le damos y a poco no se va a comer el de cabeza, hoy está... mejor prúebelo, para qué le platico, chavalón.
Pero con el tiempo, los terapeutas se vuelven más populares.
Y es que, como le pasó a la banda El recodo, las taquerías también están siendo invadidas por los Backstreet Boys wannabe. Taqueros sin vocación, que provocan que el buche tenga sabor a Big Mac. Taqueros silentes que aprendieron a ser así en la maquila. Taqueros frustrados con maestría en derecho fiscal. Taqueros sin memoria que mandan a las taquerías a la bancarrota, por no tener la agilidad mental de saber cuántos tacos tiene cada cliente en la panza. Taqueros de la era Web.
¿Qué hacer? En la Procuraduría de la defensa del consumidor no aceptarían una queja así: vengo a denunciar a un hombre que se hizo pasa por taquero. No creo que Derechos humanos estaría interesado en velar por los individuos que sufren las vejaciones de los taqueros sin vocación. Ni la Junta de conciliación y arbitraje aceptaría demandas por taqueros no calificados. Tal vez, lo más viable sería considerarlos una especie en extinción. Un grupo de individuos que, como los árboles del Amazonas, deben ser protegidos, pues representan el pulmón (en este caso, el estómago) de la humanidad.
La crisis en México debida a la pérdida de los valores en lo taqueros no sólo tendrá consecuencias gastronómicas sino también psicológicas. El cúmulo de hombres y mujeres huérfanos de taquero, tendrán que buscar asistencia en otros lugares. Las mujeres ya lo han hecho durante mucho tiempo con sus estilistas, quienes son otro tipo de terapeutas. Los hombres, tal vez terminen volviéndose metrosexuales y pasen también a los brazos de un esteta. Lo grave aquí, es la desaparición de la mexicanidad. El fenómeno ya es observable: cada vez hay menos taquerías que ofrezcan tripas ( ou, wácala, they stink) y más hombres con tripas gueritas en la cabeza. Los signos de los tiempos no pueden ser más claros. Los taqueros están a punto de desaparecer.
No son los tacos. Es el taquero. Ni al llegar a nuestra propia casa nos reciben con tanta fiesta como nos recibe un taquero. El anfitrión por excelencia. No hay nada más halagador para un ser humano, que alguien recuerde que a él no le gusta la cebolla, o que prefiere las tripas doraditas.
Si en México la psicoterapia no ha tenido el auge que en Estados Unidos, se debe a los taqueros. Ir a la taquería es terapeútico. El taquero es un terapeuta ideal porque, además de escuchar con atención, recordar tus actividades y problemas, te nutre con lo que más disfrutas por mucho menos de lo que cobra cualquier profesional.

También están las bromas, los albures y los juegos de palabras ¿Le pico la carne o se la doy entera? ¿No me diga que no le gusta la tortilla? No me recuerde, ya sé que a usté le gusta mucho el chile. Pero no, no es el vocabulario de un pelado agresor, sino de un amigo cercano. Después de un largo día de trabajo, ni la televisión, ni nada, podrán hacer reir más que las ocurrencias del taquero. Es todo él un remanso para las aflicciones. Incluso para la borracheras.
Y luego ese estar al pendiente para pasarte otro taco antes de que le des la última mordida al que tienes en la mano. Y el plato de rábanos y chiles toreados con limoncito, jefe. Y aquí le va su agua, la que le gusta, señorita. Y qué más le damos y a poco no se va a comer el de cabeza, hoy está... mejor prúebelo, para qué le platico, chavalón.
Pero con el tiempo, los terapeutas se vuelven más populares.
Y es que, como le pasó a la banda El recodo, las taquerías también están siendo invadidas por los Backstreet Boys wannabe. Taqueros sin vocación, que provocan que el buche tenga sabor a Big Mac. Taqueros silentes que aprendieron a ser así en la maquila. Taqueros frustrados con maestría en derecho fiscal. Taqueros sin memoria que mandan a las taquerías a la bancarrota, por no tener la agilidad mental de saber cuántos tacos tiene cada cliente en la panza. Taqueros de la era Web.
¿Qué hacer? En la Procuraduría de la defensa del consumidor no aceptarían una queja así: vengo a denunciar a un hombre que se hizo pasa por taquero. No creo que Derechos humanos estaría interesado en velar por los individuos que sufren las vejaciones de los taqueros sin vocación. Ni la Junta de conciliación y arbitraje aceptaría demandas por taqueros no calificados. Tal vez, lo más viable sería considerarlos una especie en extinción. Un grupo de individuos que, como los árboles del Amazonas, deben ser protegidos, pues representan el pulmón (en este caso, el estómago) de la humanidad.
La crisis en México debida a la pérdida de los valores en lo taqueros no sólo tendrá consecuencias gastronómicas sino también psicológicas. El cúmulo de hombres y mujeres huérfanos de taquero, tendrán que buscar asistencia en otros lugares. Las mujeres ya lo han hecho durante mucho tiempo con sus estilistas, quienes son otro tipo de terapeutas. Los hombres, tal vez terminen volviéndose metrosexuales y pasen también a los brazos de un esteta. Lo grave aquí, es la desaparición de la mexicanidad. El fenómeno ya es observable: cada vez hay menos taquerías que ofrezcan tripas ( ou, wácala, they stink) y más hombres con tripas gueritas en la cabeza. Los signos de los tiempos no pueden ser más claros. Los taqueros están a punto de desaparecer.
domingo, febrero 20
Pizarrón & Pasarela
Contrario a lo que se cree, existe poca diferencia entre un modelo y un maestro. Tal vez el cliché los sitúe muy lejos uno del otro. El primero se caracteriza por un coeficiente intelectual no mayor al de un pollo, mientras que el segundo debe tener cuando menos el suficiente para, ante un grupo, pretender que sabe algo. Ambos pretenden. El modelo pretende su estupidez. El maestro su inteligencia. Pretenden porque con ello obtienen lo que desean. Ser admirados.
Cuando un individuo elige modelar, es porque necesita satisfacer su necesidad de reconocimiento. Caminando sobre la pasarela, cree escuchar de su público: míralo que bello es, mira su cuerpo, sus movimientos, cómo porta su traje. El podría pagar para que el show continuara; y mientras no sea un modelo top, eso es precisamente lo que hace: trabajará gratis o por una cantidad risible con tal de que le permitan acceder a la pasarela. La droga de la pasarela.
Ser maestro no representa mucha diferencia. El trabajo se elige con la finalidad de observar esos ojos de admiración, que no distan mucho de los que se observan desde la pasarela. Aquí, el mensaje no es a la belleza, sino a la sabiduría: mira cuánto sabe, con qué destreza lo transmite, cuándo podré yo saber tanto cómo él. Y, mientras no sea un maestro top, se conformará con cualquier sueldo con tal de que le permitan pararse frente a un grupo para ser admirado. (La droga en este caso, sería la adicción al olor del plumón para pizarrón blanco).
Pero ni en el uno ni en el otro caso la retroalimentación esperada es real. Modelos y maestros que casi pagan por trabajar, se atan a su actividad con la esperanza de obtener algún día, la admiración que necesitan. Las frases de cuán bello o cuán sabio, sólo están en su mente. Incluso hasta sonarían ridículas si alguien las dijera en realidad, pues nadie habla de una manera tan cursi.
Pasarela o pizarrón, la búsqueda es la misma. La elección de caminos distintos tiene su origen en obviedades como la estatura y la talla del pantalón; pero también en situaciones más complicadas como el nivel de timidez. Ambos son seres terriblemente tímidos, pero sus neurosis son distintas. El maestro, mientras camina frente a sus supuestos admiradores, tiene tanto miedo que suele hablar demasiado para evitar cualquier contacto con su público; el modelo, por su parte, tiene tanto miedo que prefiere callar.
Contrario a lo que se cree, existe poca diferencia entre un modelo y un maestro. Tal vez el cliché los sitúe muy lejos uno del otro. El primero se caracteriza por un coeficiente intelectual no mayor al de un pollo, mientras que el segundo debe tener cuando menos el suficiente para, ante un grupo, pretender que sabe algo. Ambos pretenden. El modelo pretende su estupidez. El maestro su inteligencia. Pretenden porque con ello obtienen lo que desean. Ser admirados.
Cuando un individuo elige modelar, es porque necesita satisfacer su necesidad de reconocimiento. Caminando sobre la pasarela, cree escuchar de su público: míralo que bello es, mira su cuerpo, sus movimientos, cómo porta su traje. El podría pagar para que el show continuara; y mientras no sea un modelo top, eso es precisamente lo que hace: trabajará gratis o por una cantidad risible con tal de que le permitan acceder a la pasarela. La droga de la pasarela.
Ser maestro no representa mucha diferencia. El trabajo se elige con la finalidad de observar esos ojos de admiración, que no distan mucho de los que se observan desde la pasarela. Aquí, el mensaje no es a la belleza, sino a la sabiduría: mira cuánto sabe, con qué destreza lo transmite, cuándo podré yo saber tanto cómo él. Y, mientras no sea un maestro top, se conformará con cualquier sueldo con tal de que le permitan pararse frente a un grupo para ser admirado. (La droga en este caso, sería la adicción al olor del plumón para pizarrón blanco).
Pero ni en el uno ni en el otro caso la retroalimentación esperada es real. Modelos y maestros que casi pagan por trabajar, se atan a su actividad con la esperanza de obtener algún día, la admiración que necesitan. Las frases de cuán bello o cuán sabio, sólo están en su mente. Incluso hasta sonarían ridículas si alguien las dijera en realidad, pues nadie habla de una manera tan cursi.
Pasarela o pizarrón, la búsqueda es la misma. La elección de caminos distintos tiene su origen en obviedades como la estatura y la talla del pantalón; pero también en situaciones más complicadas como el nivel de timidez. Ambos son seres terriblemente tímidos, pero sus neurosis son distintas. El maestro, mientras camina frente a sus supuestos admiradores, tiene tanto miedo que suele hablar demasiado para evitar cualquier contacto con su público; el modelo, por su parte, tiene tanto miedo que prefiere callar.
lunes, febrero 14
Uno y los demonios
Todos los personajes en una historia son, en realidad, uno. Uno en ambos sentidos. Una historia es un análisis de su autor, por eso a muchos incomoda tanto el escribir. Los personajes son las características de la personalidad consciente o inconsciente del autor. Características que se vuelven tan únicas y complejas que forman por sí mismas una entidad. Establecer un diálogo entre todas esas partes, generalmente polares, es lo que se hace al construir personajes. Tolstoi se desdobló en algunas de sus obras en más de ciento veinte. Todos ellos, el mismo. Todos ellos, él mismo.
La idea de la creación distanciada es algo que utilizan los autores para intentar ocultarse. Nada más absurdo. Cierto es que no se va a analizar un texto a partir de la personalidad del autor, pero es perfectamente posible interpretar un texto para analizar a su autor. Y con esto no me refiero a que la literatura deba ser un vertedero de sentimentalismos, o que al leer una obra leamos la mente de su creador; pero ningún autor puede desligarse de su obra alegando que ésta sea un artificio, una mera labor técnica en la que no ha involucrado ni lo más mínimo de si mismo. Todo está ahí. Cada silla fabricada, cada declaración de impuestos o receta médica; cada manera de hablar, de conducir, de esconderse, delata a quien la elaboró.
La novela de Milorad Pavic, Diccionario Jázaro, es una enseñanza de lo que debe hacerse en cualquier texto: armar un cuerpo. Una novela es una unidad porque sus personajes la forman, son complementarios. Los personajes se construyen entre ellos mismos, porque así están constituidos en el cuerpo de su autor. La idea del escritor atormentado es la del escritor fracasado: alguien que sufre conteniendo sus demonios, que huye de ellos en vez de optar por enfrentarlos y llevarlos a la página.
No es casualidad que los autores de la literatura contemporánea construyan personajes que se disuelven, personajes que se transforman, personajes que se convierten unos en otros, personajes no aprehensibles, personajes que no están. Estas construcciones son reales: así es como se vive el ser humano actual, de eso estamos hechos hoy. Una negación de la realidad sería construir personajes á la Flaubert.
Pero sean ciento veinte o sean dos que se vuelven cinco y luego tres, los personajes de la historia deben formar la unidad. El autor que fantasea con huir de sí mismo a través de la escritura ha elegido un camino bastante inútil para hacerlo. La escritura es un viaje, un viaje al centro de sí. Por eso, para crear desde el centro, debemos estar dispuestos a ir hasta allá, a desdoblarnos en la multiplicidad que nos constituye, a aceptar que cada acto nos delata. Que ya sea que les llamemos personajes, notas musicales, imágenes o figuras de porcelana, los demonios no se irán hasta que los miremos a los ojos y, al fin, nos sentemos a conversar con ellos.
Todos los personajes en una historia son, en realidad, uno. Uno en ambos sentidos. Una historia es un análisis de su autor, por eso a muchos incomoda tanto el escribir. Los personajes son las características de la personalidad consciente o inconsciente del autor. Características que se vuelven tan únicas y complejas que forman por sí mismas una entidad. Establecer un diálogo entre todas esas partes, generalmente polares, es lo que se hace al construir personajes. Tolstoi se desdobló en algunas de sus obras en más de ciento veinte. Todos ellos, el mismo. Todos ellos, él mismo.
La idea de la creación distanciada es algo que utilizan los autores para intentar ocultarse. Nada más absurdo. Cierto es que no se va a analizar un texto a partir de la personalidad del autor, pero es perfectamente posible interpretar un texto para analizar a su autor. Y con esto no me refiero a que la literatura deba ser un vertedero de sentimentalismos, o que al leer una obra leamos la mente de su creador; pero ningún autor puede desligarse de su obra alegando que ésta sea un artificio, una mera labor técnica en la que no ha involucrado ni lo más mínimo de si mismo. Todo está ahí. Cada silla fabricada, cada declaración de impuestos o receta médica; cada manera de hablar, de conducir, de esconderse, delata a quien la elaboró.
La novela de Milorad Pavic, Diccionario Jázaro, es una enseñanza de lo que debe hacerse en cualquier texto: armar un cuerpo. Una novela es una unidad porque sus personajes la forman, son complementarios. Los personajes se construyen entre ellos mismos, porque así están constituidos en el cuerpo de su autor. La idea del escritor atormentado es la del escritor fracasado: alguien que sufre conteniendo sus demonios, que huye de ellos en vez de optar por enfrentarlos y llevarlos a la página.
No es casualidad que los autores de la literatura contemporánea construyan personajes que se disuelven, personajes que se transforman, personajes que se convierten unos en otros, personajes no aprehensibles, personajes que no están. Estas construcciones son reales: así es como se vive el ser humano actual, de eso estamos hechos hoy. Una negación de la realidad sería construir personajes á la Flaubert.
Pero sean ciento veinte o sean dos que se vuelven cinco y luego tres, los personajes de la historia deben formar la unidad. El autor que fantasea con huir de sí mismo a través de la escritura ha elegido un camino bastante inútil para hacerlo. La escritura es un viaje, un viaje al centro de sí. Por eso, para crear desde el centro, debemos estar dispuestos a ir hasta allá, a desdoblarnos en la multiplicidad que nos constituye, a aceptar que cada acto nos delata. Que ya sea que les llamemos personajes, notas musicales, imágenes o figuras de porcelana, los demonios no se irán hasta que los miremos a los ojos y, al fin, nos sentemos a conversar con ellos.
domingo, febrero 6
El extraño mundo allá lejos
Cuando tú me dices eso, no me lo dices tú, me lo dice el autor que acabas de leer, aquel maestro de preparatoria, tu tío, tu mamá, lo que aprendiste de cómo debes quedar bien frente a una mujer, la película que viste hace unos meses. Te respondo. Pero no te respondo yo, te responde la mujer seria, la alumna, la buena hija, la que repite lo que le dijo su papá, su tía, aquella maestra de arte barroco, la que hace lo que debe de ser; la que no debe de ser para que sea.
¿Dónde estás tú? ¿Dónde estoy yo?
La mayoría de nuestros diálogos, no son entre dos personas, sino entre dos introyectos. En nuestro afán de ocultarnos tras la máscara que es el lenguaje, permitimos que nuestros sustitutos, esos que hemos aprendido a actuar tan bien, hablen. Y conversan y discuten y llegan a sesudas conclusiones.
¿Quiénes son ?
Hablando desde todas esas ideas, creencias, comportamientos y maneras de percibir, hemos construido una sociedad en la que no habitamos de manera corporal. Somos verdaderos únicamente en nuestro pensamiento. Quien habla, piensa y fantasea, no sale de la cunita tibia que es su mente. Ahí golpeamos al que sonreímos, ahí –como decía Pessoa– somos los genios que nadie conocerá; ahí nos resguardamos como en el vientre materno para permanecer ilesos, para negarnos al mundo, para privarnos del riesgo que implica vivir.
No es amable decir lo que pensamos. No es educado hacer lo que en realidad queremos. Seguramente nos rechazarán si salimos de ahí. Tal vez, incluso, nos llamarán locos. Y como necesitamos relacionarnos, los exhibimos mejor a ellos, a esos útiles introyectos que han estado ahí a través de las generaciones y que aseguran que las cosas permanezcan como están.
¿Para qué exponerme ante ti si puedo mandar a mi emisario? Sí, aquel que dice todo lo que deseas escuchar; o incluso lo que no deseas escuchar, si eso es lo que se requiere. No hay problema, no lo dije yo. A mí que no me culpen. A mi no me culpan; pues, ¿quién va a culpar a quien no conoce?
Cuando tú me dices eso, no me lo dices tú, me lo dice el autor que acabas de leer, aquel maestro de preparatoria, tu tío, tu mamá, lo que aprendiste de cómo debes quedar bien frente a una mujer, la película que viste hace unos meses. Te respondo. Pero no te respondo yo, te responde la mujer seria, la alumna, la buena hija, la que repite lo que le dijo su papá, su tía, aquella maestra de arte barroco, la que hace lo que debe de ser; la que no debe de ser para que sea.
¿Dónde estás tú? ¿Dónde estoy yo?
La mayoría de nuestros diálogos, no son entre dos personas, sino entre dos introyectos. En nuestro afán de ocultarnos tras la máscara que es el lenguaje, permitimos que nuestros sustitutos, esos que hemos aprendido a actuar tan bien, hablen. Y conversan y discuten y llegan a sesudas conclusiones.
¿Quiénes son ?
Hablando desde todas esas ideas, creencias, comportamientos y maneras de percibir, hemos construido una sociedad en la que no habitamos de manera corporal. Somos verdaderos únicamente en nuestro pensamiento. Quien habla, piensa y fantasea, no sale de la cunita tibia que es su mente. Ahí golpeamos al que sonreímos, ahí –como decía Pessoa– somos los genios que nadie conocerá; ahí nos resguardamos como en el vientre materno para permanecer ilesos, para negarnos al mundo, para privarnos del riesgo que implica vivir.
No es amable decir lo que pensamos. No es educado hacer lo que en realidad queremos. Seguramente nos rechazarán si salimos de ahí. Tal vez, incluso, nos llamarán locos. Y como necesitamos relacionarnos, los exhibimos mejor a ellos, a esos útiles introyectos que han estado ahí a través de las generaciones y que aseguran que las cosas permanezcan como están.
¿Para qué exponerme ante ti si puedo mandar a mi emisario? Sí, aquel que dice todo lo que deseas escuchar; o incluso lo que no deseas escuchar, si eso es lo que se requiere. No hay problema, no lo dije yo. A mí que no me culpen. A mi no me culpan; pues, ¿quién va a culpar a quien no conoce?
jueves, enero 27
Redescubriendo los clásicos
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad
Ah, el lenguaje. Esa adicción.
Al fin José Arcadio Buendía logró mover por equivocación un dispositivo atascado, y la música salió primero a borbotones, y luego en un manantial de notas enrevesadas. Golpeando contra las cuerdas puestas sin orden ni concierto y templadas con temeridad, los martinetes se desquiciaron. Pero los porfiados descendientes de los veintiún intrépidos que desetrañaron la tierra buscando el mar por occidente, eludieron los escollos del trastrueque melódico, y el baile se prolongó hasta el amanecer.
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad
Ah, el lenguaje. Esa adicción.
martes, enero 25
Como, luego existo
Las Biggie fries extrañamente, están teniendo consecuencias. Es algo realmente inexplicable. Parecido un poco al 11 de septiembre ¿Por qué habrían de asesinar norteamericanos los árabes? ¿Por qué más de la mitad de la población infantil en Estados Unidos tiene sobrepeso?
La solución a estos problemas, obviamente, debe ser cartesiana.
Todo se resuelve eliminando un número elevado de Afghanos o Iraquíes, o un número elevado de calorías en el Lunch de los niños. No importa que, mientras se asesinan unos cuantos “terroristas”, los norteamericanos no modifiquen en lo más mínimo su política internacional, creando el mayor número de enemigos en el planeta que jamás hayan tenido. No importa que, mientras en la escuela les dan fruta, papitas low fat y jugos light, lleguen a su casa cuando sus padres están trabajando y se alimenten de cualquier tv dinner, galón de nieve, barra de chocolate o bote de frituras, mientras permanecen sentados viendo la tele, chateando, o jugando nintendo.
Hay que dar cuentas. Las bajas de los soldados enemigos, las ciudades tomadas o el porcentaje de grasa en el cuerpo de infante, escrita en su boleta de calificaciones (lo cual ya sucede en varias escuelas norteamericanas). Exponer el ridículo, llevarlo al absurdo. Complicar un problema para no modificar los patrones de comportamiento que dan lugar a consecuencias de esa magnitud.
El nivel de rendimiento escolar desciende cada año en las escuelas norteamericanas, a medida que el porcentaje de grasa corporal aumenta ¡Hello! ¿No dice eso algo acerca de “el total” de la población?
Materia > Pensamiento.
Criticar es sencillo. En México estamos invadidos por su comida chatarra, por nuestra propia comida chatarra. El horario de comida se convierte cada vez más en un lunchtime en el que se consume lo que haya cerca del lugar de trabajo. Así que ahora que estamos viendo las barrigas de nuestros vecinos por reventar, debemos poner las nuestras a adelgazar. Aunque en México tenemos un método sencillo: sólo necesitamos que haya cambio de sexenio para apretarle al cinturón.
Las Biggie fries extrañamente, están teniendo consecuencias. Es algo realmente inexplicable. Parecido un poco al 11 de septiembre ¿Por qué habrían de asesinar norteamericanos los árabes? ¿Por qué más de la mitad de la población infantil en Estados Unidos tiene sobrepeso?
La solución a estos problemas, obviamente, debe ser cartesiana.
Todo se resuelve eliminando un número elevado de Afghanos o Iraquíes, o un número elevado de calorías en el Lunch de los niños. No importa que, mientras se asesinan unos cuantos “terroristas”, los norteamericanos no modifiquen en lo más mínimo su política internacional, creando el mayor número de enemigos en el planeta que jamás hayan tenido. No importa que, mientras en la escuela les dan fruta, papitas low fat y jugos light, lleguen a su casa cuando sus padres están trabajando y se alimenten de cualquier tv dinner, galón de nieve, barra de chocolate o bote de frituras, mientras permanecen sentados viendo la tele, chateando, o jugando nintendo.
Hay que dar cuentas. Las bajas de los soldados enemigos, las ciudades tomadas o el porcentaje de grasa en el cuerpo de infante, escrita en su boleta de calificaciones (lo cual ya sucede en varias escuelas norteamericanas). Exponer el ridículo, llevarlo al absurdo. Complicar un problema para no modificar los patrones de comportamiento que dan lugar a consecuencias de esa magnitud.
El nivel de rendimiento escolar desciende cada año en las escuelas norteamericanas, a medida que el porcentaje de grasa corporal aumenta ¡Hello! ¿No dice eso algo acerca de “el total” de la población?
Materia > Pensamiento.
Criticar es sencillo. En México estamos invadidos por su comida chatarra, por nuestra propia comida chatarra. El horario de comida se convierte cada vez más en un lunchtime en el que se consume lo que haya cerca del lugar de trabajo. Así que ahora que estamos viendo las barrigas de nuestros vecinos por reventar, debemos poner las nuestras a adelgazar. Aunque en México tenemos un método sencillo: sólo necesitamos que haya cambio de sexenio para apretarle al cinturón.
lunes, enero 24
Clonaciones mentales
Están solos. Solos porque los demás son demasiado semejantes como para soportarlos. Demasiado distintos, por lo que su juicio es inevitable. Habitan la tierra de la alienación. Son fracasados porque no se multiplican.
Imagina que eres lo suficientemente distinto como para sobresalir. Distinto sin ser una amenaza. Nadie teme perder el poder por tus cualidades. Son, digamos, de segunda clase. Pero esas cualidades están a tu disposición para multiplicarte. En un medio en el que lo que se necesita, se inventa, tienes la posibilidad de producir tus propios acompañantes. Y no serán cyborgs o antropoides, sino seres humanos que morirán por ser tú. Un mundo a tu imagen y semejanza.
Sabes que no lo podrás hacer si eres la réplica de otro; sólo que decidas hacerlo en el tercer mundo. Ahí sí puedes ser una repetición de las repeticiones; ahí todo llega diez años más tarde.
Las maneras de multiplicarte son muy diversas. Puedes elegir la vía política y lograr que gran parte de la población te venere y, por ende, se asemeje a ti. Entonces nunca estarás solo. Irás por las calles y habrá siempre alguien que desee estar a tu lado; lo mismo sucederá en el restaurante, en el centro comercial, en el palacio de gobierno; hasta en el escusado habrá alguien acompañándote, dispuesto a limpiarte el culo.
También puedes elegir ser un delincuente. No cualquier delincuente, un Gran Delincuente. Entonces nunca estará solo. Tendrás hombres que te seguirán a donde vayas, quienes te odiarán y te admirarán de igual manera. Y no sólo estarán contigo los que reciban tu pago, también estarán tus réplicas, esos que se vestirán como tú, hablarán como tú, escucharán la música que creen que tú escuchas. Y no te dejarán sólo, porque su mayor anhelo será estar junto a ti.
Olvídate de crimen y política, que son una sola cosa. Si quieres hacerlo como lo hacen los triunfadores, como incluso lo desean los criminales y los políticos, tienes que llamar la atención de tal modo que tu cara sea impresa en revistas, portadas de discos, o en la página cambiante del cine o la televisión. Si no sabes hacer nada, no importa, lo necesario es que tengas la estrategia correcta para que haya miles que quieran ser como tú. Así, cuando salgas a la calle no te sentirás un ser de otro mundo, o una persona normal con una patética vida “cotidiana”. Ellos, los normales, deben esforzarse en mantener relaciones amorosas, amistosas y familiares para no estar solos; eso es demasiado difícil en un mundo como éste, además, eso sólo da satisfacción a otros e impide que quien lo hace sea exitoso, que tenga fama, que su nombre suene en la boca de más de veinte. No te angusties, no tienes que vivir eso; tú sólo necesitas ser proyectado: todos querrán ser tú.
Todos morirán por estar contigo. Aunque no les digas nada. Te seguirán en el aeropuerto, en la calle, en el mercado y en el bar. Jamás estarás sólo. Hablarán más de ti que de sí mismos. Se reunirán en los cafés –ignorando lo que sucede en su casa, lo que sucede en la ciudad, lo que sucede dentro de sí mismos– para hablar de ti, de tu trabajo más reciente, de tu vestimenta, de tu entrevista, de tu nuevo “romance”. Y podrás llegar a su mesa y te dejarán hablar, y estarán contigo todo el tiempo que así lo desees.
No pienses que te irás solo a casa. Habrá miles deseando ir contigo. Sólo extiende tu mano y elige. Es posible que la relación no funcione, pues casi siempre es insoportable estar con uno mismo. Pero podrás intentar con él que sigue, con la que sigue, con todos los tú que hayas logrado fabricar. Cierto, de conocerte se volverán contra ti, se desencantarán. Pero siempre tendrás la ventaja de que afuera, te esperará alguien más.
El objetivo es que el mundo sea tu imagen. Que esté tan lleno de tús como sea posible. Que mueras, y los tús que dejaste continúen reproduciéndose; como los sequels, como el retro, como todo lo que se repite cuando la historia ha llegado a su fin.
Ahora, cierra los ojos. Imagina que sucede y, mientras lo piensas, mírate en tu mente. Observa tu vida. Observa la vida de los cientos como tú. Ahora pregúntate, ¿a quién te pareces? Si puedes responder, continúa imaginando. Eso es todo lo que podrás hacer.
Están solos. Solos porque los demás son demasiado semejantes como para soportarlos. Demasiado distintos, por lo que su juicio es inevitable. Habitan la tierra de la alienación. Son fracasados porque no se multiplican.
Imagina que eres lo suficientemente distinto como para sobresalir. Distinto sin ser una amenaza. Nadie teme perder el poder por tus cualidades. Son, digamos, de segunda clase. Pero esas cualidades están a tu disposición para multiplicarte. En un medio en el que lo que se necesita, se inventa, tienes la posibilidad de producir tus propios acompañantes. Y no serán cyborgs o antropoides, sino seres humanos que morirán por ser tú. Un mundo a tu imagen y semejanza.
Sabes que no lo podrás hacer si eres la réplica de otro; sólo que decidas hacerlo en el tercer mundo. Ahí sí puedes ser una repetición de las repeticiones; ahí todo llega diez años más tarde.
Las maneras de multiplicarte son muy diversas. Puedes elegir la vía política y lograr que gran parte de la población te venere y, por ende, se asemeje a ti. Entonces nunca estarás solo. Irás por las calles y habrá siempre alguien que desee estar a tu lado; lo mismo sucederá en el restaurante, en el centro comercial, en el palacio de gobierno; hasta en el escusado habrá alguien acompañándote, dispuesto a limpiarte el culo.
También puedes elegir ser un delincuente. No cualquier delincuente, un Gran Delincuente. Entonces nunca estará solo. Tendrás hombres que te seguirán a donde vayas, quienes te odiarán y te admirarán de igual manera. Y no sólo estarán contigo los que reciban tu pago, también estarán tus réplicas, esos que se vestirán como tú, hablarán como tú, escucharán la música que creen que tú escuchas. Y no te dejarán sólo, porque su mayor anhelo será estar junto a ti.
Olvídate de crimen y política, que son una sola cosa. Si quieres hacerlo como lo hacen los triunfadores, como incluso lo desean los criminales y los políticos, tienes que llamar la atención de tal modo que tu cara sea impresa en revistas, portadas de discos, o en la página cambiante del cine o la televisión. Si no sabes hacer nada, no importa, lo necesario es que tengas la estrategia correcta para que haya miles que quieran ser como tú. Así, cuando salgas a la calle no te sentirás un ser de otro mundo, o una persona normal con una patética vida “cotidiana”. Ellos, los normales, deben esforzarse en mantener relaciones amorosas, amistosas y familiares para no estar solos; eso es demasiado difícil en un mundo como éste, además, eso sólo da satisfacción a otros e impide que quien lo hace sea exitoso, que tenga fama, que su nombre suene en la boca de más de veinte. No te angusties, no tienes que vivir eso; tú sólo necesitas ser proyectado: todos querrán ser tú.
Todos morirán por estar contigo. Aunque no les digas nada. Te seguirán en el aeropuerto, en la calle, en el mercado y en el bar. Jamás estarás sólo. Hablarán más de ti que de sí mismos. Se reunirán en los cafés –ignorando lo que sucede en su casa, lo que sucede en la ciudad, lo que sucede dentro de sí mismos– para hablar de ti, de tu trabajo más reciente, de tu vestimenta, de tu entrevista, de tu nuevo “romance”. Y podrás llegar a su mesa y te dejarán hablar, y estarán contigo todo el tiempo que así lo desees.
No pienses que te irás solo a casa. Habrá miles deseando ir contigo. Sólo extiende tu mano y elige. Es posible que la relación no funcione, pues casi siempre es insoportable estar con uno mismo. Pero podrás intentar con él que sigue, con la que sigue, con todos los tú que hayas logrado fabricar. Cierto, de conocerte se volverán contra ti, se desencantarán. Pero siempre tendrás la ventaja de que afuera, te esperará alguien más.
El objetivo es que el mundo sea tu imagen. Que esté tan lleno de tús como sea posible. Que mueras, y los tús que dejaste continúen reproduciéndose; como los sequels, como el retro, como todo lo que se repite cuando la historia ha llegado a su fin.
Ahora, cierra los ojos. Imagina que sucede y, mientras lo piensas, mírate en tu mente. Observa tu vida. Observa la vida de los cientos como tú. Ahora pregúntate, ¿a quién te pareces? Si puedes responder, continúa imaginando. Eso es todo lo que podrás hacer.
lunes, enero 17
Madres de silicón
Cuando escuchamos acerca de la manipulación de los medios por parte de las empresas; acerca de la corrupción, la violencia, la contaminación y todas esas tragedias que no cesan de repetir los noticieros, pensamos, con justa razón, que qué poca madre. Y esto, es literal.
Si analizamos un poco a la madre estadounidense en contraposición a la madre mexicana, observaremos el porqué del desvío de nuestros vecinos. La mayoría de sus madres, tienen tetas artificiales.
El cuerpo no miente. Más que por su cultura, podemos conocer mejor a una sociedad por su cuerpo. El cuerpo se forma y se transforma, lo social lo precede y lo antecede.
La maternidad de una mujer es representada por sus senos. Así, hay sociedades en que los hombres se ven más atraídos por un trasero que por unas tetas. Los africanos son un ejemplo. No se ven atraídos hacia la maternidad, no lo necesitan; la madre africana es una madre presente. Lo mismo sucede en Latinoamérica. Sin embargo, acá hemos sido influidos por nuestros vecinos ávidos de una madre. Una madre que no quiere serlo y huye.
Y como la cultura occidental permea la mayoría de las demás culturas, lentamente la madre va abandonando más a sus hijos en todo el planeta. La sociedad, hija de esta carencia, reclama con violencia lo que le ha sido negado. Y la mujer, sintiéndose culpable por este abandono, rellena sus senos de silicón, en un intento tecno de compensar su maternidad perdida.
Cuando escuchamos acerca de la manipulación de los medios por parte de las empresas; acerca de la corrupción, la violencia, la contaminación y todas esas tragedias que no cesan de repetir los noticieros, pensamos, con justa razón, que qué poca madre. Y esto, es literal.
Si analizamos un poco a la madre estadounidense en contraposición a la madre mexicana, observaremos el porqué del desvío de nuestros vecinos. La mayoría de sus madres, tienen tetas artificiales.
El cuerpo no miente. Más que por su cultura, podemos conocer mejor a una sociedad por su cuerpo. El cuerpo se forma y se transforma, lo social lo precede y lo antecede.
La maternidad de una mujer es representada por sus senos. Así, hay sociedades en que los hombres se ven más atraídos por un trasero que por unas tetas. Los africanos son un ejemplo. No se ven atraídos hacia la maternidad, no lo necesitan; la madre africana es una madre presente. Lo mismo sucede en Latinoamérica. Sin embargo, acá hemos sido influidos por nuestros vecinos ávidos de una madre. Una madre que no quiere serlo y huye.
Y como la cultura occidental permea la mayoría de las demás culturas, lentamente la madre va abandonando más a sus hijos en todo el planeta. La sociedad, hija de esta carencia, reclama con violencia lo que le ha sido negado. Y la mujer, sintiéndose culpable por este abandono, rellena sus senos de silicón, en un intento tecno de compensar su maternidad perdida.
martes, enero 11
Han transcurrido diez semi-días desde que inició el año. Me prometí no escribir en esta página hasta que llegara un día realmente completo. Hoy tampoco lo fue. Conduje una hora hasta mi lugar de trabajo, e inmediatamente otra hora de regreso (se suspendieron las labores por la lluvia). Recorrer ese tramo con tanta lentitud, me llevó a darme cuenta de algo: he sufrido un exorcismo. De pronto me encontré observando la ciudad, la belleza de los encharcamientos; la lluvia, gota a gota sobre el parabrisas. Los cientos de hombres y mujeres conduciendo bajo el nombre de tráfico. Y me di cuenta: no pensaba. Estaba verdaderamente conectada con el mundo real. Abrí la ventana y saqué la mano para tocar la lluvia que días atrás no tomé en cuenta. Tuve suerte de que entre los autos no estuviera un compañero de mi maestría que hace un par de días, mientras yo miraba con asombro una bolsa de galletas que estaba junto a la cafetera, me dijo:
–Son galletas, Mayra. Las hacen en el planeta tierra.
°
Se ha hecho un llamado a la población a tomar conciencia de los estragos de la piratería editorial en nuestro país. Resulta que de cada diez libros que se venden en México, dos son piratas. En el artículo invita a reflexionar acerca de esto pero, ¿no es el trabajo de lector el más solicitado en el país? Ocupamos un lugar ridículo en cuanto a número de libros leídos per cápita a nivel mundial. Al final de cuentas, un escritor –a menos que sea Fuentes o García Márquez– sabe que no podrá comprar más allá de un viaje redondo en el territorio nacional con sus regalías. La diferencia de pérdidas debidas a la piratería entre Paulina Rubio y Volpi es mayor que la aportación de México a los damnificados del Tsunami Asiático. Así que, si es por el dinero, los males no son mayores.
Sin embargo, habrá que hacer un análisis de qué libros son los que se clonan sin autorización. Definitivamente, no es la cantidad la que afecta, sino la calidad de la cantidad. Después de los bestsellers mundiales ¿Quién se comió mi queso? y El caballero de la armadura oxidada , encontramos entre los títulos más reproducidos clandestinamente dos obras que, si fuera una buena ciudadana mexicana, no revelaría. Los libros son:
Dios mío, hazme viuda por favor y... Señor, quítame lo bruto
–Son galletas, Mayra. Las hacen en el planeta tierra.
°
Se ha hecho un llamado a la población a tomar conciencia de los estragos de la piratería editorial en nuestro país. Resulta que de cada diez libros que se venden en México, dos son piratas. En el artículo invita a reflexionar acerca de esto pero, ¿no es el trabajo de lector el más solicitado en el país? Ocupamos un lugar ridículo en cuanto a número de libros leídos per cápita a nivel mundial. Al final de cuentas, un escritor –a menos que sea Fuentes o García Márquez– sabe que no podrá comprar más allá de un viaje redondo en el territorio nacional con sus regalías. La diferencia de pérdidas debidas a la piratería entre Paulina Rubio y Volpi es mayor que la aportación de México a los damnificados del Tsunami Asiático. Así que, si es por el dinero, los males no son mayores.
Sin embargo, habrá que hacer un análisis de qué libros son los que se clonan sin autorización. Definitivamente, no es la cantidad la que afecta, sino la calidad de la cantidad. Después de los bestsellers mundiales ¿Quién se comió mi queso? y El caballero de la armadura oxidada , encontramos entre los títulos más reproducidos clandestinamente dos obras que, si fuera una buena ciudadana mexicana, no revelaría. Los libros son:
Dios mío, hazme viuda por favor y... Señor, quítame lo bruto
sábado, enero 1
AÑO NUEVO, TIERRA NUEVA
Habrá que hacer ajustes en este año. Tres microsegundos en los relojes. Un nuevo mapa para el continente asiático. Otra forma de vida para los millones que perdieron su hogar, trabajo, familia.
Una catástrofe está construida por miles, incluso millones, de historias. No es una calamidad mundial, es una calamidad personal elevada a la n potencia. La historia de cada habitante de ese país se dividirá en antes y después del 26 de diciembre del 2004. Historias que han sido vividas por otros, en otros continentes, en otro tiempo, con el mismo dolor. Que ya han sido escritas.
Tal vez estás muriendo y ya nada te importa.
En la nada, el gris, las islas casi desaparecen entre el agua. Óvalos negros con forma de hojas esconden el desmoronamiento del universo. Las islas de Key West desapareciendo en el océano.
Ya no tienes nada qué decir. No sabes qué hacer. Toda tu vida ha sido un desastre. Sujetándote de cualquier amorío que llegaba por la dulce vida hasta que se volvía tan agrio que tenías que vomitar e irte. Entonces te recuperabas, como te recuperas de una cruda, cogiendo el siguiente trozo de culo que pasara por ahí y que no fuera tan indefenso o demandante que te forzara a percibir la realidad.
En el fin del mundo. Casi nadie viviendo en esta grisura perpetua de Florida. Puede no ser el paraíso, pero no apesta a la mierda de tus sueños. No hay mucho para ponerte a soñar en esta grisura.
No hay más que decir. Eres un trozo de carne entre otros trozos de carne. Es como cuando estabas en el hospital. El doctor no podía meter la aguja en tu vena para sacar sangre. Cada vez que metía la aguja en tu brazo, la vena desaparecía. Te sentías como un trozo de carne y no te importaba. Viste al doctor ver gente viviendo y muriendo y gritando y al doctor no le importaba si tú estabas muriendo o gritando. Así que a ti no te importó si estabas muriendo o gritando.
Ya no tienes idea de lo que importa. Cada día volteas al océano y ves un pequeño barco desaparecer entre la grisura. Un pequeño barco oscuro descendiendo entre las aguas turbulentas.
Kathy Acker, Literal Madness
Traducción de Mayra Luna
Habrá que hacer ajustes en este año. Tres microsegundos en los relojes. Un nuevo mapa para el continente asiático. Otra forma de vida para los millones que perdieron su hogar, trabajo, familia.
Una catástrofe está construida por miles, incluso millones, de historias. No es una calamidad mundial, es una calamidad personal elevada a la n potencia. La historia de cada habitante de ese país se dividirá en antes y después del 26 de diciembre del 2004. Historias que han sido vividas por otros, en otros continentes, en otro tiempo, con el mismo dolor. Que ya han sido escritas.
Tal vez estás muriendo y ya nada te importa.
En la nada, el gris, las islas casi desaparecen entre el agua. Óvalos negros con forma de hojas esconden el desmoronamiento del universo. Las islas de Key West desapareciendo en el océano.
Ya no tienes nada qué decir. No sabes qué hacer. Toda tu vida ha sido un desastre. Sujetándote de cualquier amorío que llegaba por la dulce vida hasta que se volvía tan agrio que tenías que vomitar e irte. Entonces te recuperabas, como te recuperas de una cruda, cogiendo el siguiente trozo de culo que pasara por ahí y que no fuera tan indefenso o demandante que te forzara a percibir la realidad.
En el fin del mundo. Casi nadie viviendo en esta grisura perpetua de Florida. Puede no ser el paraíso, pero no apesta a la mierda de tus sueños. No hay mucho para ponerte a soñar en esta grisura.
No hay más que decir. Eres un trozo de carne entre otros trozos de carne. Es como cuando estabas en el hospital. El doctor no podía meter la aguja en tu vena para sacar sangre. Cada vez que metía la aguja en tu brazo, la vena desaparecía. Te sentías como un trozo de carne y no te importaba. Viste al doctor ver gente viviendo y muriendo y gritando y al doctor no le importaba si tú estabas muriendo o gritando. Así que a ti no te importó si estabas muriendo o gritando.
Ya no tienes idea de lo que importa. Cada día volteas al océano y ves un pequeño barco desaparecer entre la grisura. Un pequeño barco oscuro descendiendo entre las aguas turbulentas.
Kathy Acker, Literal Madness
Traducción de Mayra Luna
martes, diciembre 28
Pretextos en cinta
La comodidad ha ido eliminando mis placeres. Recuerdo la primera tienda de renta de videos en Tijuana, Estación Video 2000. No sé exactamente hace cuántos años la abrieron, pero estoy segura que son más de 20.
Era todo un viaje ir a rentar una película. Decidirlo con la familia, subirse al carro, llegar a ese lugar intergaláctico. Caminar entre los estantes llenos de películas desconocidas. Consultar a la familia. Pasar a comprar maíz para hacer palomitas en una olla con mantequilla. Oler la olla desde la mesa del comedor, mientras mis padres las cocinaban (¿las palomitas se “cocinan”?).
Después llegaron los videocentros y luego los microondas. Aún así podíamos bajar (a veces incluso caminando) a Las Palmas a rentar una película al videocentro y sacar una bolsa de palomitas para microondas de la caja de mayoreo que ya vendían en el Price Club de Chula Vista.
Llegó la parabólica y poco después su pequeño hermano, el DirecTV.
Más se tardaban las palomitas en el microondas que la película en comprarse con el click del control. Tanta disposición terminó con mi gusto por las películas en exceso. Me di cuenta (yo también, ¡sí!), que no era Ítaca, sino el camino, y que lo que me gustaba no eran las películas, sino los viajes. Pero como ya existen tantas videos y están tan cerca de las casas, ya no hay que hacer ningún viaje largo para rentar películas. Además, ya no son videos, ahora son DVD´s y, por consiguiente, no se tienen que reembobinar.
Pero como todo tiene remedio en esta vida y todo por servir se acaba y todo acaba sirviendo, el DirecTV se acabó. En vez de subscribirme con la competencia o contratar Dish Network en los E.U. he sacado membresía en el Blockbuster más lejano a mi domicilio. De esa manera tardo casi una hora desde que decido rentar una película hasta que regreso de nuevo a mi casa. Con frecuencia la regreso a la tienda sin haberla visto, porque tengo cosas más importantes qué hacer que estar perdiendo mi tiempo frente al televisor. Como si el tiempo me sobrara.
La comodidad ha ido eliminando mis placeres. Recuerdo la primera tienda de renta de videos en Tijuana, Estación Video 2000. No sé exactamente hace cuántos años la abrieron, pero estoy segura que son más de 20.
Era todo un viaje ir a rentar una película. Decidirlo con la familia, subirse al carro, llegar a ese lugar intergaláctico. Caminar entre los estantes llenos de películas desconocidas. Consultar a la familia. Pasar a comprar maíz para hacer palomitas en una olla con mantequilla. Oler la olla desde la mesa del comedor, mientras mis padres las cocinaban (¿las palomitas se “cocinan”?).
Después llegaron los videocentros y luego los microondas. Aún así podíamos bajar (a veces incluso caminando) a Las Palmas a rentar una película al videocentro y sacar una bolsa de palomitas para microondas de la caja de mayoreo que ya vendían en el Price Club de Chula Vista.
Llegó la parabólica y poco después su pequeño hermano, el DirecTV.
Más se tardaban las palomitas en el microondas que la película en comprarse con el click del control. Tanta disposición terminó con mi gusto por las películas en exceso. Me di cuenta (yo también, ¡sí!), que no era Ítaca, sino el camino, y que lo que me gustaba no eran las películas, sino los viajes. Pero como ya existen tantas videos y están tan cerca de las casas, ya no hay que hacer ningún viaje largo para rentar películas. Además, ya no son videos, ahora son DVD´s y, por consiguiente, no se tienen que reembobinar.
Pero como todo tiene remedio en esta vida y todo por servir se acaba y todo acaba sirviendo, el DirecTV se acabó. En vez de subscribirme con la competencia o contratar Dish Network en los E.U. he sacado membresía en el Blockbuster más lejano a mi domicilio. De esa manera tardo casi una hora desde que decido rentar una película hasta que regreso de nuevo a mi casa. Con frecuencia la regreso a la tienda sin haberla visto, porque tengo cosas más importantes qué hacer que estar perdiendo mi tiempo frente al televisor. Como si el tiempo me sobrara.
domingo, diciembre 26
Nombrando la realidad
La revolución industrial entorpeció a la poesía porque los procesos de producción modificaron los procesos de creación. Antes de la producción en masa, la producción artesanal obedecía a maneras personales de construir productos. Era posible que cada productor hiciese una descripción distinta de los pasos del proceso que utilizaba para su propia producción. Cada artesano, como cada poeta, tenía la capacidad de ver aspectos distintos de la realidad, desde su perspectiva fresca, desde su propia indagación.
Pero con la producción en serie, incluso vivir se vuelve un proceso de etapas comunes: nacer, crecer, reproducirse y morir. Esta es la normalidad. Y así como éste, existen millones de procesos que hemos introyectado y que constituyen nuestra propia manera de percibir la realidad.
El poeta es un descubridor. Entendiendo como descubridor alguien que nos permite darnos cuenta de algo que ya estaba ahí, pero que no habíamos percibido. Y lo que descubre el poeta son etapas adicionales a los procesos que conocemos o procesos que no hemos advertido pero que, una vez nombrados, los reconocemos.
Cuando Lezama Lima dice:
El odio a fingir el encerado, ocultando con el pañuelo
el rey de espadas, y la marmórea, obligada cerrazón
del cimbalón de las carcajadas lanzadas al asalto.
Y no el traspaso de la agujeta cenital, sino el manteo
de ir recubriendo el ciruelo con la otra carne lunar,
cuando vamos reclamando el hueco del almendro...
está nombrando, con los recursos que tiene a su alcance (las palabras de nuestra lengua), etapas de procesos de pensamiento, de sentimientos, o de acciones que no son identificables por no haberse incluido dentro de los procesos “aceptados” socialmente, pero que no por eso son inexistentes.
El problema para el poeta actual es que su pensamiento se encuentra obnubilado por los diagramas de flujo que se encuentran incrustados en su mente. Desde el funcionamiento del cuerpo hasta el funcionamiento de la PC han sido descritos como procesos que constan de ciertas etapas que son validadas como verdaderas y científicas; pero, ¿que hay entre esas etapas? ¿que hay del paso 1 al paso 2? Lo que hay entre esos dos pasos es materia de la poesía porque, mientras que la ciencia simplifica, la poesía tiene la función de develarnos la totalidad de lo real. Y como los millones de pasos que hay del 1 al 2 no han sido nombrados de manera consensual, es preciso diseñar combinaciones novedosas del lenguaje para que puedan ser comprendidas en su totalidad. No se diga de los procesos que aún no han sido percibidos.
Entre el dedo que golpea la tecla y la tecla, hay un poema extensísimo que permite advertir las decenas de imágenes que describirán y descubrirán todo lo que sucede durante tan “insignificante” acto. Estos “descubrimientos” son, sin embargo, amenazantes. Ampliar el campo de percepción siempre resulta en una toma de conciencia de las motivaciones reales de los actos de los individuos, y una conciencia superior es una conciencia no manipulable. Es por eso que, lejos de permitir la ampliación de la percepción, se nos bombardea de información, dejando nulo lugar para la indagación poética. La información son procesos prefabricados, cuyas etapas han sido previamente seleccionadas dentro de las millones que los constituyen.
Por eso la poesía exige alimentos no procesados. Necesita ruido, tranquilidad, movimiento y silencio; pero de primera mano. La poesía exige ser productores y no consumidores. Sembrar la parcela propia, autorregenerarse. Habitar en un mundo no narrado.
Qué alegría, qué alegría
qué majestuosa tristeza esa unión
de la respiración misteriosa, entre la transparencia que se recibe
y la exhalación de las entrañas que se devuelve.
Esa es nuestra morada,
la pureza que se recibe
y la siniestra semilla que se hunde.
Lezama Lima
La revolución industrial entorpeció a la poesía porque los procesos de producción modificaron los procesos de creación. Antes de la producción en masa, la producción artesanal obedecía a maneras personales de construir productos. Era posible que cada productor hiciese una descripción distinta de los pasos del proceso que utilizaba para su propia producción. Cada artesano, como cada poeta, tenía la capacidad de ver aspectos distintos de la realidad, desde su perspectiva fresca, desde su propia indagación.
Pero con la producción en serie, incluso vivir se vuelve un proceso de etapas comunes: nacer, crecer, reproducirse y morir. Esta es la normalidad. Y así como éste, existen millones de procesos que hemos introyectado y que constituyen nuestra propia manera de percibir la realidad.
El poeta es un descubridor. Entendiendo como descubridor alguien que nos permite darnos cuenta de algo que ya estaba ahí, pero que no habíamos percibido. Y lo que descubre el poeta son etapas adicionales a los procesos que conocemos o procesos que no hemos advertido pero que, una vez nombrados, los reconocemos.
Cuando Lezama Lima dice:
El odio a fingir el encerado, ocultando con el pañuelo
el rey de espadas, y la marmórea, obligada cerrazón
del cimbalón de las carcajadas lanzadas al asalto.
Y no el traspaso de la agujeta cenital, sino el manteo
de ir recubriendo el ciruelo con la otra carne lunar,
cuando vamos reclamando el hueco del almendro...
está nombrando, con los recursos que tiene a su alcance (las palabras de nuestra lengua), etapas de procesos de pensamiento, de sentimientos, o de acciones que no son identificables por no haberse incluido dentro de los procesos “aceptados” socialmente, pero que no por eso son inexistentes.
El problema para el poeta actual es que su pensamiento se encuentra obnubilado por los diagramas de flujo que se encuentran incrustados en su mente. Desde el funcionamiento del cuerpo hasta el funcionamiento de la PC han sido descritos como procesos que constan de ciertas etapas que son validadas como verdaderas y científicas; pero, ¿que hay entre esas etapas? ¿que hay del paso 1 al paso 2? Lo que hay entre esos dos pasos es materia de la poesía porque, mientras que la ciencia simplifica, la poesía tiene la función de develarnos la totalidad de lo real. Y como los millones de pasos que hay del 1 al 2 no han sido nombrados de manera consensual, es preciso diseñar combinaciones novedosas del lenguaje para que puedan ser comprendidas en su totalidad. No se diga de los procesos que aún no han sido percibidos.
Entre el dedo que golpea la tecla y la tecla, hay un poema extensísimo que permite advertir las decenas de imágenes que describirán y descubrirán todo lo que sucede durante tan “insignificante” acto. Estos “descubrimientos” son, sin embargo, amenazantes. Ampliar el campo de percepción siempre resulta en una toma de conciencia de las motivaciones reales de los actos de los individuos, y una conciencia superior es una conciencia no manipulable. Es por eso que, lejos de permitir la ampliación de la percepción, se nos bombardea de información, dejando nulo lugar para la indagación poética. La información son procesos prefabricados, cuyas etapas han sido previamente seleccionadas dentro de las millones que los constituyen.
Por eso la poesía exige alimentos no procesados. Necesita ruido, tranquilidad, movimiento y silencio; pero de primera mano. La poesía exige ser productores y no consumidores. Sembrar la parcela propia, autorregenerarse. Habitar en un mundo no narrado.
Qué alegría, qué alegría
qué majestuosa tristeza esa unión
de la respiración misteriosa, entre la transparencia que se recibe
y la exhalación de las entrañas que se devuelve.
Esa es nuestra morada,
la pureza que se recibe
y la siniestra semilla que se hunde.
Lezama Lima
martes, diciembre 21
Cero y van muchas
Si algo bueno tiene el actual cine que se está haciendo en México es, que en su mayoría, no copia a Hollywood.
Copia a López Dóriga.
Es bien sabido que la realidad supera cualquier ficción. Mientras que durante meses se filmó la película Cero y van cuatro, bastaron unas horas para mejorar varias de sus escenas con el linchamiento de Tláhuac transmitido por Televisa.
Las noticias son cada vez más divertidas, ¿o será que López Dóriga quiere ser el nuevo Sevcec? El noticiero se asemeja más a Primer Impacto o Al rojo vivo que a un noticiero nacional. Ni modo, la competencia es dura.
Es cierto que los temas que tratan los guionistas mexicanos son reiterativos: corrupción, violencia, drogas, sexo, poder; sin embargo, la manera en que los tratan dista mucho de las historias norteamericanas de villanos y héroes. A diferencia de Estados Unidos, en México nadie se salva. Todos estamos involucrados. El héroe no es el que cumple la ley, sino el que la quebranta con mayor humor, con desvergüenza y estilo.
Desde el renacimiento del cine mexicano se han producido varias películas de calidad: Amores Perros, La ley de Herodes. Y a pesar de que algunos de los actores ya andan pisando la alfombra hollywoodense, existe la clara conciencia de que el retomar los temas estadounidenses como lo hacen los reality shows o los programas de juegos es condenarse a desaparecer.
Cero y van cuatro es una película que entretiene sin mejorar el noticiero de las diez. Pero de malos pintores se hacen los buenos, así que producciones de ese tipo permiten que vean la luz películas independientes como Japón de Carlos Reygadas, excelente filme en el cual el silencio mexicano es el mejor narrador.
Si algo bueno tiene el actual cine que se está haciendo en México es, que en su mayoría, no copia a Hollywood.
Copia a López Dóriga.
Es bien sabido que la realidad supera cualquier ficción. Mientras que durante meses se filmó la película Cero y van cuatro, bastaron unas horas para mejorar varias de sus escenas con el linchamiento de Tláhuac transmitido por Televisa.
Las noticias son cada vez más divertidas, ¿o será que López Dóriga quiere ser el nuevo Sevcec? El noticiero se asemeja más a Primer Impacto o Al rojo vivo que a un noticiero nacional. Ni modo, la competencia es dura.
Es cierto que los temas que tratan los guionistas mexicanos son reiterativos: corrupción, violencia, drogas, sexo, poder; sin embargo, la manera en que los tratan dista mucho de las historias norteamericanas de villanos y héroes. A diferencia de Estados Unidos, en México nadie se salva. Todos estamos involucrados. El héroe no es el que cumple la ley, sino el que la quebranta con mayor humor, con desvergüenza y estilo.
Desde el renacimiento del cine mexicano se han producido varias películas de calidad: Amores Perros, La ley de Herodes. Y a pesar de que algunos de los actores ya andan pisando la alfombra hollywoodense, existe la clara conciencia de que el retomar los temas estadounidenses como lo hacen los reality shows o los programas de juegos es condenarse a desaparecer.
Cero y van cuatro es una película que entretiene sin mejorar el noticiero de las diez. Pero de malos pintores se hacen los buenos, así que producciones de ese tipo permiten que vean la luz películas independientes como Japón de Carlos Reygadas, excelente filme en el cual el silencio mexicano es el mejor narrador.